Lo prometido es deuda.
Espero poder subir una entrada diaria hasta poder terminar Ecos del pasado. ¡Y queda mucho por ver todavía!
Deseo de corazón que disfrutéis de esta intensa historia.
Empecemos.
ISLA DE THE LYNCH, EN EL RÍO TÁMESIS A SU PASO POR EL CONDADO DE BERKSHIRE, 1800
Desde la muerte de sus padres, lady Melinda Stanyon vivía con su tío paterno, sir Héctor. Éste era viudo desde hacía algunos años. Sólo tenía una hija, Charlotte, prima de Melinda.
Melinda permanecía sentada a la orilla del río Támesis, sobre la hierba. Contemplaba con gesto pensativo el cauce del río.
El sonido del mismo parecía querer decirle algo. Melinda no lograba quitarse de la cabeza la ruptura de su compromiso. El hombre con el que iba a casarse, el hombre del que estaba enamorada, había decidido que no quería pasar el resto de su vida a su lado.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Melinda. Una enorme sensación de frustración se apoderó de ella. Nunca me casaré, pensó con tristeza. Me quedaré soltera y me dedicaré a cuidar de tío Héctor hasta que se muera. Y, entonces, ¿qué será de mí?
Melinda había puesto todas sus esperanzas en aquel futuro compromiso. No en vano, el hombre del que se había enamorado era un duque. Su compromiso había sido secreto durante meses.
Aquel hombre era algo mayor que Melinda. Pero se sentía atraído por la joven.
La había conocido un año antes.
Melinda había viajado a Londres para tener su puesta de largo. Tuvo la enorme suerte de ser invitada a un baile que se celebró en Almacks, club del que sir Héctor se hizo socio aquel mismo año.
Melinda ya había sido presentada en la Corte. Y la Familia Real le había causado un hondo desasosiego.
Él estaba a la búsqueda de esposa. No lo disimulaba. Le había comentado a sus amigos que necesitaba casarse. Quería una esposa rica.
Acudió también a aquel baile. Y conoció a Melinda. La joven estaba hablando de manera animada con una conocida matrona. Sabía ganarse a la gente.
Se quedó mirando durante un largo rato y de forma descarada la figura de Melinda. Se dio cuenta de que debía de ser su primera temporada en sociedad. Poseía una esbelta figura. Estaba muy bien proporcionada. De todas las jóvenes en edad casadera que había en Almacks, era ella la más hermosa de todas.
Se le acercó. La invitó a bailar. Y supo que su presencia la había cautivado.
Su piel era blanca como la leche. El cuello de lady Melinda era largo y esbelto. Su cabello era de color dorado y rizado de forma natural. Sus ojos lo miraban con timidez, incapaz de creerse lo que le estaba ocurriendo.
Al terminar la pieza, la besó en la mano.
La había conocido un año antes.
Melinda había viajado a Londres para tener su puesta de largo. Tuvo la enorme suerte de ser invitada a un baile que se celebró en Almacks, club del que sir Héctor se hizo socio aquel mismo año.
Melinda ya había sido presentada en la Corte. Y la Familia Real le había causado un hondo desasosiego.
Él estaba a la búsqueda de esposa. No lo disimulaba. Le había comentado a sus amigos que necesitaba casarse. Quería una esposa rica.
Acudió también a aquel baile. Y conoció a Melinda. La joven estaba hablando de manera animada con una conocida matrona. Sabía ganarse a la gente.
Se quedó mirando durante un largo rato y de forma descarada la figura de Melinda. Se dio cuenta de que debía de ser su primera temporada en sociedad. Poseía una esbelta figura. Estaba muy bien proporcionada. De todas las jóvenes en edad casadera que había en Almacks, era ella la más hermosa de todas.
Se le acercó. La invitó a bailar. Y supo que su presencia la había cautivado.
Su piel era blanca como la leche. El cuello de lady Melinda era largo y esbelto. Su cabello era de color dorado y rizado de forma natural. Sus ojos lo miraban con timidez, incapaz de creerse lo que le estaba ocurriendo.
Al terminar la pieza, la besó en la mano.
Detrás de uno de los árboles que crecían en The Lynch, le había robado su primer beso. Y la había besado muchas veces después de aquello.
No sólo eso...Melinda se puso roja como la grana al recordarlo.
Pudo haber caído en sus brazos.
La forma en la que la besó y la acarició detrás de uno de aquellos árboles estuvieron a punto de hacerle perder la cabeza. Había tanta pasión aquellos besos. ¿De verdad un hombre podía acariciar de un modo tan íntimo a una mujer?
Ella se negó. Y él se dio cuenta de que había estado a punto de cometer un terrible error.
No sólo eso...Melinda se puso roja como la grana al recordarlo.
Pudo haber caído en sus brazos.
La forma en la que la besó y la acarició detrás de uno de aquellos árboles estuvieron a punto de hacerle perder la cabeza. Había tanta pasión aquellos besos. ¿De verdad un hombre podía acariciar de un modo tan íntimo a una mujer?
Ella se negó. Y él se dio cuenta de que había estado a punto de cometer un terrible error.
Pero ni la ingenuidad ni la belleza de Melinda sirvieron para retenerle a su lado.
En aquel momento, apareció su prima Charlotte.
-Está empezando a refrescar-comentó la joven-Deberías regresar a casa. La criada ha encendido la chimenea en el salón. Y, honestamente, pienso que no es bueno que estés sola.
-Voy a estar sola durante el resto de mi vida, Charlie-se lamentó Melinda.
Su prima la ayudó a levantarse.
-Ese hombre era un bastardo malnacido-afirmó Charlotte con rabia-No te merecía.
-¡Pero yo le amo!-replicó Melinda, al borde de las lágrimas.
Charlotte la abrazó con cariño.
Le dolía en el alma ver a su prima en aquel estado.
-Pues deberías de hacer algo para empezar a olvidarle-propuso-Pensar en otras cosas. Mi padre buscará un buen partido para ti que te hará olvidar a ese sinvergüenza. No te preocupes, Mel.
-Tú te casarás y yo me quedaré a cuidar de tío Héctor-auguró Melinda-No me importa quedarme soltera. No volveré a enamorarme nunca más.
-¡No digas eso!
-Es la verdad.
Las dos regresaron a casa lentamente.
Me gusta mucho Laura, muy buen comienzo!!
ResponderEliminarBesos!!
Hola Rae.
EliminarMe alegro de poder continuar con esta historia.
He decidido que tengo dos opciones con ella. O terminarla yo o que ella termine conmigo.
¡Vamos a ver lo que pasa!