lunes, 30 de junio de 2014

BESO CON SABOR A PROHIBIDO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un beso que es bastante fuerte.
Pertenece a la segunda (o quinta) parte de la saga de La Guerra de las Galaxias, El Imperio contraataca. 
Me sorprende que George Lucas incluyera esta escena en la película, sobre todo, porque, hacia el final, se hace una atroz revelación.
Vamos a ver.
Luke y Leia son hermanos mellizos e hijos de Darth Vader. Él lo sabe, pero ellos, en esta escena, lo ignoran.
Leia está enamorada de Han Solo y es correspondida por éste. Pero, para darle celos, hace lo siguiente. ¡Le planta a Luke un buen morreo!
Vamos, que el beso que os dejo es bastante incestuoso. Aunque, hay que decir que ninguno de los dos saben en ese momento que son hermanos. La cara del pobre Han Solo es todo un poema. Él tampoco sabe nada.

domingo, 29 de junio de 2014

UN BESO CON SABOR AMARGO

Hola a todos. 
Hace unas pocas semanas, La 1 emitió en sesión de tarde una película que ha hecho correr ríos de lágrimas y ha arrancado más de un suspiro. Se trata de Ghost, más allá del amor. 
Muchos la recordaréis por la sensual escena de la cerámica. Pero esta escena apenas dura unos minutos y está muy al inicio. Es la más recordada de toda la película. 
Sin embargo, no es toda la película. 
Sam y Molly, los protagonistas, son dos jóvenes enamorados que viven juntos. Sam trabaja en una empresa y Molly es escultora. 
Una noche, cuando salen, Sam es apuñalado en lo que parece ser un atraco a manos de un ratero. A consecuencia de las puñaladas, Sam muere, pero no sube al Cielo. Su espíritu queda atrapado en La Tierra. Y es un espíritu que está muy vivo. Mientras intenta asumir su nueva realidad, Sam descubre que su muerte no fue el ataque de un ratero violento, sino que se trató de un asesinato por encargo. Y que la persona que está detrás de todo es el que creía que era su mejor amigo. Para colmo de males, éste intenta acercarse a Molly. Para prevenirla, Sam entra en contacto con una alocada medium, Oda Mae, quien decide ayudarle. 
No es sólo una película romántica. Hay momentos de risa, como cuando Sam y Oda Mae se conocen en el local donde ella celebra sus sesiones de espiritismo. Hay momentos llenos de oscuridad, de terror, como los encuentros de Sam con otros espíritus o su venganza contra el hombre que acabó con su vida, para finalizar con el enfrentamiento del hombre que encargó su asesinato. Vemos cómo Sam lucha por asumir la realidad. Que está muerto y que no hay nada que le haga volver a la vida. Y no es un paso nada fácil.
Es una película triste y dura. No esperéis un final feliz porque no lo hay. No se puede regresar de la muerte. Pero son los cuerpos los que mueren. Los sentimientos permanecen ahí. Los espíritus siguen vivos. Nadie muere del todo mientras se siga recordándole. Y de eso trata esta película. 
Esta escena está hacia el final y es bastante triste. 
Es una escena cargada de romanticismo y de tristeza. 
Espero que os guste. 



miércoles, 25 de junio de 2014

UNA FRASE DE MARY SHELLEY

Hola a todos.
Hoy, me gustaría quedarme con esta frase que pronuncia la genial Mary Shelley.
Su madre, Mary Wollstoncraft, está considerada como una de las primeras mujeres que encabezaron la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
Mary Shelley es recordada por la terrorífica, pero también melancólica, novela Frankenstein. Más allá de la historia de miedo, nos plantea una reflexión acerca de dónde están los límites en la ciencia. Quién es el monstruo. Si las personas nacen monstruos o les vuelven monstruos. Si la Justicia existe.
Y esta frase es el perfecto resumen de su obra magna.

La vida y la muerte me parecen límites ideales.

 Collage en  el que aparecen Mary Shelley y la criatura que salió de su mente.

