Hola a todos.
Hoy, me gustaría presentaros un lugar precioso.
Se llama Slievemore y es un pueblo que, por desgracia, se encuentra abandonado. Pero los restos de sus casas de piedra nos cuentan que vivió gente aquí.
Es en Slievemore donde vive la familia Farrell. También vive aquí lady Stella Dashwood y su hijo Joseph y su nieto Víctor se instalan a vivir con ella cuando Joseph deja Calcuta tras enviudar.
En Slievemore, además de las casas de la familia Farrell y de lady Stella, podemos encontrar las casas de los vecinos que vivieron aquí. En su mayoría, se dedicaban al pastoreo. Se dice que vivieron en Slievemore entre 80 y 100 personas.
Pero hubo un tiempo en el que estuvo lleno de vida.
jueves, 31 de julio de 2014
miércoles, 30 de julio de 2014
ISLA DE ACHILL
Hola a todos.
Hoy, os quiero mostrar el lugar donde transcurre mi novela Historia de dos hermanas.
La acción tiene lugar a principios del siglo XIX.
Nos movemos por diversas partes de Irlanda y también viajamos a Estados Unidos. Pero toda la acción central transcurre en la isla escocesa de Achill.
Se trata de la isla de mayor extensión de toda Irlanda, con 147 metros cuadrados. La isla se encuentra en el condado de Mayo.
Es un lugar muy bonito en el que podemos encontrar pequeños pueblos con casas de piedra.
Su historia se remonta hasta hace 4.000 años.
Podemos encontrar tumbas megalíticas, pozos que se dicen que son sagrados, los primeros monasterios cristianos en Irlanda y piedras de las que se dicen que tienen poderes.
Un lugar hermoso para descubrir y del que enamorarse.
Hoy, os quiero mostrar el lugar donde transcurre mi novela Historia de dos hermanas.
La acción tiene lugar a principios del siglo XIX.
Nos movemos por diversas partes de Irlanda y también viajamos a Estados Unidos. Pero toda la acción central transcurre en la isla escocesa de Achill.
Se trata de la isla de mayor extensión de toda Irlanda, con 147 metros cuadrados. La isla se encuentra en el condado de Mayo.
Es un lugar muy bonito en el que podemos encontrar pequeños pueblos con casas de piedra.
Su historia se remonta hasta hace 4.000 años.
Podemos encontrar tumbas megalíticas, pozos que se dicen que son sagrados, los primeros monasterios cristianos en Irlanda y piedras de las que se dicen que tienen poderes.
Un lugar hermoso para descubrir y del que enamorarse.
martes, 29 de julio de 2014
LYDIA
Hola a todos.
Aunque no le corresponde a este blog, sino a mi blog "Mía Stella", os dejo con un fragmento de Mía Stella (la novela) que estoy dudando entre ponerlo y no ponerlo.
En este fragmento, Estelle habla acerca de la mejor amiga de su hermana Erin. Se llama Lydia.
Os dejo con lo que cuenta Estelle de Lydia.
La descripción más general del personaje vendrá más adelante en mi blog "Mía Stella".
Erin está en el salón hablando con su amiga Lydia.
Me invita a que me siente con ellas en el sofá.
El grupo de amigas de Erin es bastante nutrido. Pero la amistad entre mi hermana y Lydia es muy estrecha. Conozco a Lydia desde que me alcanza la memoria.
A veces, tengo la sensación de que Erin y yo hablamos en idiomas distintos. Supongo que se debe al hecho de que Erin es dos años mayor que yo.
Lo cierto es que Lydia es una joven muy bella. Tiene la misma edad que tiene Erin. Sus padres ya están pensando en mandarla a Londres para su puesta de largo. Igual que quieren hacer mamá y papá con Erin. Pero Lydia se parece mucho a Erin.
Tampoco quiere viajar a Londres.
-Mis padres estarían perdiendo el tiempo-augura Lydia-Nunca me casaría en Londres. ¿Quién me querría como esposa?
-Eres una joven muy hermosa-enumera Erin-Posees una dote elevada. Tienes una familia cariñosa que se desvive por ti. ¿Qué más quieren los hombres?
-Los orígenes de mi padre...Aún estando en La India, lejos de Londres, la gente habla. Mi madre le decía que no. Que la gente no hablaba en Inglaterra. Pero nos vinimos a vivir aquí porque la gente les criticaba. Mi padre hacía grandes donaciones. Y la gente más le criticaba. A él...Y a mi madre...Y mi madre acabó con los nervios destrozados.
Lydia tenía dos años cuando llegó con sus padres a vivir a Majuli.
