domingo, 6 de julio de 2014

ESCENAS ELIMINADAS DE "UN AMOR PROHIBIDO"

Hola a todos.
Ya sé que este blog no es el blog de "Mía Stella", dedicado a esta saga.
Sin embargo, he querido compartir aquí con vosotros unos cuantos fragmentos eliminados de mi novela Un amor prohibido por considerar que son demasiado relleno.
Aparecen personajes que he considerado irrelevantes para la novela.
Sin embargo, fuera de ella, he creído que la historia podía ser interesante y no he querido eliminarla del todo.
Por eso, aparece en este blog.
Espero que os guste.

-Todavía no me puedo creer que falten seis meses para el día de mi boda-protestó April-¡Todavía quedan muchas cosas por hacer!
-Pero medio año se pasa volando, cariño-le aseguró Ellen, su madre-Jay es el mejor partido que puedas encontrar. Es el ayudante del sheriff. Eso significa que es un hombre honrado. Si el sheriff MacKinley le ha escogido será por algo.
-Pero esa zorra de Peggy le critica. Que si es mulato. Que si su madre era una puta de burdel. Que si estuvo en la cárcel por robo.
-¡No hagas caso a lo que diga Peggy! Es una solterona aburrida.
                         April se encontraba en su habitación, acompañada por su madre.
                         La habitación estaba a rebosar de telas nuevas.
                         La familia de April vivía bastante cerca de la casita de madera donde se habían instalado el matrimonio formado por Sean y Sarah O' Hara. Pero no se habían relacionado todavía.
                          April se estaba probando el camisón de color rosa que luciría en su noche de bodas con Jay. La tela se había deslizado con facilidad sobre el esbelto cuerpo de April. Hacía resaltar los pechos llenos de la joven. April era una joven bastante más alta que la mayoría de mujeres que vivían en San Ezequiel.
                           Ellen contempló con cierta preocupación las estrechas caderas de su hija mayor. En su opinión, una mujer de caderas estrechas tenía muchas dificultades al dar a luz. Ellen, además de April, tenía otros dos hijos. Una hija y un hijo...La hija era una niña de doce años llamada Alice. El niño tenía dos años y se llamaba Harry. April tenía diecinueve años.
-Me cuesta trabajo reconocerte-admitió Ellen, sentándose en la cama de su hija mayor.
                        El amor había llegado a la vida de April no hacía mucho. Sin embargo, le costaba trabajo reconocer en aquella futura novia ilusionada a su impulsiva hija mayor.
-Voy a ser una mujer casada-le recordó a su madre-Tengo que aprender a comportarme. Además, Jay quiere que temple mi genio.
                          Ellen no supo qué pensar.
                          Estaba casada con Clifford Sandel, uno de los pocos estadounidenses adinerados que vivían en México. Era feliz en su matrimonio. Ellen se ocupaba de la casa. Cuidaba de los niños. Clifford se volcaba en el rancho. Nunca discutían. Se llevaban relativamente bien.
                          Clifford había hecho una auténtica fortuna. Se había dedicado a la compra y venta de cabezas de ganado y a cruzar los mejores toros sementales con las mejores vacas para vender los terneros obtenidos de aquellas uniones. Vendía los terneros al mejor precio, por supuesto, tanto en México como en Estados Unidos.
                          El rancho tenía dos pisos. Tenían varios sirvientes, tanto mexicanos como estadounidenses. April soñaba con viajar a Inglaterra, el lugar de donde era oriunda su madre. Ellen le había hablado en varias ocasiones a sus dos hijas de su Bath natal.
                           A April le gustaba salir de caza. Alice había empezado a asistir a meriendas que organizaban sus amigas.
                          April acudía a rastras a las fiestas que se celebraban en los graneros. Era una de las jóvenes más solicitadas cuando se celebraba un baile. Y, a pesar de que intentaba disimularlo, se sentía halagada.
                           El camisón de color rosa parecía estar hecho para resaltar su largo cabello de color oscuro y sus ojos, del mismo color oscuro.
-Si no me caso con Jay, no me casaré con nadie-le confesó a su madre, girándose para mirar a Ellen.
                           April había estado a punto de casarse cuando tenía dieciséis años. Tanto Clifford como Ellen creyeron que era demasiado niña como para casarse. Su futuro marido se llamaba Hugh. April y Hugh se habían besado en muchas ocasiones. Él había llegado a acariciarla con las manos debajo de la ropa y de manera íntima. Pero no pasaron de ahí.
                         No llegaron a casarse. Hugh abandonó a April pocos días antes de contraer matrimonio.
                         Habían hablado de escaparse juntos, dado que Clifford y Ellen se oponían a la boda. Durante una noche entera, April estuvo esperando a Hugh en la ventana de su habitación. Había quedado en escaparse con él. Pero Hugh no se presentó a la cita. April estuvo llorando un fin de semana entero. A raíz de aquel plantón, el carácter de la joven se fue agriando.
                           Pero eso parecía haber cambiado. Volvía a estar enamorada.