Nunca entendí el porqué se suele confundir a Frankenstein con el ser que crea.

jueves, 19 de junio de 2014

BORRADOR

Hola a todos.
Este borrador pertenece a un cuento que creo que tengo subido a mi blog "Berkley Manor". Lo tengo que localizar.
También subí este borrador a mi blog "El blog de una chica del siglo XIX".
Sin embargo, he sentido que quería también compartirlo con vosotros.
Aquí os lo dejo.
Es de corte sentimental y transcurre en la década de 1960.
Espero que os guste.

                            Miró la carta que tenía encima de la mesa. Había entrado en aquel restaurante. Lo único que quería era cenar tranquilo. No pedía nada más.
            Ensalada…Judías…Rape…Salmón ahumado…Pulpo…Espárragos… Langostinos…Tomate…Atún…Setas…Gambas…Tarta de bacalao…Mejillones… Huevos…Marisco…
            La camarera se acercó a él.
-¿Sabe ya lo que va a pedir, señor?-le preguntó.
-Aún no lo he decidido-respondió él.
-Tómese el tiempo que necesite para decidirse.
            Victoria llevaba trabajando en aquel restaurante desde hacía cuatro años. Tenía unos veintipocos años. No tenía familia. Vivía sola en su pequeño piso. No tenía pareja. Pero sí tenía muchos y buenos amigos. Era muy guapa y también era muy simpática. Siempre estaba sonriendo.
-¿Ya ha decidido, señor?-le preguntó.
            Kyle no se atrevía a mirar a Victoria. Era la mujer más bella que jamás había visto. Se sintió turbado ante su visión.
-¿Qué me puede decir de la ensalada?-le preguntó.
-Es deliciosa-respondió ella-Se lo puedo asegurar. Con su tomate y su lechuga bien frescos…¡Una delicia!
-Está bien.
-Entonces…¿Quiere ensalada?
-Sí. Quiero la ensalada. Y no sé qué más voy a pedir.
            Victoria tomó nota del pedido. Después, se fue a atender a los demás clientes. Era viernes por la noche y ella ardía en deseos de contar las propinas que le dejaban los clientes. Solían ser generosos la noche de los viernes, cuando tenían los estómagos llenos. Victoria vivía sola en su piso. Ni siquiera tenía una miserable maceta. No tenía animales. No habría podido hacerse cargo de un perro, que le gustaban mucho los perros. O de un hámster. No le gustaban los gatos.
            Nunca antes había visto a un hombre tan atractivo como aquel hombre. Vestía bien. Un traje de seda. Con corbata de seda. Y con pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta. Victoria pensó que el pañuelo debía de ser de seda. Debía de ser un hombre muy rico, pensó la joven.

            Le dolían los pies de estar trabajando toda la noche.
            Victoria llegó a su casa de madrugada.
            Dio gracias a Dios por vivir cerca de su lugar de trabajo.
            Se dejó caer en la cama. No tenía ni fuerzas para ponerse el pijama. Se quitó a patadas los zapatos. Había sido una noche de viernes más. Los clientes pedían comida sin parar. Algún cliente acabó borracho y vomitando en el baño. Victoria y sus compañeras iban y venían. Las bandejas siempre estaban llenas. Victoria estaba cansada. Le dolía la cabeza porque, como todas las noches de los viernes, había llegado al restaurante un grupo de jovencitos. Y aquel grupo se había puesto a cantar a voz en grito.
            Sólo había algo que había animado su noche del viernes.
            La visión de aquel hombre al que había atendido. Sólo había sido un cliente más. Sólo eso. Pero no podía apartar la mente de él. No habían hablado más que lo imprescindible. ¿Podía decir que se había enamorado? Aquella idea le pareció ridícula. ¿Cómo podía haberse enamorado de un cliente? Victoria se echó a reír. Estaba segura de que no lo volvería a ver.