Al cabo de algún tiempo, cuando yo tenía unos pocos meses, mamá, papá, Víctor, Erin y yo nos vinimos a vivir aquí. Fue, entonces, cuando Erin y Lydia se conocieron.
Los padres de Lydia son casi vecinos de mis padres.
Desde entonces, Lydia y Erin han sido como uña y carne.
-Eso no importa-le asegura Erin a su amiga-Lo importante es que tú eres tú. Eres Lydia. Eres una buena hija. Una buena hermana...Y una gran amiga...
-Me alegro de poder contar contigo, amiga-le dice Lydia con cariño-Por lo menos, tú no me juzgas.
-Tenemos muchas cosas en común.
Aunque no le corresponde a este blog, sino a mi blog "Mía Stella", os dejo con un fragmento de Mía Stella (la novela) que estoy dudando entre ponerlo y no ponerlo.
En este fragmento, Estelle habla acerca de la mejor amiga de su hermana Erin. Se llama Lydia.
Os dejo con lo que cuenta Estelle de Lydia.
La descripción más general del personaje vendrá más adelante en mi blog "Mía Stella".
Erin está en el salón hablando con su amiga Lydia.
Me invita a que me siente con ellas en el sofá.
El grupo de amigas de Erin es bastante nutrido. Pero la amistad entre mi hermana y Lydia es muy estrecha. Conozco a Lydia desde que me alcanza la memoria.
A veces, tengo la sensación de que Erin y yo hablamos en idiomas distintos. Supongo que se debe al hecho de que Erin es dos años mayor que yo.
Lo cierto es que Lydia es una joven muy bella. Tiene la misma edad que tiene Erin. Sus padres ya están pensando en mandarla a Londres para su puesta de largo. Igual que quieren hacer mamá y papá con Erin. Pero Lydia se parece mucho a Erin.
Tampoco quiere viajar a Londres.
-Mis padres estarían perdiendo el tiempo-augura Lydia-Nunca me casaría en Londres. ¿Quién me querría como esposa?
-Eres una joven muy hermosa-enumera Erin-Posees una dote elevada. Tienes una familia cariñosa que se desvive por ti. ¿Qué más quieren los hombres?
-Los orígenes de mi padre...Aún estando en La India, lejos de Londres, la gente habla. Mi madre le decía que no. Que la gente no hablaba en Inglaterra. Pero nos vinimos a vivir aquí porque la gente les criticaba. Mi padre hacía grandes donaciones. Y la gente más le criticaba. A él...Y a mi madre...Y mi madre acabó con los nervios destrozados.
Lydia tenía dos años cuando llegó con sus padres a vivir a Majuli.
Al cabo de algún tiempo, cuando yo tenía unos pocos meses, mamá, papá, Víctor, Erin y yo nos vinimos a vivir aquí. Fue, entonces, cuando Erin y Lydia se conocieron.
Los padres de Lydia son casi vecinos de mis padres.
Desde entonces, Lydia y Erin han sido como uña y carne.
-Eso no importa-le asegura Erin a su amiga-Lo importante es que tú eres tú. Eres Lydia. Eres una buena hija. Una buena hermana...Y una gran amiga...
-Me alegro de poder contar contigo, amiga-le dice Lydia con cariño-Por lo menos, tú no me juzgas.
-Tenemos muchas cosas en común.
lunes, 28 de julio de 2014
BORRADO "ECOS DEL PASADO" (OTRA VEZ)
Hola a todos.
Confieso que estoy perdida con esta historia.
Cuando creé el blog, tenía mucha ilusión.
Empecé a construir la historia en mi cabeza y yo pensaba que iba a ser una cosa grande.
Pero la cosa no fue así.
No consigo crear una historia buena. No consigo hacer nada. Me siento fracasada.
Por eso, he decidido borrar todo lo que he subido (otra vez) de Ecos del pasado.
Lo único que quiero es escribir una buena historia. Pero la inspiración se me va en lo relacionado con Ecos del pasado. Me surgen otras historias que requieren mi atención y en las que me vuelco.
Desarrollar y terminar Ecos del pasado se está convirtiendo en una misión casi imposible. Casi...
Porque no me quiero rendir ni quiero tirar la toalla en lo relacionado con esta historia.
Me he prometido a mí misma desarrollarla en cuanto pueda. Y terminarla también en cuanto pueda. Y yo me he jurado a mí misma que no pienso dejar ninguna de mis historias a medias.
Muchas gracias por todo.
Lamento mucho las molestias.
Pronto, tendréis noticias.
