sábado, 20 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
Veamos qué ocurre después de haber hecho el amor Charlotte y Alexander.

                                   Charlotte fue la primera en vestirse cuando recuperó el ritmo normal de su respiración.
-Ha sido un error-le dijo a Alexander sin atreverse a mirarle a la cara-No debe de volver a repetirse.
                                Se vistió nuevamente. Había en su cuerpo las señales de los suaves mordiscos que el joven había depositado en su carne.
                                 No quería pensar en eso. Charlotte quería sentir arrepentimiento.
                                Alexander la contempló mientras se vestía. Llevaba suelto el cabello. Sus labios estaban hinchados por los besos que él le había dado. Y le parecía que estaba más bella que nunca.
                                 No quería pensar en nada más allá de lo ocurrido en aquel salón. Charlotte había vuelto a ser suya.
-Por favor, huye conmigo-le rogó una vez más.
-¡No pienso ir contigo a ninguna parte!-replicó Charlotte.
                               Trató de apartar de su mente lo que acababa de ocurrir en el sofá de aquel salón.
                               Alexander besando su cuello. Alexander devorando con su boca uno de sus pechos. Mordisqueando el lóbulo de su oreja.
-¡Esto no ha ocurrido!-añadió, alterada-¡No ha debido de haber pasado! Voy a casarme con lord Craft. ¡No puedo seguir actuando como tu ramera! Si quieres irte con ese cerdo de Napoleón, por mí, te puedes ir al mismo Infierno. ¡Y olvidarme!
-No estás hablando en serio-negó Alexander con tristeza y con dolor en la voz-¡Tú no eres mi ramera! ¡Eres mi vida, Charlie!



                               La joven estaba a punto de ponerse el corpiño cuando Alexander se acercó a ella.
                              Cuando se quiso dar cuenta, la estaba besando. La estaba besando con tanta pasión que Charlotte pensó que se iba a marear. Él todavía estaba desnudo.
                               De pronto, Charlotte sintió cómo depositaba pequeños besos en su cuello y pensó que acabaría entregándose nuevamente a él. Su cuerpo se lo pedía. Su corazón se lo exigía. Su alma clamaba por él.
                                Entonces, oyó pasos. Tuvieron que separarse a toda prisa cuando el mayordomo anunció que lady Melinda Stanyon estaba allí. La prima de Charlotte había ido a buscarla porque era casi la hora de cenar y sir Héctor podía empezar a sospechar.
-Charlie...-susurró Melinda, atónita.
                             Aturdida, la aludida alcanzó a separarse de un sorprendido Alexander. No le dio tiempo a despedirse de ella. Charlotte cogió su corpiño.
                             Tanto la joven como Melinda abandonaron a toda prisa la residencia del joven marqués de Charleston. Melinda estaba perpleja. Se detuvieron para que Charlotte se pusiera el corpiño. Pero había muchas cosas que quería preguntarle a su prima.
-No te voy a juzgar-le prometió con sinceridad-En el corazón, nadie manda. Sólo nos dejamos llevar cuando aparece el amor.
-No volverá a pasar-le aseguró Charlotte-No quiero que lord Craft descubra que he sido la ramera de un traidor.
-Lord Charleston...No se ha limitado sólo a besarte. Ha hecho mucho más que besarte. No quiero ofenderte con mis preguntas.
                          Siguieron caminando. Charlotte temblaba con violencia.
-Todo mi ser...-atacó-No sé cómo explicarlo.
-He estado enamorada-le recordó Melinda-Sé lo que se siente. Tú tienes la enorme suerte de que tu amado te corresponda.
-¡Es un traidor!
-Defiende unos ideales. Tiene mi respeto.
-¡Melinda, me niego a creer lo que estoy oyendo!
-Charlie, la guerra divide a las personas en bandos. Pero no dejan de ser personas que sienten y aman. Traidores, ingleses, franceses, prusianos. Todos ellos tienen sus sentimientos. Sufren. Lloran. Se ríen. Y aman. Lord Charleston no es ninguna excepción. Te ama de verdad. Lo veo en sus ojos. Y tú también lo amas. Cometerás un terrible error si te casas con lord Craft. Por muy patriota que sea, no es el hombre que tu corazón ha escogido.
-No...Mel...Yo...
                        Las lágrimas comenzaron a rodar sin control por las mejillas de Charlotte. Su prima tenía razón.
                         Sin embargo, no sabía que hacer. Su corazón y su cabeza estaban librando una ardua batalla.

