viernes, 27 de marzo de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Ecos del pasado centrado en el personaje de Alexander y aparece el mejor amigo de éste, Valiant.
Vamos a conocer un poco mejor la manera de pensar de Alexander.

                            Alexander se enteró leyendo The Times que Charlotte iba a contraer matrimonio con lord Craft.
                            La ira y el dolor se mezclaron en su corazón. ¡Charlotte no podía casarse con aquel hombre!, pensó con rabia y con tristeza. ¡Ella le amaba a él! ¡Su corazón se lo decía!
                            Accedió a salir a dar un paseo por la isla en compañía de su buen amigo Valiant Mantley. Valiant tenía treinta y cinco años. Para Alexander, era como un hermano mayor. Valiant se había convertido, a la muerte de su padre, en el vizconde de Waters. Sin embargo, no parecía muy interesado en buscar esposa.
-Prefiero que me fusilen a seguir viviendo sin Charlotte-le aseguró Alexander-¡Ella es mi vida!
-Entonces, debes de renunciar a tus ideas-le sugirió Valiant.
                        El vizconde formaba parte de la Inteligencia Inglesa. Se había acercado a Alexander después de recibir el soplo de que podía tratarse de un traidor.
                        Le escuchó hablar en un balneario en Bath. Había tanta pasión en sus palabras que Valiant se sintió confuso. Al conocerle mejor, supo que no podía entregarle.
-¡Ni hablar!-se negó Alexander con vehemencia.
                           Valiant elevó la vista al Cielo. Sabía que Alexander pensaría de aquel modo. Diría exactamente eso. Seguía lealmente al cónsul Napoleón.
                            Opinaba que los Reyes no servían para nada. El pueblo era quién debía de regir sus destinos. ¡Hasta criticaba abiertamente y con dureza al Rey George!
-Ser amigo tuyo es bastante peligroso-afirmó Valiant-Me estoy arriesgando a que me arresten por traición. Sin embargo, quiero ayudarte. Eres muy joven.
-¿Sabes cómo vivía el pueblo francés antes de la Revolución?-le preguntó Alexander a bocajarro.
                         Valiant había oído que los franceses no estaban atravesando por su mejor momento. Había oído que los impuestos que se cobraban eran demasiado frecuentes y demasiado elevados. La nobleza vivía de manera pomposa mientras que los campesinos sufrían penurias.
-¿Tú ves normal que un campesino tenga que morirse de hambre sólo porque ha nacido campesino?-le preguntó a Valiant.
-Eres marqués-respondió el vizconde-No tienes que pensar en esas cosas.
                         Era evidente que Alexander pensaba en todas ellas. Había leído libros.
                         Se había relacionado con gente que había estado en Francia.
                         Valiant pensaba que el Rey George había sido un buen monarca. Era cierto que se escuchaba desde hacía algún tiempo el rumor de que no estaba del todo bien de la cabeza. Era cierto que el Príncipe de Gales prefería celebrar pomposos banquetes en vez de ocuparse por intentar convertirse en un buen Rey.
-¿Y de qué me sirve lo que yo tengo si no me corresponde?-insistió Alexander-Voy a renunciar al marquesado. No es mío. No me pertenece.
                          Valiant le miró con horror.
                          Le aseguró que no iba a recuperar a Charlotte si seguía por ese camino.



-¿No te das cuenta de que vas a terminar mal?-le espetó.
-He perdido a Charlotte-contestó Alexander con tristeza-Y no pienso renunciar a mis ideas, que es lo único que me queda.
-Tus ideas son peligrosas. ¡Todo lo que dices es un completo disparate!
-Es lo que pienso.
                              Valiant pensó que Alexander se relacionaba con lo peorcito de Londres cuando iba allí. Acudía a cafés a hablar. A debatir. Los intelectuales parecían estar en contra del Rey y del Príncipe de Gales.
                             Sin embargo, a pesar de todo, Valiant veía razonable lo que decía aquel joven. No era justo que el Príncipe de Gales se diera la gran vida mientras había gente que sufría. Había tenido la ocasión de conocerle. Parecía estar más centrado en sus amoríos con aquella mujer, la tal María Fitzherbert, que en preocuparse del país que debía de regir. Sobre el que debía de reinar.
                          Pero...¿Acaso no era igual un traidor a cualquier otra persona? Valiant miró fijamente a Alexander.
                          Aquel joven amaba con todas sus fuerzas a una joven que iba a casarse con otro hombre.
                          Reía con sus amigos. Se preocupaba por los demás. No se parecía en nada a los seres demoníacos que le habían dibujado en la Inteligencia Inglesa.
                           Alexander era como él.
-No hables de tus ideas en público-le pidió Valiant.
-¿Crees que pienso ponerte en peligro?-le espetó Alexander-No pienso igual que tú. Pero te aprecio mucho, Val. No haré nada que te comprometa. Pero no puedes impedir que diga lo que pienso.
-Lo único que quiero es protegerte.
-Entonces, ayúdame a recuperar a Charlotte.
-¡Va a casarse con lord Craft!
-Todavía puedo impedir esa boda. Yo sé bien que ella sigue amándome. A pesar de lo que diga, tiene miedo a que pueda ponerla en peligro. Jamás permitiré que le ocurra nada malo. Val, Charlotte es mi vida.
                            Los recuerdos acudieron a la mente de Alexander.
                            Besando a Charlotte. Acariciando su cuerpo con sus manos. Mordiendo con suavidad su suave carne. Estrechándola entre sus brazos.
                            Todas las noches que habían pasado amándose a orillas del río Támesis. Aquellos recuerdos le animaron a tomar la decisión de recuperar a la mujer que lo era todo para él.
                     

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