Confieso que estoy perdida con esta historia.
Cuando creé el blog, tenía mucha ilusión.
Empecé a construir la historia en mi cabeza y yo pensaba que iba a ser una cosa grande.
Pero la cosa no fue así.
No consigo crear una historia buena. No consigo hacer nada. Me siento fracasada.
Por eso, he decidido borrar todo lo que he subido (otra vez) de Ecos del pasado.
Lo único que quiero es escribir una buena historia. Pero la inspiración se me va en lo relacionado con Ecos del pasado. Me surgen otras historias que requieren mi atención y en las que me vuelco.
Desarrollar y terminar Ecos del pasado se está convirtiendo en una misión casi imposible. Casi...
Porque no me quiero rendir ni quiero tirar la toalla en lo relacionado con esta historia.
Me he prometido a mí misma desarrollarla en cuanto pueda. Y terminarla también en cuanto pueda. Y yo me he jurado a mí misma que no pienso dejar ninguna de mis historias a medias.
Muchas gracias por todo.
Lamento mucho las molestias.
Pronto, tendréis noticias.
domingo, 27 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, os quiero enseñar una selección de escenas eliminadas muy cortitas de mi novela Un amor prohibido.
Espero que os gusten.
Son las últimas escenas que he eliminado de mi novela.
Espero que os hayan gustado.
Era una noche sin Luna.
-¿Estás asustada?-le preguntó William a Alice-Podemos regresar. Nadie se enterará de nada.
-Tan sólo quiero estar contigo-respondió la joven-Vayámonos. Muy lejos...
-¿Y adónde iremos?
-Adonde sea. Pero estaremos juntos. Tú y yo...
Empezaron a caminar.
Era ya de madrugada. Alice no sentía miedo alguno. No sabía adónde irían William y ella.
Lo único que sabía era que quería estar con él. Quería pasar el resto de su vida con él. William era el hombre del que estaba enamorada.
-Quiero vivir como una auténtica comanche-afirmó Alice.
Había mucha convicción en sus palabras. No sentía miedo alguno. William admiró su valor. Se detuvieron y Alice rodeó con sus brazos el cuello de William. Lo besó con entusiasmo.
Jay no vivió mucho tiempo después de la huida de Alice y William. April tuvo que soportar el mal trago de ver cómo el sheriff MacKinley traía a su casa a su marido. Un disparo que le había dado un cuatrero que se escapó de la cárcel le atravesó el pecho.
April vio cómo la vida se iba escapando poco a poco del cuerpo de su marido.
No pudo hacer nada para impedirlo.
Jay murió delante de ella.
April estaba embarazada de seis meses. Tenía una hija de seis años. Llevaba más de siete años casada con aquel hombre. De pronto, sentía que la vida la estaba dejando sola. Se quedó viuda de la noche a la mañana. Viuda...Y sola...
La epidemia que asoló el pueblo también se cebó con April.
Sus padres murieron. Su hijo recién nacido también murió. Y también murió su pequeña hija Elsie. Al niño le puso el nombre de Jay. April se quedó sola y destrozada.
Tuvo que enterrar sola a sus muertos. Los lloró sola. Los lloró en silencio. Por Dos Nubes, se enteró de que Alice y William se encontraban bien. Estaban a salvo. Entonces, April supo que no había nada que la retenía en San Ezequiel. Cogió a su hermano Harry. Era la única familia que le quedaba. Los dos abandonaron en una diligencia que salía al amanecer San Ezequiel. Se dirigieron a Estados Unidos. A Nueva York...
Empezaron de cero en aquella ciudad desconocida. April encontró un trabajo como institutriz. Y sacó adelante a Harry ella sola.
Hoy, os quiero enseñar una selección de escenas eliminadas muy cortitas de mi novela Un amor prohibido.
Espero que os gusten.
Son las últimas escenas que he eliminado de mi novela.
Espero que os hayan gustado.
Era una noche sin Luna.
-¿Estás asustada?-le preguntó William a Alice-Podemos regresar. Nadie se enterará de nada.
-Tan sólo quiero estar contigo-respondió la joven-Vayámonos. Muy lejos...
-¿Y adónde iremos?
-Adonde sea. Pero estaremos juntos. Tú y yo...
Empezaron a caminar.
Era ya de madrugada. Alice no sentía miedo alguno. No sabía adónde irían William y ella.
Lo único que sabía era que quería estar con él. Quería pasar el resto de su vida con él. William era el hombre del que estaba enamorada.
-Quiero vivir como una auténtica comanche-afirmó Alice.