-Tu cliente no apartaba la vista de ti-le indicó Lucinda a Victoria-Yo creo que le has cautivado.
            Lucinda y Victoria eran buenas amigas. También eran compañeras de trabajo en el restaurante.
-¡Eso es imposible!-replicó Victoria.
            Estaban dando cuenta de su desayuno en una cafetería situada debajo del piso en el que vivía Lucinda. Su desayuno consistía en un par de tostadas untadas con mantequilla y en una taza de café con leche para cada una.
            Lucinda mordió su tostada. Victoria bebió un sorbo de su taza de café.
-Insisto-afirmó Lucinda-Le has gustado.
-Yo apenas me fijé en él-le aseguró Victoria-Lo único que quería era terminar mi jornada e irme a casa a descansar. Te confieso que, a veces, desearía abandonar mi trabajo. Pero no puedo. Tú sabes bien que yo quiero trabajar en una oficina. Podría ser una secretaria muy eficiente. Pero no encuentro trabajo.
-Hay que armarse de paciencia, amiga mía. A mí me gusta mi trabajo como camarera. No quiero abandonarlo por nada del mundo. No todo el mundo tiene las mismas aspiraciones en la vida.
-Supongo que tienes razón en ese aspecto.
-Pero tu cliente…¡Madre mía! ¡Es el hombre más guapo que jamás he visto! ¡Qué apuesto es! 
            Victoria le dio un mordisco a su tostada.
-Sólo sabes hablar de hombres-le reprochó a su amiga.
-Me gusta salir con hombres-afirmó Lucinda-No veo que esté haciendo nada malo. Además, ya no existe el riesgo de que me pueda quedar embarazada.
-¡Ah, ya! ¡Tú tomas la píldora! ¡Tenía que haberlo supuesto! ¿No le pones a tu ligue la gomita? ¿No usas el diafragma?
-¡Uy, el diafragma! ¡Demasiado lío!
-¿Y qué me dices del preservativo?
-No me fío mucho de una goma, como tú dices. Se rompe enseguida. Yo prefiero tomar la píldora. Es más fiable.
-Yo nunca he tomado la píldora.
-Prefieres usar el condón. Pero hace más de un año que no sales con nadie.
-Ya conoces el dicho. Mejor sola que mal acompañada.
-¡No es justo que pretendas pasar sola el resto de tu vida, Victoria! Eres muy guapa. Necesitas tener a un hombre a tu lado. Dicen que una mujer que no tiene un hombre a su lado…Si no se casa…Si no tiene hijos…No es nada…
-Una mujer puede vivir sola. Puede ser feliz o puede no ser feliz. Se puede enamorar. Pero puede decidir si quiere o no quiere casarse. Decide lo que quiere hacer con su vida. No tengo padres. No tengo que rendir cuenta ante nadie. Espero que lo entiendas.

            Durante su rato de descanso, Victoria abrió el periódico.
            Lo abrió por la sección de Ofertas laborales.
            No había mucha gente en el restaurante.
            Eran sólo las cuatro de la tarde. Dentro de una hora, el restaurante estaría a rebosar de gente. Sobre todo, de niños. Venían a merendar. Y Victoria tendría que atenderles. Como siempre.
            Cerró el periódico y soltó un resoplido.
            No había encontrado nada.
            Ella quería trabajar como secretaria en una oficina. Había estudiado en una Academia durante dos años. Y había estudiado Mecanografía. Podía ser una buena secretaria. Sabía que jamás sería una oficinista. Aquel puesto estaba vetado para ella por ser mujer. Tenía que casarse sólo porque era mujer…Tenía que tener hijos sólo porque era mujer…Su sexo la tenía condicionada. Victoria empezaba a odiar su sexo.
            Dejó el periódico encima de la barra.