jueves, 11 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Ecos del pasado, asistiremos a un nuevo encuentro entre Charlotte y Alexander.
¿Qué pasará entre ellos?

-Es la última vez que nos vemos-le advirtió Charlotte a Alexander cuando llegó a su altura-Mi prometido puede enterarse.
                              Alexander le había hecho llegar a Charlotte una nota por mediación de Melinda. En ella, lo citaba en su casa por la tarde.
-No debería de haber venido-añadió Charlotte.
                               La nota le había llegado por la noche. El encuentro tuvo lugar a la tarde siguiente.
                               El mayordomo de Alexander la hizo pasar al salón.
                               El joven estaba de pie junto a la chimenea encendida esperándola.
                               Cuando se acercó a besarla en los labios, un escalofrío recorrió el cuerpo de Charlotte.
                                No sabía bien lo que estaba haciendo. En realidad, sí sabía bien lo que estaba haciendo.
-Quieres que estemos juntos, Charlie-le aseguró Alexander.
                                 Ella deseó poder apartarse de él. Salir corriendo de aquella casa. Pero había algo que la tenía paralizada. No era capaz de separarse de Alexander. Ni siquiera era capaz de apartar su vista de él. Sus ojos recorrieron el rostro del joven al que amaba por encima de todas las cosas. La palabra traidor resonó con fuerza en su mente.
                                 Quería ver a Alexander como lo que era realmente. Era un traidor a su país, Inglaterra.
                                 ¿Qué era lo que quería? Desea morir, pensó Charlotte con angustia.
                                 Había muchos jóvenes que obraban igual que él. Se entregaban a causas nobles, pero que sabían perdidas de antemano.
-No necesito a un cabeza loca-replicó Charlotte-Lo que quiero es a un hombre cabal a mi lado.
                                Lord George era lo que ella necesitaba. Lord George era un hombre sereno que jamás se metería en líos.
-¿Y tú crees que tu prometido te hará feliz?-le preguntó Alexander con furia contenida.
-Es un patriota-respondió Charlotte-Ama a su país.
                                 Alexander también amaba a Inglaterra. Por el amor que le profesaba a su patria, sabía que la Familia Real estaba siendo nefasta. Habían perdido las Colonias que tenían en América del Norte.
                                 El Rey era un pobre loco. ¿Y se podía decir algo bueno acerca del Príncipe de Gales?
-¿Crees que las cosas irán bien si el Príncipe de Gales llega a reinar?-interrogó a su amada-Sólo se preocupa de sí mismo y se rodea de una camarilla de aduladores que no le están haciendo nada bien. Brummel está ascendiendo sólo porque asesora al Príncipe en ropa. ¡Eso es lo único que le importa!
                              Charlotte se abstuvo de decirle que eso no era del todo cierto. Prinny también se preocupaba por María Fitzherbert. ¿Quién nos va a reinar?, pensó la joven con angustia. Estaban entre un pobre loco y un maldito egoísta. Otra vez debía de darle la razón a Alexander.



