jueves, 4 de junio de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
La verdad es que estoy muy contenta con el desarrollo que está teniendo la historia. Espero poder terminarla a lo largo de este año porque siento que es lo que toca.
Veamos qué le ocurre hoy a Charlotte.

                                  Debió de haberse apartado de Alexander cuando él la besó.
                                  Pero la mente de Charlotte se había nublado en el momento en el que los labios del joven se posaron sobre sus labios.
                                   Lord George se encontraba mejor cuando Charlotte acudió a visitarle a la tarde siguiente. El noble la recibió en el salón de su casa. Tomaron asiento en el sofá, frente a la chimenea, que estaba apagada. Lord George fue el primero en advertir que su prometida estaba algo rígida.
                                  Cuando la besó, Charlotte se envaró.
-Te veo pálida, querida-observó lord George.
                                    Charlotte alegó que había pasado una mala noche.
-No he podido conciliar el sueño-le dijo.
-Debes de estar nerviosa por la boda-opinó lord George.
                                   Charlotte no quería contarle a su prometido nada acerca de lo que realmente había ocurrido. Era verdad que había pasado mala noche porque los recuerdos acudieron a su mente.
                                   Recordaba sus primeros días con Alexander. Cómo su historia de amor floreció.
                                   Recordaba la primera vez que él la besó.
                                   Los besos que él le dio cuando se escondían detrás de algún árbol.
                                   Entonces, Charlotte se había sentido la mujer más feliz del mundo.
                                   Lord George sentía un profundo y sincero cariño por ella.
                                   Era una joven hermosa.
                                   Estaba en edad casadera. Se la consideraba un ejemplo de recato. Podía engendrar con ella un par de hijos.
-¿De verdad quieres casarte?-le preguntó a bocajarro.
                                   Al escuchar aquella pregunta, Charlotte se sobresaltó.
                                   Lord George cogió su mano y se la besó.
                                   Deseaba poder adivinar lo que estaba pensando su prometida en aquellos momentos.
                                  Lord George había yacido en los brazos de varias mujeres. Había besado a muchas mujeres en los labios a lo largo de su vida.
                                   Pero sentía que Charlotte era distinta. Lo adivinó la primera vez que la vio y tuvo la certeza, cuando la conoció mejor, que había acertado de lleno. Sin embargo, tenía la sospecha de que había algo que su prometida no quería contarle.
-Yo sí quiero casarme con usted-respondió la joven.
-No te veo nada ilusionada con este matrimonio-afirmó lord George.
-Ya le he dicho que sólo estoy nerviosa por la boda, Excelencia. Los días pasan volando. Y todavía no hemos empezado con los preparativos.
                                   Charlotte no se atrevía a mirar a su prometido a la cara.
-¿Quieres que pospongamos la boda por algún tiempo?-le sugirió lord George.
-No quiero que usted se ofenda, milord-contestó Charlotte.



                                 Los recuerdos acudieron a la mente de la joven. ¿Cómo podía hablarle a lord George acerca de su historia de amor con Alexander? ¿Cómo podía contarle que había sido la amante de un traidor? ¿Cómo podía explicarle que, en realidad, seguía tan enamorada de él que estaba dispuesta a seguirle a Francia? Porque eso mismo era lo que más deseaba hacer. Huir con Alexander a Francia.
                            No sólo se habían encontrado a la orilla del río Támesis la tarde antes. Alexander se coló por la ventana de su habitación.
                             La sangre se agolpó en las mejillas de Charlotte cuando recordó lo ocurrido en su cuarto. Nadie lo sabía.
                              Por la forma en la que Alexander la besó mientras se desnudaba, se sintió perdida. Su sentido común se esfumó. Sólo quedaba el cuerpo masculino que la atraía hacia sí.
                               Los dos...
                               Quería borrar de su mente los recuerdos de Alexander besando una y otra vez su cuello mientras lo saboreaba. De Alexander succionando delicadamente sus pezones.
                              Al día siguiente, él quería quedarse. Pero Charlotte le obligó a irse. Quería dar la campanada. Pregonar que la amaba y que debían de estar siempre juntos. Pero el valor le falló a Charlotte.
-Temo decepcionarle-le dijo a lord George.
-Nunca me defraudarías, querida-le aseguró el noble-Me siento muy afortunado. Voy a casarme con una mujer extraordinaria. Te voy a hacer muy feliz. Nos llevamos bien. Y pienso que nuestro matrimonio podría ser dichoso. Podemos darnos una oportunidad. ¿No te parece?
-Sí...
-¡Maravilloso! Debemos de empezar con los preparativos de la boda. El traje de novia debe de confeccionarlo la mejor modista de Londres. ¿Qué te parece Agustine La Rué?
-He oído hablar de ella. Pero mis gustos son sencillos.
                            Lord George empezó a hablar. Charlotte le dejó hablar mientras cerraba los ojos con fuerza. Se sintió más perdida que nunca.

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