            Un poco de sal…Un poco de pimienta…
            En ocasiones, mientras condimentaba los platos, Victoria canturreaba. Era algo que hacía sin darse cuenta. Repetía una y otra vez los ingredientes de aquellos platos. Sonrió cuando terminaba de condimentar los platos. Salió de la cocina portando una bandeja.
            Él estaba otra vez allí, pensó.
            Su cliente…Había vuelto…
            Victoria sintió cómo las piernas le temblaban de manera violenta.
            Pensó que se iba a caer.
            Imaginó que él la estaba mirando. Se estremeció de pies a cabeza. Lucinda tenía razón. Le gustaba mucho aquel hombre. ¡Y eso que casi no le conocía!
            Kyle no se atrevía a mirar a Victoria. ¡Qué mujer más guapa!

            Ya estaba trabajando en la oficina.
            Victoria no se lo podía creer. ¡Ya era una secretaria! Y, encima, era la secretaria de Kyle. No cabía en sí de gozo. Iba a estar cerca de Kyle.
            Para ella, eso era suficiente. Le bastaba con saber que vería a Kyle a diario y que estaría en contacto permanente con él.

            Victoria estaba furiosa con Kyle por la manera en la que se estaba portando con ella. Era obvio que la quería. Eso lo sabía todo el mundo. El problema era que parecía empeñado en negarlo.

 

domingo, 8 de junio de 2014

TODOS JUNTOS Y REVUELTOS

Hola a todos.
Llevo mucho tiempo siendo lectora de novela romántica de época.
Disfruto leyendo esta clase de novelas, pero, en ocasiones, me he hecho muchas preguntas. Sobre todo, cuando leo una novela romántica que transcurre durante la Regencia.
Y aquí hago un Mourinho porque son muchas preguntas y no sé si tendrán respuesta. Yo, por lo menos, me habré desahogado.
-¿Por qué todos los protagonistas son el libertino más notorio de Londres? Debería de hacerse un ranking para ver cuál es el más libertino porque todos se han acostado con medio mundo.
-¿Por qué todos los protagonistas son los aristócratas más ricos y poderosos de Inglaterra, aún cuando están despilfarrando el dinero en juergas y amantes?
-¿Por qué son jefes de espías al servicio de Wellington? ¿Cuántos jefes de espías necesitaba Wellington? ¿Uno por cada calle de Londres?
-¿Por qué todos son admirados por Beau Brummel? Brummel tenía un ego desmedido. Dudo mucho que sintiera envidia de alguien porque se creía por encima de los demás. Incluso, cuando estaba en la ruina.
-¿Por qué todos son el mejor amigo del Príncipe Regente, su mayor aliado y confidente? ¿Ese papel no le correspondía a Brummel?
-¿Por qué todos se enamoraban y dejan de ser unos libertinos al conocer a la institutriz con moño apretado y gafas que, en realidad, es un bellezón?
-¿Por qué ningún libertino tiene en su haber ni siquiera un hijo ilegítimo?
-¿Por qué ningún libertino ni siquiera ha tenido un herpes genital?
-Si son los libertinos más depravados de todo el país, ¿por qué son bien recibidos en todas partes?
-¿Por qué todas las madres con hijas en edad casadera les persiguen para convertirlos en sus yernos cuando deberían de hacerles la cruz?
Son preguntas que no creo que tengan nunca una respuesta. Pero, por lo menos, me he desahogado planteándolas.



viernes, 6 de junio de 2014

LA TRAICIÓN

Hola a todos.
Hoy, os traigo este pequeño fragmento de mi relato La traición. 
No he podido escribir más. Lo siento mucho.
Espero que os guste.