-Ya tengo diecinueve años-añadió April-No puedo quedarme soltera, madre.
-Jay es un buen hombre, cariño-afirmó Ellen-Pero me preocupa que estés cometiendo un error.
-Madre, todavía falta medio año para mi boda. No creo que vaya a cometer un error. Ni que me esté precipitando. ¡Todo lo contrario! Jay ha sido quién ha fijado la fecha de nuestra boda. Se parece mucho a padre. Por eso, se llevan tan bien.
-Nunca pensé que acabaría viéndote casada.
-Me juré a mí misma que no volvería a enamorarme después de que Hugh me abandonara.
                          April había cumplido a rajatabla aquella promesa. Hasta dos años antes...Cuando conoció a Jay y April sintió cómo el amor volvía a su vida. Le costó dos años lograr el amor de Jay y, ahora, con diecinueve años, quería convertirse en su esposa.
                        Jay era un hombre que, cuando salía a hacer la ronda por el pueblo, sabía imponer respeto a los vecinos. Su sonrisa era cautivadora. Además, era un hombre muy musculoso. Poseía un carácter impulsivo y tozudo. Igual que ella...Además, desprendía una seguridad en sí mismo que hacía sentir a April capaz de apoyarse en él. Necesitaba sentirse segura. Protegida...
                        Amaba a Jay.
                       Cuando miraba a su futuro marido hacer la ronda por el pueblo, April pensaba que iban a ser muy felices.
                        Cuando conoció a Jay, a su llegada al pueblo, decidió que aquel hombre iba a ser solamente suyo. Asistía a carreras de caballos y se colocaba al lado de Jay. Si un circo o un teatro ambulante iba al pueblo y Jay asistía, April también asistía y procuraba colocarse al lado de él para contemplar el espectáculo. Se aseguraba de asistir a los mismos eventos sociales a los que Jay era invitado. Él la invitaba a bailar en las fiestas que se celebraban en los graneros. Parecía estar celoso cuando April bailaba con otros hombres. Poco a poco, empezó a ir a visitarla al rancho de la familia Sandel.
                       Los dos pasaban un rato sentados en una silla en el porche hablando de cómo iban las cosas en el pueblo. De los vecinos...Del trabajo de Jay...
                       Pasaba montado a caballo delante de la ventana de la habitación de April. Ella se asomaba sólo para verle. Alice se dio cuenta de lo que estaba pasando. Fue la primera en advertir que April y Jay se estaban enamorando. April quería pensar que Jay la amaba. Y también quería pensar que estaba enamorada de él.
                       Lo pensaba cuando la saludaba con el sombrero en la mano. La hacía sentirse importante. Amada...
                        Su corazón empezaba a dar brincos dentro de su pecho.
                       A medida que fueron pasando los días, April decidió que Jay sería sólo suyo. De algún modo, tenía que hacer algo para llamar la atención de Jay y retenerlo a su lado. No iba a perderlo, como perdió a Hugh.
                       Durante año y medio, April fue seduciendo poco a poco a Jay, tratando de disimular aquella seducción de una forma que parecía que sólo estaba siendo amable con él. Jay debió de darse cuenta, pero no dijo nada, ya que se sentía halagado por haber captado la atención de una de las mujeres más hermosas que jamás había visto.
                       April se enteró de que a Jay le gustaba verla con el pelo suelto, ya que decía que era como ver un hermoso manto de color oscuro desparramándose por sus hombros y cayendo sobre su espalda. Que le recordaba a una diosa. Cuando Jay la invitaba a dar un paseo por el pueblo, April solía llevar el pelo suelto. A él se le cortaba el aliento cuando la veía de aquel modo.
                       Si Jay asistía a una cacería, April también participaba en la misma. Sabía que poseía un hermoso perfil que parecía ser más hermoso si estaba apuntando a un búfalo con un rifle. Y que le gustaba verla con pantalones. April, para escándalo de sus padres, se ponía pantalones cuando asistía a una cacería o cuando se encontraba con Jay.
                       Lo invitaba a tomar café con ella. A Jay le gustaba el café bien cargado. Y April empezó a tomar café bien cargado.
                       Y fue en aquellas meriendas cuando Jay empezó a hablar de matrimonio. Se daba cuenta de que tenía cierta edad y que tenía que casarse. De modo que empezó a lanzarle indirectas a April.
-Ya no soy ningún jovencito-le comentaba.
-Yo pienso que te conservas muy bien-opinaba April.
-Lo que quiero decir es que tendré que buscar a una mujer antes o después.
-No debes buscar demasiado lejos a esa mujer.
                          April necesitaba hacer algo para retener a Jay a su lado. Le daba mucho miedo entregarse a él porque quedaría deshonrada.
                          Ya habían circulado algunos rumores cuando nació Harry de que, en realidad, era hijo suyo y de Hugh. Fue demasiado bochornoso para ella.
                           Y, encima, Conchita, la comadrona, acudió a comprobar su virginidad. Peggy la acompañó para cerciorarse de que era cierto. April accedió a someterse a tal humillación para acallar bocas.
                         

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