jueves, 3 de diciembre de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
Vamos a ver lo que pasa hoy.

                                No podía acercarse a ella. Sin embargo, no podía quitársela de la cabeza.
                                Alexander contemplaba a Charlotte desde la distancia. La joven llevaba puesto un vestido de color negro. Por lo visto, estaba dispuesta a llevarle luto a lord George. Estaba haciendo de carabina con su prima.
                               Deseaba con todas sus fuerzas besarla. Abrazarla.
                               Sin embargo, se conformaba con contemplarla desde la distancia. Lo último que quería era hacerla sentirse mal.
                               Había pasado los últimos días descifrando un mensaje cifrado. Los Servicios de Inteligencia franceses lo habían interceptado.
                              Alexander había descubierto que iba a salir del puerto de Portmouth un barco con destino a Marsella. Llevaba un cargamento de armas destinado al contingente del Ejército Británico que estaba destinado en Marsella.
                             El plan consistía en evitar la llegada de dicho barco a su destino. Debía de enviar el mensaje a su contacto. Se encontrarían en la ciudad de Bracknell.
                             Sabía que Charlotte desaprobaría lo que estaba haciendo. Al menos, sabía que ella diría eso. Sin embargo, en su fuero interno, Alexander sabía que Charlotte estaba de su lado.
                             No la culpaba de su silencio. El Servicio de Inteligencia británico era muy bueno a la hora de usar el miedo. ¡Habían metido en la cárcel a un héroe de guerra como lo era Valiant! Nadie había puesto en duda el patriotismo exacerbado del que Valiant siempre había hecho gala. Pero había caído en desgracia ante el Narizotas. Y eso se pagaba caro.
                             Charlotte estaba haciendo de carabina con Melinda y con Martin. El joven conde de Moreland estaba dispuesto a conseguir el corazón de Melinda. Por ese motivo, iba a visitarla todas las tardes. Salían a dar un paseo.
                               Melinda no quería hablar de aquel tema con su prima. Sabía que el estar separada de Alexander le estaba destrozando. Pero era una separación que Charlotte había impuesto.
-¿Qué decías?-le preguntó Melinda a Martin.
                              Estaba distraída y él lo había notado.



                           Martin estaba muy preocupado. Por un lado, su madre no estaba nada contenta con su relación con Melinda. Por el otro lado, sentía a su amada como ausente.
                         Y, por otro lado, estaba su hermana. Su madre había ido a verle personalmente a la casa que había arrendado recientemente en The Lynch. Había recibido noticias preocupantes del convento donde estaba Jane. Le costaba trabajo pensar en su hermana como la hermana María Ligia. Siempre sería Janie para él. La misma Janie que le encantaba subirse a los árboles.
-Janie está enferma-anunció con tristeza.
-¿Qué estás diciendo?-se inquietó Melinda.
-La Madre Superiora del convento donde está la ha escrito a mi madre. Lleva días notando rara a Janie. Y ha terminado enfermando. Tiene mucha fiebre. No se puede ni siquiera levantar.
-¡Jesús bendito! ¿La ha visto un médico? ¿Qué es lo que tiene?
                             Charlotte tenía la sensación de que alguien la estaba siguiendo. Un escalofrío recorrió su espalda. Caminaba detrás de Melinda y de Martin a una distancia prudencial. Les vio detenerse. El rostro de Melinda estaba muy pálido. Martin parecía estar tratando de tranquilizarla. Charlotte empezó a temblar.
                              Vio a Martin besando con dulzura a Melinda en los labios.
                             El recuerdo de Alexander atravesó la mente y el corazón de Charlotte. No sabía el porqué seguía pensando en él. Está aquí, pensó.
                              Seguía viviendo en la isla. ¡Pero se estaba escondiendo de ella!
                             Martin abrazó con cariño a Melinda.
-¿Se pondrá bien?-quiso saber la joven.
-Es una joven fuerte-contestó Martin con tristeza.

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