                                Se rebeló contra tales pensamientos. El Rey Jorge lo había hecho lo mejor que había podido. Y el Príncipe George lo haría lo mejor que pudiera.
-Tendremos un buen Rey cuando muera Jorge-replicó Charlotte-Lo que pasa es que eres un cabezota.
                            En realidad, era ella la que estaba siendo cabezota. Se estaba negando así misma la oportunidad de ser feliz. Quiso apartarse de Alexander, pero era incapaz de moverse. Era como un imán que la atraía hacia él.
                            Era como un fantasma que habitaba cerca de ella. A su lado...
                            Era como el aire que respiraba. Tan necesario para vivir. Una lágrima rodó por la mejilla de Charlotte. Pensar en estar lejos de aquel hombre la destrozaba.
-Alex...-susurró con la voz ahogada.
                          El joven se acercó a ella y empezó a llenar de besos su cara.
-Charlie...-le rogó mientras la llevaba al sofá-Deja que te demuestre lo mucho que nos amamos. Ven conmigo, Charlie. No me alejes nunca más de tu lado.
                             La joven no podía hablar. Tan sólo podía sentir.
                             Sentía las manos que le quitaban de forma apresurada su vestido casi al mismo tiempo que se desnudaba así mismo.
                              Sintió los labios de Alexander que no dejaban de besar una y otra vez sus labios de manera larga y densa. Aquellos besos estaban cargados de verdadero amor. De anhelo...
                              Sintió la lengua de Alexander recorriendo su esbelto cuello saboreándolo. Sus dientes mordisqueando con suavidad sus pezones.
                               Y oyó gemidos de placer que provenían de ambos.

sábado, 6 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
Vamos a ver cómo Charlotte se sincera con su prima Melinda.
¿Qué le contará?

                                  A la tarde siguiente, sir Héctor decidió no dormir la siesta y acudió a visitar a lord George.
                                 Melinda y Charlotte se quedaron solas en casa. Melinda quería saber lo que había ocurrido dos días antes, cuando su prima se reencontró con Alexander.
                                 La criada sirvió el té en el comedor. Melinda bebió un sorbo de su taza de té antes de empezar a acribillar a preguntas a Charlotte. Quería saber lo que había ocurrido entre Alexander y ella. ¿Acaso iban a fugarse juntos?
                                 La cocinera había preparado unos deliciosos pastelitos para acompañar el té. Charlotte cogió uno de aquellos pastelitos y le dio un desganado mordisco.

 

                                   El silencio de la joven exasperaba a Melinda.
                                   Tenía la sospecha de que había ocurrido algo entre su prima y su antiguo amante. ¡Qué romántico sonaba! ¡Charlotte había tenido un amante!
-¿Piensas romper tu compromiso con lord Craft para regresar junto a lord Alexander?-la interrogó-Puede parecer que estés cometiendo una locura. Pero yo...
-¡Jamás regresaré con Alex!-la interrumpió Charlotte, exasperada.
-Pero estás enamorada de él.
                                 Charlotte le dio un mordisco furioso al pastelito que había cogido.
                                 Le ponía nerviosa, incluso, escuchar cómo Melinda removía su taza de té. Estaba nerviosa desde que Alexander y ella volvieron a verse.
                                ¿Por qué tuvo que acceder a verle de nuevo? ¿Por qué no regresó a su casa?
                                ¿Por qué no dejaba de pensar en él? Charlotte sentía el deseo de echarse a llorar. Ante los ojos de su país, era una traidora por el simple hecho de haberse enamorado de un traidor. Pero, ¿a qué era traidor realmente Alexander? Nunca hubo otra mujer en su vida que no fuera ella.
-Lord Craft es el hombre que me conviene-replicó Charlotte-Y me voy a casar con él.
                                   Melinda bebió otro sorbo de su taza de té. Miró por encima de la taza a su prima con gesto ceñudo. Conocía demasiado bien a Charlotte.
-Te pareces mucho a mí cuando me empeño en algo-observó-También puedes ser muy terca.
-Tú siempre has sido terca-afirmó Charlotte.
-Pero estás obcecada. No te das cuenta de lo que está pasando. Vas a ser una desgraciada al lado de lord Craft durante el resto de tu vida.
                                    Lo sé, pensó Charlotte con tristeza.
                                    Terminó de comerse el pastelito que había cogido. Lo saboreó con desgana.
                                    Tenía que ir a la modista para la confección de su vestido de novia. No quería ni pensar en viajar a Londres para visitar a madame La Rúe. No quería pensar en nada.
-Es un buen hombre-insistió Charlotte.
                                    Necesitaba convencer a Melinda de que había hecho la mejor elección. Se mantendría alejada de Alexander. No quería volver a verle nunca más.

jueves, 4 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
La verdad es que estoy muy contenta con el desarrollo que está teniendo la historia. Espero poder terminarla a lo largo de este año porque siento que es lo que toca.
Veamos qué le ocurre hoy a Charlotte.