                         Siempre había tenido fama de ser un crápula.
                          Sabía que Zayra lo amaba. Lo veía en sus ojos. En su rostro…
                          El tiempo iba pasando. Zayra deseaba tener un hijo con Anthony.
                          Si le daba un hijo, su matrimonio sería empezado a ser bien visto en la alta sociedad. Las damas de la aristocracia dejarían de mirarla por encima del hombro. Sería aceptada como una más. Y aquellas mujeres se encargaban de hacerle saber a Zayra de manera sutil que la despreciaban.
                         Le recordaban sus defectos, como el hecho de que no sabía tocar el piano. No sabía bailar. No sabía con qué cuchillo se cortaba la carne. Cuál era la paleta del pescado. No lo sabía.
                         Anthony tenía que ayudar a su hermano a hacerse cargo de sus tierras ahora que había heredado el título de vizconde a la muerte de un tío suyo.
                       Su hermano estaba casado y era padre de tres hijos varones. 
                      En una ocasión, su hermano le hizo llamar a su despacho. Quería saber los motivos por los cuales se había casado con Zayra. 
                       No se lo terminaba de creer. ¿Acaso Anthony estaba enamorado de ella? 
-¿Por qué te casaste con esa mujer?-le interrogó. 
-Zayra no es como las demás mujeres que conozco-contestó Anthony-Es sencilla. Es ella misma. 
-¿Estás enamorado de ella?
-Estoy casado con ella. No puedo dejarla. 

jueves, 5 de junio de 2014

ACERCA DE TINA Y SEAN

Hola a todos. 
Este pequeño fragmento de la historia de amor de Tina y Sean está narrado en tercera persona. 
Espero que os guste.  

              Después de su boda, Tina y Sean se fueron a vivir a la pequeña isla de Kitterland, cerca de la isla de Man.
-¿Eres feliz?-le preguntó Sean a Tina durante el trayecto hasta Kitterland. 
               Viajaron en una barca alquilada. Tina miraba a su alrededor. 
-Soy la mujer más feliz del mundo-respondió la joven.
                El viaje hasta Kitterland se le estaba haciendo largo. 
-Aún no me puedo creer que nos hayamos casado-se maravilló Sean. 
                Tina esbozó una sonrisa. Ella tampoco se lo creía. Era la esposa de Sean. 
                El continente estaba en guerra. Todo el mundo parecía estar enfrentado con todo el mundo. Lord Smith era un vehemente enemigo de Napoleón, si bien no pensaba viajar a la Península a luchar contra él. Prefería quedarse sentado en el sofá del salón de su mansión en el lujoso barrio de Mayfair. Tina frunció el ceño al pensar en su padre. 
-Todo irá bien a partir de ahora-le aseguró su marido. 
                 Tina se detuvo en aquel pensamiento. Ahora, Sean era su marido. Y ella era su mujer. Iban a pasar el resto de sus vidas juntos. Tina pensó en Eleanor. Se dijo así misma que Sean no era como Cliff, el marido de su mejor amiga. Sean nunca le sería infiel. Nunca le haría daño. Podía confiar en él completamente. 
-Te quiero mucho-le aseguró Sean. 
                   Tina sonrió. El sueño de su vida se había hecho realidad. 
                   Sean y ella estaban casados. 




Es un fragmento más bien corto. No he podido escribir más. 



martes, 3 de junio de 2014

UNA REFLEXIÓN DE TINA

Hola a todos.
Seguimos con nuestros queridos Tina y Sean.
En esta ocasión, hago hincapié en el diario de Tina.
Éstas son sus reflexiones acerca de la Guerra de la Independencia, una guerra que le toca de cerca.

