domingo, 11 de enero de 2015

HISTORIA DE UN ESPEJO

Hola a todos.
Y aquí llega el desenlace de mi relato Historia de un espejo. 
Espero de corazón que os haya gustado.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy!

                               Los siglos han pasado sin darme apenas yo cuenta. Se han producido algunas grietas en mi cristal.
                               No me he roto, por suerte. Dicen que romper un espejo acarrea siete años de mala suerte a quien lo rompe. Pero acabaré rompiéndome.
                              He pasado por las manos de muchas mujeres. Se han visto reflejadas en mí.
                              Yo les he hecho ver cuál eran sus defectos. Les he cantado las alabanzas acerca de sus virtudes.
                               Mujeres de todo tipo han buscado su rostro en mi cristal. Y yo he hablado con ellas.
                              He intentado ser de gran ayuda. A través de mi cristal, he presenciado toda clase de escenas.
                              Dicen que soy un ser inanimado. Dicen que los espejos carecen de alma y de sentimientos. Pero yo os puedo asegurar que eso es falso. He podido vivir. He podido sentir. Y todo eso lo he logrado a través de mis dueñas.
                             Talía fue la que me enseñó a sentir. Ella no se dio cuenta nunca. Pero me hizo un gran favor cuando se enamoró de Set.
                            Ahora, es otra joven la que me ha comprado. He terminado en un rastrillo benéfico. La joven estaba paseando por allí. Y me compró.
                            Reaccionó con cierto cinismo cuando me escuchó hablar por primera vez. La época de los hechizos ha pasado a la Historia. Ahora, la gente se comunica a través de algo que se llama redes sociales. 
                           Pero, por algún motivo, yo sigo aquí. Cuando esa joven quiera, se verá reflejada en mi cristal. Yo podré hablar con ella. Y recordarle cuán maravillosa es.



                              Ella me escuchará. Y acabará dándose cuenta de lo valiosa que es. Tendrá que darme la razón. Como lo han hecho las otras. Porque es verdad que todas las mujeres que han sido mis dueñas eran maravillosas. Y sólo yo lo veía. Sólo ellas lo saben.

FIN

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