Hola a todos.
Hoy, seguimos con un nuevo fragmento de Ecos del pasado.
En esta ocasión, Charlotte decide confesarle a Melinda su secreto más íntimo.
¡Veamos qué ocurre!
Sir Héctor pasó toda la tarde siguiente encerrado en su despacho en compañía de su secretario revisando papeles.
Hacía demasiado frío como para salir fuera.
Melinda y Charlotte permanecían sentadas en el sofá del salón bordando. La intención de Melinda era bordar con punto de cruz un mantel con las iniciales de su prima y de lord George. Formaría parte de su ajuar de bodas.
-Eso será si me caso con él-masculló Charlotte.
-¿Cómo dices?-se interesó Melinda, quién la había oído.
-Es posible que no me case con lord Craft. No creo que sea la mujer idónea para él.
Charlotte estaba bordando un pañuelo. Siempre había sido muy buena bordando. Sin embargo, las manos le temblaban con violencia aquella tarde.
Tiraba del hilo con demasiada rabia. Ver a Charlotte tan alterada era algo que Melinda jamás había contemplado.
Por lo general, Charlotte era la más calmada de las dos. Un trueno sonó a lo lejos. El cielo se había cubierto de densos nubarrones negros. Melinda quería saber qué le ocurría a Charlotte.
-Entre nosotras nunca han habido secretos-le recordó a su prima-Nos lo hemos contado todo.
Te vas a indignar cuando te lo cuente, pensó Charlotte con tristeza.
Quería ser capaz de sincerarse con Melinda. Pero ni siquiera se atrevía a mirarla a la cara. ¿Cómo le iba a explicar que se había enamorado de un traidor? Inglaterra y Francia estaban en guerra. Pero no sólo era Inglaterra quién estaba en guerra con Francia. Pero en Francia es donde la gente está muriendo, solía decir Alexander. Aquí, en Inglaterra, la vida sigue su curso. Charlotte respiró hondo. No lograba apartar a Alexander de su cabeza. Lo tenía metido dentro de ella. Respiró hondo.
Recordó todas las noches de amor que había vivido con él.
Los besos que se habían dado medio desnudos, recostados sobre la hierba, a orillas del río Támesis. Las caricias que Alexander le había brindado con las manos y con los labios. Los abrazos que se habían dado.
-No soy virgen-contó Charlotte a bocajarro.
Melinda la miró con cara de estupefacción.
-¿Qué estás diciendo?-se escandalizó la joven.
-No puedo casarme con lord Craf-contestó Charlotte, hablando muy deprisa y clavando sus ojos en Melinda-He estado con otro hombre. Me entregué a un traidor. A alguien que apoya al cónsul Napoleón. Y...
-Charlotte...¡Por Dios!
Hola Laura, me ha gustado mucho este fragmento de tu historia, me han dado ganas de leerla completa y espero hacerlo pronto. ¿Sabes? Admiro que con pocas frases y mucha pasión puedas armar una escena con una revelación tan impactante, felicidades.
ResponderEliminarBesos.
Hola Claudia.
Eliminar¡Me alegro muchísimo que te haya gustado!
Poco a poco, iré subiendo más fragmentos hasta que la concluya. Es lo que esta historia está pidiendo desde hace mucho tiempo.
Un fuerte abrazo.
Y gracias por tus palabras.