lunes, 18 de mayo de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un pequeño fragmento de Ecos del pasado. 
¡Veamos qué va a pasar!

                                     A lo largo de la semana que siguió, Melinda intentó hablar con Charlotte acerca de Alexander. Intentó sacar el tema a colación de una forma sutil. Naturalmente, Charlotte no sabía que Melinda se había aliado con Alexander. Quería ayudarle a recuperar a la mujer que amaba. Aquel joven, a pesar de que era un traidor, le parecía una buena persona. Por eso, quería ayudarle.
                                  Valiant no tardó en enterarse de lo ocurrido. Pensó que Alexander se había vuelto loco.
-¡Vas a llevar a esa joven a la ruina!-le espetó entrando en la biblioteca con él.
-Voy a recuperar a Charlie-afirmó Alexander con rotundidad.
-Alex, creo que deberías de olvidarla. Ella ha tomado una decisión con respecto a ti.
                               Alexander no estaba dispuesto a perder a Charlotte. Su amada era una mujer de carácter dulce y apacible.
                               Sin embargo, había aflorado su naturaleza terca. Se negaba a verle. No respondía a las cartas que le escribía.
                           Intentó ir a verla. Pero sabía que Charlotte no querría recibirle. Lo único que conseguía era parecer un acosador.
                           Charlotte tenía que salir de su casa a escondidas para visitar a lord George.
                           Creía ver a Alexander por todas partes. Pensaba que la estaba siguiendo.
                            Regresaba a casa furiosa con Alexander por seguirla. Pero también estaba furiosa consigo misma porque quería verle de nuevo. Lo que pasaba era que no quería admitirlo ante nadie. Ni siquiera quería admitirlo ante sí misma.
                           ¿Por qué no era capaz de sacárselo de la cabeza?
                           Cuando salía de casa, miraba en todas direcciones. Si veía algo raro detrás de un árbol, pensaba que era Alexander. Su corazón daba un brinco. Quería salir sola. Pensaba que Alexander se acercaría a ella si salía sola. Sin la compañía de su doncella...
                           Pero él no quería dar la cara. O, al menos, eso era lo que pensaba Charlotte.
                          Volveré a caer en sus brazos en cuanto le vea, pensaba entre furiosa, dolida y ansiosa.



viernes, 15 de mayo de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
No creáis que me he olvidado de esta historia que tengo demasiado presente, ya que la considero como mi mayor reto.
Sólo espero que pueda terminarla algún día.
De momento, os traigo con este fragmento. Alexander quiere ver a Charlotte. El problema es que ella no quiere verle. Y no nos olvidemos de que va a casarse con lord George. ¿Qué pasará?

                                Charlotte se negó en redondo a encontrarse con Alexander. Ni siquiera le contestó a la carta que el joven le había escrito. No podía encontrarse a solas con él. Pensaba en los problemas que aquella relación, de salir a la luz, podían acarrearle.
                               La gente era capaz de señalarla como traidora. De acusarla de conspirar contra la Familia Real. Era algo exagerado.
                             Sin embargo, las personas eran muy dadas a la exageración. También estaba lord George. Charlotte iba a visitarle con mucha frecuencia.
-Tus visitas son mi mayor alegría, querida-solía decirle.
                            Era cierto que lord George era mayor que ella. Sin embargo, no existía mejor hombre que él.
-No veo la hora de que estemos casados-afirmaba.
                            Charlotte sentía asco al imaginar cómo sería su vida al lado de aquel hombre. Porque no era una joven virgen y pura.
                           A veces, imaginaba que lord George podía enamorarse de otra mujer. ¿Por qué no se había fijado en Melinda?
                          Sin embargo, su prima estaba superando poco a poco la decepción amorosa que había sufrido. Todavía le dolía hablar de su antiguo prometido. Y Charlotte respetaba su silencio.
                          Sin embargo, Melinda estaba preocupada por Charlotte. Sir Héctor no se había dado cuenta. Pero Charlotte no estaba bien. Melinda veía a su prima ojerosa. Y se había dado cuenta de que no comía.
                           Una tarde, Melinda estaba cortando rosas en el pequeño jardincillo que rodeaba la casa de sir Héctor.
                          De pronto, vio a alguien fuera de la verja que rodeaba el jardín escondido detrás de un árbol. Se acercó a ver de quién se trataba y se llevó una sorpresa cuando se dio cuenta de que era un joven muy atractivo y elegante. Melinda y Alexander se habían visto anteriormente porque Charlotte les había presentado.
-Debería de llamar a la puerta en vez de dedicarse a espiar, Excelencia-le regañó suavemente Melinda.
-Le ruego que me disculpe-se excusó Alexander-No quería molestarla, lady Melinda.
                           La aludida esbozó una sonrisa.
-Usted quiere ver a mi prima-observó Melinda.
                           No era ninguna pregunta. Estaba haciendo una afirmación. Melinda podía estar en contra de las ideas que tenía Alexander. Sin embargo, había aprendido a respetar las ideas de los demás. Además, a pesar de que Charlotte lo negaba con vehemencia, estaba enamorada de aquel hombre.
-Yo puedo ayudarle-se ofreció Melinda-Charlie es mucho más que mi prima. Y me horroriza que vaya a casarse con un hombre al que no ama. Lord Craft es un buen hombre. Pero Charlie no lo quiere. Y van a ser los dos unos desgraciados.
                           La única familia que le quedaba a Melinda eran su tío Héctor y su prima Charlotte. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ayudar a su prima. Alexander valoró positivamente aquel gesto. Acababa de encontrar a una aliada en su deseo de recuperar a Charlotte.
-Si me ayuda a conseguir que Charlie vuelva a amarme, estaré eternamente agradecido con usted, lady Melinda-afirmó con vehemencia.
                         Cogió la mano de la joven y se la besó.
-Se equivoca-le corrigió Melinda suavemente-Charlie no puede volver a amarle porque nunca ha dejado de amarle.



                             Pensó que aquel joven debía de saber la verdad. De momento, le iría contando todo lo que decía Charlotte acerca de él. Se sentía como la alcahueta que podía aparecer en cualquier novela sentimental. Pero las alcahuetas hacen cosas buenas, pensó Melinda.
                         Ayudan a los protagonistas a que acaben juntos. Y yo hago eso. Haré eso.

jueves, 14 de mayo de 2015

UNA FRASE DE JORGE BUCAY

Hola a todos.
El día de hoy está dedicado al psicodramaturgo y escritor argentino Jorge Bucay, cuyos cuentos se han hecho célebres debido a que sirven de terapia para muchos de los problemas que tenemos.
Se puede extraer una enseñanza de ellos, recuperando las antiguas moralejas que había antes en los cuentos.
En Cartas para Claudia, Jorge Bucay se dirige a una amiga imaginaria llamada Claudia a quién le da una serie de consejos que bien podría estar dirigidos a cada uno de nosotros.
Aquí os dejo una de las frases que aparecen en el libro:

La salud consiste en darse cuenta de que lo es, es. 

No debemos de perder el tiempo pensando que tenemos alguna enfermedad cuando no aparecen síntomas de que podamos tenerla. Siempre es bueno preocuparse por la salud de uno, pero no hay que obsesionarse porque eso podría llevarnos a enfermar de veras a la larga.


 Portada de Cartas para Clauda, de Jorge Bucay.

Es un libro que ha tenido muchas ediciones en los veintinueve años que han pasado desde que vio la luz por primera vez.