Hola a todos.
En esta ocasión, veremos cómo Alexander busca la manera de encontrarse a solas con Charlotte.
¿Lo conseguirá?
Se sentía poco menos que un acosador.
Alexander había intentado colarse en el interior de la casa de los Stanyon en varias ocasiones. Había intentado abordar a Charlotte cuando la veía en compañía de su prima Melinda dando un paseo. Pero siempre había desistido. De haber obrado de aquel modo, Charlotte no habría ni querido hablar con él.
Su última baza era escribirle una nota.
No quería perder a Charlotte. Necesitaba hablar con ella y tratar de convencerla de que llevar aquel matrimonio adelante era una locura.
¡Ella no estaba enamorada de lord George! ¡Estaba enamorada de él!
Se encerró en su despacho en compañía de Valiant. Su amigo sería el encargado de llevarle a Charlotte la misiva que le estaba escribiendo.
-¡No pienso hacer eso!-se negó Valiant, mientras se paseaba como un animal enjaulado por el despacho de Alexander-¿Te has vuelto loco?
-No permitiré que Charlie se case con lord Craft cuando es a mí a quien ama-contestó Alexander de manera tajante-Sé bien lo que me vas a decir. Pero puedo tener las dos cosas. Amo a Charlotte con todas mis fuerzas y admiro a Napoleón del mismo modo.
-Tu causa es una causa perdida.
-¿Admirar a un cónsul es una causa perdida, amigo mío?
-Ese hombre quiere conquistar el mundo.
-Igual que los ingleses tenemos colonias en Asia, África, Oceanía y la tuvimos en América.
-No es lo mismo. Alex, te lo ruego. ¡No sigas adelante! ¡Me estás poniendo en un serio compromiso!
Yo puedo hacer feliz a Charlie, pensó Alexander. No será feliz viviendo al lado de ese hombre.
Valiant trataba de hacerle entrar en razón. Sus superiores y sus subordinados estaban empezando a sospechar.
Empezaba a oír rumores acerca de que se había cambiado de bando. El prestigio de Valiant estaba en peligro.
Pero lo que más le preocupaba era Alexander. Sentía admiración por aquel joven que se sostenía movido por sus ideas y por el amor que le profesaba a una joven. En realidad, Alexander era como cualquiera de los jóvenes que estaban bajo el mando de Valiant. Un joven lleno de ilusión...Un joven que tenía a una joven en su corazón.
Que amaba. Un traidor, sí.
Pero también un ser humano...Quizás, mucho más valiente de lo que Valiant había imaginado cuando le conoció.
-¿No te da miedo ser ajusticiado?-le preguntó el hombre.
-Cuando quieras entregarme, eres libre de hacerlo-respondió Alexander-Sólo quiero que Charlie me diga antes que me ama.
-Un hombre muerto poco puede hacer.
-No me da miedo la horca. Por lo menos, habré escuchado antes por boca de Charlie que me ama.
-¡Escribe esa maldita carta de una vez! Se la entregaré a esa joven. ¡Qué Dios nos asista! Voy a arruinar mi carrera. ¡Al Diablo ya todo!
Alexander se echó a reír.
-Alex, aunque no lo crea, tuve tu edad-le confesó Valiant-He cometido también mis locuras. No he sido ningún Santo. Y te envidio.
-¿Envidias a un traidor?-se rió el aludido-¡Qué raro!
-A tu vida ha llegado el amor. Una hermosa joven ha cautivado tu corazón. Yo todavía no sé lo que significa estar enamorado de una persona.
Valiant se veía así mismo reflejado en Alexander. Por ese motivo, no quería delatarle. Quería ayudarle.
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