                                  Debió de haberse apartado de Alexander cuando él la besó.
                                  Pero la mente de Charlotte se había nublado en el momento en el que los labios del joven se posaron sobre sus labios.
                                   Lord George se encontraba mejor cuando Charlotte acudió a visitarle a la tarde siguiente. El noble la recibió en el salón de su casa. Tomaron asiento en el sofá, frente a la chimenea, que estaba apagada. Lord George fue el primero en advertir que su prometida estaba algo rígida.
                                  Cuando la besó, Charlotte se envaró.
-Te veo pálida, querida-observó lord George.
                                    Charlotte alegó que había pasado una mala noche.
-No he podido conciliar el sueño-le dijo.
-Debes de estar nerviosa por la boda-opinó lord George.
                                   Charlotte no quería contarle a su prometido nada acerca de lo que realmente había ocurrido. Era verdad que había pasado mala noche porque los recuerdos acudieron a su mente.
                                   Recordaba sus primeros días con Alexander. Cómo su historia de amor floreció.
                                   Recordaba la primera vez que él la besó.
                                   Los besos que él le dio cuando se escondían detrás de algún árbol.
                                   Entonces, Charlotte se había sentido la mujer más feliz del mundo.
                                   Lord George sentía un profundo y sincero cariño por ella.
                                   Era una joven hermosa.
                                   Estaba en edad casadera. Se la consideraba un ejemplo de recato. Podía engendrar con ella un par de hijos.
-¿De verdad quieres casarte?-le preguntó a bocajarro.
                                   Al escuchar aquella pregunta, Charlotte se sobresaltó.
                                   Lord George cogió su mano y se la besó.
                                   Deseaba poder adivinar lo que estaba pensando su prometida en aquellos momentos.
                                  Lord George había yacido en los brazos de varias mujeres. Había besado a muchas mujeres en los labios a lo largo de su vida.
                                   Pero sentía que Charlotte era distinta. Lo adivinó la primera vez que la vio y tuvo la certeza, cuando la conoció mejor, que había acertado de lleno. Sin embargo, tenía la sospecha de que había algo que su prometida no quería contarle.
-Yo sí quiero casarme con usted-respondió la joven.
-No te veo nada ilusionada con este matrimonio-afirmó lord George.
-Ya le he dicho que sólo estoy nerviosa por la boda, Excelencia. Los días pasan volando. Y todavía no hemos empezado con los preparativos.
                                   Charlotte no se atrevía a mirar a su prometido a la cara.
-¿Quieres que pospongamos la boda por algún tiempo?-le sugirió lord George.
-No quiero que usted se ofenda, milord-contestó Charlotte.



