domingo, 30 de agosto de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un fragmento de Ecos del pasado bastante cortito.
Veamos qué ocurre.

                                 La familia Stanyon regresó a casa dando un paseo. Melinda se dio cuenta de lo callada que iba Charlotte. Tenía la mirada baja. Se había percatado de que tenía los botones del corpiño de su vestido mal abrochados.
                                  Melinda frunció el ceño.
                                  Charlotte tenía en el cuello lo que parecía ser la señal de un mordisco apasionado. Y sus labios estaban hinchados. Parecía que había estado besando a alguien durante mucho rato.
-¿Va todo bien?-le preguntó sir Héctor a su hija en cuanto el mayordomo les abrió la puerta.
                                  Pasaron al recibidor.
                                  Charlotte asintió a modo de respuesta.
                                  En el momento en el que Alexander soltó las horquillas con las que había recogido su dondella su cabello, Charlotte se olvidó de todo.
                                 Se había entregado a él nuevamente en el jardín de la casa de los Flemming. Volvía a ser la ramera de un traidor.
                                   No se dio cuenta de que Alexander se había desnudado completamente y la tumbó con delicadeza sobre la hierba, junto a las rosas, mientras la desnudaba. La mente de Charlotte se nubló completamente. No pudo pensar de forma racional.
                                  Tan sólo podía sentir las manos de Alexander acariciando su piel. Podía sentir sus propias manos acariciando el cuerpo bien formado del joven. Sus labios se posaron sobre los labios de ella.
                                 Charlotte correspondió de buena gana a cada uno de los besos que Alexander le dio. Abrió la boca para facilitar el acceso a su lengua. Bebió del sabor de la boca de Alexander con deleite.
                                   La lengua del joven recorrió su cuello. Lo mordisqueó suavemente mientras Charlotte se estremecía de placer. Y, luego, lo sintió besando con arrobo sus pezones erguidos.
-Charlie, tengo que hablar contigo-le dijo Melinda a su prima.
                                    Subieron la escalera. Charlotte no se atrevió a mirar a su prima a la cara.
-Has visto a Alexander-observó Melinda.
-¡No le he visto!-mintió Charlotte, alterada.
-Tus ojos te delatan, Charlie. Es normal que le hayas visto. En tu corazón, lo sigues amando.

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