     5 DE MARZO DE 1812

           El estallido de la guerra había hecho que se diera cuenta de que había estado viviendo en una farsa. Todo el mundo parecía ser feliz…todo el mundo parecía quererse. Y no era cierto. En el frente, miles de hombres estaban muriendo a diario, víctimas de un disparo. Los pobres inocentes iban al frente después de que les prometieran la Gloria…Y lo único que conseguían era recibir un tiro que los mataba o los dejaba en una silla de ruedas, o en la cama de un hospital de campaña…
                  La gente ya no miraba a los demás con lupa. Estaban demasiado preocupados por salvar el pellejo que por lo que hacían o dejaban de hacer. Por mal que estuviera decirlo, en cierto modo, la guerra me ha hecho libre. Está mal que lo diga. Pero es así como me siento.
                 Recuerdo que Cliff, el marido de mi amiga Eleanor, se alistó en el Ejército porque deseaba luchar contra los franceses. Ya ostentaba un cargo de gran relevancia en el Ejército en la época en la que mi mejor amiga lo conoció. Era capitán. Y también era espía. Se mostraba reservad en aquel aspecto con Eleanor.                  Creía que estaba haciendo algo bueno por su país. De nada le sirvieron las súplicas de su madre y de su abuela para disuadirle. Estuvo en Inglaterra el tiempo justo para conocer a Eleanor. La cortejó de manera rápida. Su compromiso fue breve. Se casaron enseguida.
              Cliff acabó marchándose. De aquello hacía casi dos años. Durante el tiempo que estuvo en la trinchera, cayó enfermo. No había suficiente medicinas para tratarle. Y tampoco había comida. Hacia unos pocos meses, apareció muerto tras una noche de intensa nevada. A Eleanor le dijeron que su marido había muerto luchando, de una bala que le alcanzó en el pecho disparada por un alemán. Varios compañeros de su esposo le dijeron, tiempo después, que fue asesinado por un superior. Le descubrieron desertando y el superior le disparó. Aquella noticia afectó de manera muy profunda a mi mejor amiga. Su marido quería desertar porque no quería morir de hambre y de una enfermedad mal curada (una neumonía) en el frente. Su destino había sido muy parecido al de otros soldados. Yo había oído casos de muchachitos que eran enviados al frente de donde volvían medio locos, o con un brazo o una pierna amputados. Otros regresaban muertos. La vida era muy corta. Y la guerra la acortaba aún más. Por eso, he decidido vivir la vida. Y lo haré a su estilo.
                   La historia de la neumonía fue la historia oficial que le contaron a Eleanor. La realidad fue bien distinta.
                   Eleanor me lo contó a principios de año. Fue antes del inicio de mi relación con Sean.
                  Ya habían pasado los festejos de Navidad.
                  Eleanor y yo salimos a dar un paseo. Fuimos a Hyde Park Corner.
-¡Me han mentido!-me confesó Eleanor muy nerviosa.
-¿En qué te han mentido?-la interrogué.
                  Yo no sabía a qué se estaba refiriendo mi amiga. Eleanor estaba llorando.
-Me dijeron que Cliff había muerto de una neumonía y no fue así-contestó hipando-Se batió en duelo por una ramera. ¡Con un compañero de armas! ¡Me siento humillada!
-No puede ser-le dije, conmocionada-Tu marido era un héroe.
-¡Era un maldito putero! Fue un compañero suyo de armas el que me ha escrito contándomelo todo. Sólo Sean lo sabe.
-¡Tiene que estar mintiendo!
-Fue el compañero que le disparó y que le mató. Por lo visto, compartían la misma ramera mientras que se negaba a que yo fuera con él al frente siguiéndole. Estaban borrachos. Mi marido estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte durante días. Por eso, me contaron la mentira de la neumonía. Estaba agonizando por una herida de bala.
                   Eleanor rompió a llorar.
-¿Estás segura de lo que dices?-le pregunté, incrédula.
                    Le tendí un pañuelo que saqué de mi bolso. Eleanor se secó las lágrimas con el pañuelo.
-La puta por la que se batieron a duelo vino a verme y también me lo contó-respondió con mal disimulado odio-Cliff me juró que me amaba. Me juró que no había otra mujer en su vida. ¡Y me mintió!
                    Apretó con rabia el pañuelo.
-Ellie, no lo sabía-le aseguré-Te juro que soy la primera sorprendida por todo lo que me estás contando. Yo sabía que tu matrimonio no había sido precisamente un matrimonio feliz. Cliff prácticamente te tenía encerrada en su casa solariega. Nunca pensé que sería un marido infiel.
                    Eleanor apretó los labios. Su cara reflejaba una honda amargura.  
                    No supe qué decir.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté, al cabo de un rato.
                    Nos detuvimos.
-Me encuentro mal-respondió Eleanor con tristeza.
-¿Y qué sientes en estos momentos?-inquirí.
-Siento una gran rabia. Una honda tristeza...Y mucho odio...

lunes, 2 de junio de 2014

CARTA DE UN JOVEN ENAMORADO

Hola a todos.
Y aquí tenéis un nuevo trocito de la historia de amor entre Sean y Tina.
Espero que os guste.