                                 Los recuerdos acudieron a la mente de la joven. ¿Cómo podía hablarle a lord George acerca de su historia de amor con Alexander? ¿Cómo podía contarle que había sido la amante de un traidor? ¿Cómo podía explicarle que, en realidad, seguía tan enamorada de él que estaba dispuesta a seguirle a Francia? Porque eso mismo era lo que más deseaba hacer. Huir con Alexander a Francia.
                            No sólo se habían encontrado a la orilla del río Támesis la tarde antes. Alexander se coló por la ventana de su habitación.
                             La sangre se agolpó en las mejillas de Charlotte cuando recordó lo ocurrido en su cuarto. Nadie lo sabía.
                              Por la forma en la que Alexander la besó mientras se desnudaba, se sintió perdida. Su sentido común se esfumó. Sólo quedaba el cuerpo masculino que la atraía hacia sí.
                               Los dos...
                               Quería borrar de su mente los recuerdos de Alexander besando una y otra vez su cuello mientras lo saboreaba. De Alexander succionando delicadamente sus pezones.
                              Al día siguiente, él quería quedarse. Pero Charlotte le obligó a irse. Quería dar la campanada. Pregonar que la amaba y que debían de estar siempre juntos. Pero el valor le falló a Charlotte.
-Temo decepcionarle-le dijo a lord George.
-Nunca me defraudarías, querida-le aseguró el noble-Me siento muy afortunado. Voy a casarme con una mujer extraordinaria. Te voy a hacer muy feliz. Nos llevamos bien. Y pienso que nuestro matrimonio podría ser dichoso. Podemos darnos una oportunidad. ¿No te parece?
-Sí...
-¡Maravilloso! Debemos de empezar con los preparativos de la boda. El traje de novia debe de confeccionarlo la mejor modista de Londres. ¿Qué te parece Agustine La Rué?
-He oído hablar de ella. Pero mis gustos son sencillos.
                            Lord George empezó a hablar. Charlotte le dejó hablar mientras cerraba los ojos con fuerza. Se sintió más perdida que nunca.

miércoles, 3 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Para no perder las buenas costumbres, aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
Veamos cómo tiene lugar el reencuentro entre Alexander y Charlotte.
¿Qué pasará entre ellos?

                            Fueron las constantes súplicas de Melinda las que acabaron minando la resistencia de Charlotte. Tomó la decisión de que vería por última vez a Alexander.
                            De pronto, se vio así misma por la tarde a la orilla del río Támesis. Llevaba puesto un vestido de color oscuro. Todo el mundo dormía profundamente en la isla. Era la hora de la siesta. Muchos de sus vecinos dormían la siesta. Incluida, su prima Melinda. Aquella tarde, le dijo a su padre que se retiraba a descansar un rato a su habitación después de comer. Logró salir de casa sin ser vista.
-No pienso volver a verle nunca más-le aseguró a Melinda cuando se retiraron a sus respectivas habitaciones.
-Estás haciendo lo correcto-le aseguró su prima-Aún sigues enamorada de él.
                           Era la única que sabía lo que iba a hacer. Por mediación de ella, le envió aquella nota a Alexander. En ella, le citaba en la orilla del río Támesis a la tarde siguiente. Antes de la hora del té...
                            El corazón de Charlotte golpeaba con fuerza dentro de su pecho. Iba descalza. No dejaba de caminar de un lado a otro. Pensaba en su padre. ¡Se sentiría tan decepcionado si llegaba a enterarse! Había sido la amante de un traidor. De alguien que apoyaba a Napoleón ciegamente. ¿Y qué diría lord George? No quería ni pensarlo.
                            Alexander no había llegado cuando Charlotte llegó al lugar de encuentro. Sin embargo, no tardó en aparecer.
                            Un nudo se formó en la garganta de la joven cuando Alexander, sin decir nada, avanzó hacia ella y llenó de besos su cara.
                            Tenían la sensación de que habían pasado siglos desde que se vieron por última vez.
                            Cuando los labios de Alexander se posaron sobre sus labios, Charlotte se apartó de él.
-Voy a casarme con lord Craft-le recordó con frialdad.
                             Debía de fingir frialdad. Después de todo, Alexander era un traidor. Aquella palabra maldita sonaba una y otra vez en su mente. La luz del Sol iluminó el rostro de Alexander. Charlotte sintió el deseo de echarse a llorar. A pesar de todo, no dejaba de ser el hombre que más amaba en el mundo. El joven empezó a hablar. Le reiteraba una y otra vez lo mucho que la quería.
-¡Por favor, no sigas hablando!-le rogó Charlotte, interrumpiéndole.
                           Alexander no estaba dispuesto a renunciar a sus ideales por ella y, lo que era peor, en el fondo, Charlotte pensaba que algo de razón tenía.
-Vente conmigo a Francia-le pidió Alexander a bocajarro.
                           Era una idea sobre la que llevaba mucho tiempo reflexionando. Quería ponerse al servicio de Napoleón. Incluso, le había comentado a Valiant sus planes. Naturalmente, su amigo se había puesto hecho un basilisco con él cuando se lo contó.
-¿Te has vuelto loco?-le increpó Charlotte incrédula.



