miércoles, 25 de marzo de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de Ecos del pasado. 
Vamos a centrarnos en Alexander y en Charlotte.

                                    Alexander pasó por delante de la casa de los Stanyon. No era la primera vez que lo hacía.
                                   Por suerte o por desgracia, nadie le había visto. Y Alexander no quería parecer un ladrón que rondaba la casa de los Stanyon.
                                  Lo único que quería era ver a Charlotte. Desde el ventanal del salón, Alexander podía ver a aquella belleza que le había robado el sueño. Podía contemplar su cabello de color castaño recogido en un moño. Daba una imagen de serenidad. De tranquilidad...
                                 Sus ojos de color azul cielo parecían un mar en calma. Pero era sólo fachada. Su cabello contrastaba con la blancura de su piel.
                                 Los recuerdos de cuándo paseaban juntos a orillas del río Támesis acudieron a su mente.
                                Charlotte se colgaba de su brazo mientras caminaban.
                                Su rostro se encendía cuando estaba cerca de Alexander. El corazón del joven latía a gran velocidad cuando estaba con ella.
                                Una verdadera rosa inglesa es mi querida Charlotte, pensaba con admiración. Había escuchado que se encontraba en una edad casadera. Pero todavía no tenía muchos pretendientes.
                              En el interior de la casa, sir Héctor, su hija y su sobrina estaban dando cuenta cada uno de una taza de té en el comedor. Charlotte dio un respingo movida por un resorte. Tenía la sensación de que había alguien mirándola.
-¿Qué te ocurre, prima?-le preguntó Melinda.
-No es nada-respondió Charlotte, con voz temblorosa.
                               Le cogió la mano a Melinda.
                               Desde que conoció a Alexander, la tranquila y callada Charlotte había desaparecido por completo. Sólo quedaba una mujer que no era capaz de dormir por las noches pensando en él.
-Seguro que Alexander está rondando nuestra casa-apostilló Melinda.
                             Charlotte se puso pálida al recordar todos los momentos que había vivido con él.
                             Los besos que se habían dado escondidos tras los troncos de los árboles.
                            Lo feliz que era cuando acudía a su encuentro.
                             Cuando yacían acostados sobre la hierba besándose y entregándose a la pasión.
-Estás enamorada de él-afirmó Melinda.
-Padre te puede oír-le replicó Charlotte.
                            La joven llevaba puesto un vestido de color verde claro. Era uno de los vestidos que había confeccionado para ella una modista del condado. Le favorecía. Mientras, Melinda llevaba puesto un vestido de color azul. Azul muy claro...
-¿De qué estáis hablando, niñas?-se interesó sir Héctor.
                            Charlotte le contestó a su padre que estaba comentando con Melinda acerca de un bordado que pensaba hacer. Era un mantel que había empezado a bordar con punto de cruz. Charlotte quería regalárselo a Melinda. Formaría parte de su ajuar de bodas. Pero la joven se negaba. Melinda tuvo que darle la razón a su prima. Sin embargo, en su fuero interno, sabía que nunca se casaría.
                            Había recibido algunas visitas de ciertos caballeros tras la ruptura de su compromiso.
                            Había accedido a tocar el piano para ellos. Era toda una virtuosa de aquel instrumento.
                           Incluso, le habían besado las manos.
                           Aquellos hombres hablaban del cabello de color dorado de Melinda con admiración, pero ella no quería confiar en ellos.
                           Alexander optó por alejarse de aquella casa porque Charlotte podía verle en cualquier momento y lo último que quería era ponerla en una situación comprometida. Había oído algunos rumores acerca de la posible boda entre su amada con lord Craft. ¡Pero aquellos rumores no podían ser ciertos! Charlotte no podía casarse con lord Craft. ¡Ella lo amaba a él! ¿Por qué intentaba hacer las cosas más difíciles?
                             Charlotte creía que se iba a ahogar.



-¿Te encuentras bien, querida?-le preguntó sir Héctor-No quiero que caigas enferma. Hemos de fijar ya una fecha para la boda.
-Deberías de consultarlo con lord Craft, padre-respondió Charlotte-Cualquier fecha que él disponga estará bien. Es un buen hombre y quiero hacerle feliz.
-Y que él te haga feliz a ti-corroboró Melinda con cierta intención.
-Es un buen hombre y sé que me hará feliz-insistió Charlotte con cierta terquedad.
                           Trataba de apartar de su mente los recuerdos. Recuerdos de Alexander que volvían una y otra vez a ella.
                            Acariciando su cuerpo con las manos. Besándola en el cuello. Estrechándola con fuerza entre sus brazos para convertirse en un solo ser.

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