3 DE MARZO DE 1812

                              MI ADORADA TINA:

                             Eleanor y yo hemos tenido una larga conversación en la biblioteca. Hemos estado hablando de ti. A veces, tengo la sospecha de que mi hermana, en el fondo, no está contenta con el hecho de que tú y yo nos hayamos enamorado. Lo he notado en su mirada incrédula. 
-No te perdonaré si le haces daño a Tina-me ha advertido-Es como una hermana para mí. Te conozco bien, Sean. La usarás y la abandonarás. 
-Jamás le haría daño a Tina, Ellie-le he asegurado-Yo no soy como tu difunto esposo. 
                            Los dos sabemos que Eleanor desconfía de los hombres desde la muerte de su marido. Acuérdate que han estado poco tiempo casados. Sin embargo, ese malnacido necesitó apenas un año para destrozarle la vida a mi hermana. La única cosa que hizo bien fue morirse en un duelo. Pero aquel duelo fue por una amante y Eleanor casi no sale a la calle desde que se quedó viuda. 
-Cliff me enseñó una cosa-afirmó mi hermana-Todos los hombres sois iguales. Ya no puedo miraros a padre y a ti con los mismos ojos con los que os miraba antes. Sois hombres. Y no pensáis más que con eso que os cuelga de entre las piernas. 
-Estoy enamorado de Tina-le confesé-Nunca le haría lo que ese canalla te hizo a ti. Entiendo que estés dolida con él. Pero no es justo que la pagues conmigo, que siempre he estado de tu parte. 
-Lo único que deseo en estos momentos es olvidar. No pensar en que estuve una vez casada. Y que tú no le hagas daño a Tina. ¿Me has entendido bien, Sean? No quiero que le hagas daño a Tina. Nunca te lo perdonaría. 
-Puedes creerme cuando te juro que me dedicaré a hacerla feliz. 
-¿Y piensas casarte con ella? 
-He hablado con su padre. Hemos querido mantener el compromiso en secreto. Aún guardas luto a tu marido. Pero...No quiero esperar más. 
-¿Cuándo se celebrará la boda?
-Deseamos tanto Tina como yo que se celebre el mes que viene. Ya ha ido a visitar a la mejor modista de la ciudad para que le confeccione el vestido de novia. Una vez casados, nos iremos a vivir a Kitterland.
                             Hemos hablado de vivir en Kitterland en varias ocasiones. ¿Te acuerdas, Tina? Siempre me has dicho que estás harta de vivir en Londres. 
                             Esta noche, acudí a visitarte. 
                             Me colé por la ventana de tu habitación. Tú me estabas esperando. Me sonreíste cuando me viste saltar por la ventana a tu habitación. Te acercaste a mí. 
-Cuando nos casemos, tendrás que dejar de hacer esto-me recordaste. 
-Lo vas a echar de menos-bromeé. 
-Lo puedes hacer alguna que otra noche. Kitterland es una isla pequeña y tranquila y la gente no se mete entre sí. Me gusta. 
-Y yo haré realidad tu sueño haciendo que vivas allí. 
                           Te llevé hasta la cama, saboreando el poco tiempo que nos queda. Sabiendo que en un mes estaremos casados. 
                           Hubo mucha ternura. Hubo mucha pasión. Admiré tu rostro, tan blanco y delicado. 
                           Te besé muchas veces con pasión y de manera larga. Y me devolviste beso por beso. 
                           Soy tuyo, Tina. 
                           No quiero que olvides que soy completamente tuyo.  
                 
                           SEAN.