                                Una parte de ella quería irse con él. Quería acompañarle en su viaje a Francia. Incluso, quería ayudarle en lo que pensaba que era justo. Sin embargo, iba a casarse con lord Craft.
-¿No te das cuenta de lo que me estás proponiendo?-le espetó indignada.
                             La cólera se había apoderado de Charlotte. Pero no estaba furiosa con Alexander. En realidad, con quién estaba furiosa era consigo misma. No sabía qué hacer para olvidar a aquel joven.
-Charlie, tú todavía me amas-contestó él con dulzura-Lo puedo ver en tus ojos.
                         Ella quería apartarse de él.
                         Quería regresar corriendo a su casa. Buscar un lugar donde sentir que Alexander estaba lejos de ella. Pero, ¿cómo podía pensar en eso si Alexander siempre estaba en su cabeza? Era el dueño de su corazón.
-Tan sólo te pido que nos demos otra oportunidad-añadió él.
                        Era paciente. Tan sólo se trataba de hacerla entrar en razón. Hacer que viera que no podían estar separados.
-Lo siento, pero no puedo hacer lo que me pides-se negó Charlotte-Tan sólo quiero olvidarte y que tú me olvides.
                         Contra su voluntad, una lágrima rodó por la mejilla de la joven.
-¡Tú me amas!-casi gritó Alexander lleno de desesperación-¿Por qué no lo quieres reconocer, Charlie?
-Porque eres un traidor-contestó ella con la voz ahogada. Al mismo tiempo, le aferró con furia de los brazos-¿No te das cuenta? ¿Sabes lo que le hacen a los traidores? ¿Sabes cómo terminan?
-¿Acaso temes por ti? ¿Temes lo que te pueda pasar? No te pasará nada, Charlie. Estoy aquí para protegerte. En el fondo, piensas igual que yo.
-No temo por mí. ¡Temo por ti! ¿Y si te arrestan? ¿Y si te matan?
-No dejaré que eso pase.
-¡Pero te pasará y no quiero que te hagan daño! Alex...Yo...
                          Había dejado aflorar lo que realmente sentía. Perder a Alexander sería igual a matarla.
                          Los sollozos sacudieron el cuerpo de Charlotte. De pronto, Alexander pareció entender muchas cosas.
                            Entendía los miedos de la joven que era su vida.
                           Tomó entre sus brazos a Charlotte y la besó con intensidad, intentando consolarla y haciéndole ver que era su mundo.

martes, 2 de junio de 2015

HISTORIA DE DOS PRIMAS

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo trozo de este curioso proyecto titulado Historia de dos primas. 
¡A ver qué os parece!

                              Kate se obsesionó con la idea de que había otra mujer en la vida de Christopher. Era algo que se le había metido en la cabeza. Quería pensar que eso era mentira.
                              Había veces en las que su prometido no la besaba.
                              Entonces, la imaginación de Kate se disparaba. Se decía que lo hacía porque se veía con otra mujer. Que tenía una amante. Alguien a quien ella no conocía de nada.
                              Creía que esa mujer era Melanie, su prima. Era la mujer más próxima a Christopher. Pero, se dijo, no podía vivir en un estado de paranoia constante.
                              Lady Regina veía a su sobrina preocupada. En ocasiones, se negaba a salir de su habitación para cena. No quería comer.
                              Lady Regina la oía llorar por las noches. Le preguntaba si todo iba bien. Pero Kate se negaba a responder. Aún así, lady Regina veía que su sobrina estaba cada vez más deprimida. Intuía que Christopher tenía algo que ver con la depresión en la que estaba sumida Kate. Era un joven muy distinto a ella. Kate estaba llena de vida. Christopher, en cambio, era más sereno.
                             ¿Acaso aquel caballero le estaba siendo infiel a su sobrina?
                              Conocía los síntomas del desamor. La apatía y el llanto...Kate los tenía todos. Tenía veinticuatro años y había creído que nunca se casaría hasta que Christopher apareció en su vida.
                              Lady Regina tenía miedo de que su sobrina cometiera una locura. Y el culpable era Christopher; sería Christopher.
                              Seis años antes, Kate pudo haberse casado, de no ser porque su prometido falleció en Newgate. Fue un episodio verdaderamente horroroso en su vida. Rara vez quería hablar del tema.
                              Una tarde, Kate y su prima Melanie dieron cuenta cada una de una taza de té. Hacía un día soleado y tomaron el té en el jardín. Melanie bebió un sorbo de su taza de té y miró con preocupación a su prima.
-Siento que le estoy perdiendo-se sinceró Kate.
-Y yo pienso que estás exagerando-le aseguró Melanie.
-La otra vez, me equivoqué. Pensé que Marcus era distinto. ¡Dios mío! ¡Me ha vuelto una desconfiada! Pienso mal de todo el mundo. Hasta de Chris...
-Mister Elliot está realmente enamorado de ti.
-No le importa mi pasado. Marcus me lo quitó todo.
-Lo único que hizo bien ese malnacido fue morirse. Y tuvieron que apuñalarle en su celda.
-¡Melanie!
-No me gusta regodearme en la desgracia ajena. ¡Pero tuvo lo que se merecía! Yo era apenas una niña, pero todavía me acuerdo de las lágrimas que ese miserable te hizo llorar. ¡Le odio!
-Lo malo es que Chris sabe que no estoy bien.
-Y te sigue queriendo.

lunes, 1 de junio de 2015

PROYECTO "HISTORIA DE DOS PRIMAS"

Hola a todos.
No me olvido de mi blog novela "Ecos del pasado". Pronto, volveré a subir más fragmentos con la historia de amor entre Charlotte y Alexander. ¡Y espero que os gusten!
Sin embargo, he querido que este blog albergue otro de mis proyectos fallidos. No se trata de una historia ni de un relato. Empecé a escribir fragmentos cuando se me ocurría y lo que me ha quedado ha sido muy raro.
Lo he titulado Historia de dos primas y quiero ir subiendo poco a poco a este blog fragmentos de este extraño proyecto.
La acción transcurre en el año 1874, en la isla de Two Tree, en el río Támesis. En teoría, debe de contar la historia de dos primas, Melanie y Kate. Kate está prometida al apuesto Christopher Elliot, pero él empieza a mirar a Melanie con otros ojos.

                               Lady Regina, la tía de Kate, era testigo de uno de los encuentros de su sobrina con Christopher Elliot.
                                Lo cierto era que le parecía hasta un milagro imaginar que Kate iba a casarse.
-Haced como si yo no estuviera-les dijo.
-Me siento un poco violento-le confesó Christopher a Kate-No me gusta que tu tía nos vigile.
                              Ella sonrió.
-Mi tía es una mujer comprensiva-dijo-Pero no se fía. Es como una madre para mí.
-Tu tía Regina sabe que soy un caballero-le aseguró Christopher-Y que nunca me aprovecharé de ti. Te quiero, Katie. Quiero que nos casemos. Que vivamos felices. Lo demás no importa.
                           Kate le cogió las manos y se las apretó con fuerza. Quería que Christopher no se sintiera violento por la presencia de tía Regina en el saloncito de la casa.
-Desde que me quedé huérfana, vivo con ella, con mi tío y con mi prima-dijo-No llegué a conocer a mi madre, que murió al traerme al mundo. Y mi padre volvió a casarse. Tuvo una hija y se olvidó de mí. La única familia que me quedan son mis tíos. Y mi prima Melly...Quiero que te lleves bien con ellos. Son muy sobreprotectores.
-Lo sé, cariño; por eso, me cae tan bien tu familia-se rió Christopher.
                             Pero el joven no pudo evitar sentirse violento cuando al besar a Kate, tía Regina le miró de manera inquisidora.
-Será mejor que te vayas-le sugirió Kate.