Había mucha convicción en sus palabras. No sentía miedo alguno. William admiró su valor. Se detuvieron y Alice rodeó con sus brazos el cuello de William. Lo besó con entusiasmo.
Jay no vivió mucho tiempo después de la huida de Alice y William. April tuvo que soportar el mal trago de ver cómo el sheriff MacKinley traía a su casa a su marido. Un disparo que le había dado un cuatrero que se escapó de la cárcel le atravesó el pecho.
April vio cómo la vida se iba escapando poco a poco del cuerpo de su marido.
No pudo hacer nada para impedirlo.
Jay murió delante de ella.
April estaba embarazada de seis meses. Tenía una hija de seis años. Llevaba más de siete años casada con aquel hombre. De pronto, sentía que la vida la estaba dejando sola. Se quedó viuda de la noche a la mañana. Viuda...Y sola...
La epidemia que asoló el pueblo también se cebó con April.
Sus padres murieron. Su hijo recién nacido también murió. Y también murió su pequeña hija Elsie. Al niño le puso el nombre de Jay. April se quedó sola y destrozada.
Tuvo que enterrar sola a sus muertos. Los lloró sola. Los lloró en silencio. Por Dos Nubes, se enteró de que Alice y William se encontraban bien. Estaban a salvo. Entonces, April supo que no había nada que la retenía en San Ezequiel. Cogió a su hermano Harry. Era la única familia que le quedaba. Los dos abandonaron en una diligencia que salía al amanecer San Ezequiel. Se dirigieron a Estados Unidos. A Nueva York...
Empezaron de cero en aquella ciudad desconocida. April encontró un trabajo como institutriz. Y sacó adelante a Harry ella sola.
sábado, 26 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "ME OLVIDÉ DE OLVIDARTE"
Hola a todos.
En esta ocasión, os traigo una escena eliminada de mi novela Me olvidé de olvidarte.
Consideré que la historia tenía demasiado relleno y que lo mejor para ella era quitarle algunas escenas que no aportaran nada a la trama.
En esta ocasión, quienes protagonizan esta escena son el matrimonio formado por Dillon O' Hara y por lady Cordelia.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Cordelia bebió un sorbo de su taza de té. Le gustaba tomar el té con limón. A Dillon, en lo personal, le daba asco tomar el té. Recordaba que a Catherine le gustaba tomar el té con unas gotitas de leche. Trató de apartar aquel pensamiento de su mente.
Se encontraba en el salón de su casa en compañía de Cordelia. Estaba con Cordelia.
Bebió un sorbo de su taza de té.
Cordelia empezó a hablar. Seguía dispuesta a convertir a Dillon en un perfecto caballero. Le aseguró que apenas había empezado con él. Estaba convencida de que su esposo se convertiría en una versión mucho más joven del duque de Cleveland.
-¿Pretendes que me convierta en una copia barata de tu padrastro?-le preguntó Dillon a su mujer.
-Lord Cleveland deseaba tener hijos varones cuando se casó con mi madre-respondió Cordelia-Por desgracia, mi madre nunca le dio un hijo. En el fondo, siempre ha deseado tener un heredero varón.
Cordelia ignoraba lo que ocurriría con el título del duque a su muerte. Ella había sido adoptada legalmente por él. Pero no podía heredar su título. Era la hija de otro hombre. Y, además, era mujer.
-Puede que un hijo nuestro herede su título-sugirió Cordelia.
-No llevamos casados ni seis meses-le recordó Dillon-Hay tiempo para todo.
Estaba empezando a preocuparse por su esposa. Cordelia estaba a punto de volverse loca.
Deseaba a toda costa ser madre. Se lo había dicho a Dillon en cuanto se casaron. Al principio, Dillon trató de no darle mucha importancia. Pero, cuando se metía en la cama con su mujer, era consciente de lo mucho que repelía a Cordelia. Para la joven, Dillon era su marido. Estaba muy enamorada de él.
Pero no lo deseaba como hombre.
Quería tener un hijo. Dillon y ella debían de tener relaciones íntimas para conseguir engendrar un hijo. A Cordelia no le asustaba soportar los rigores de un embarazo. Ni las penurias que se sufren cuando se da a luz. Había leído mucho sobre el tema. Y se sentía preparada para todo. Pero deseaba con todo su corazón ser madre.
Cogió la mano de Dillon y se la besó.
-Además, eres casi una niña-añadió Dillon.
-Dentro de pocos meses, cumpliré diecinueve años-le recordó Cordelia-Y ya soy una mujer casada.
-Disfrutemos de un tiempo de tranquilidad. Luego, llenaremos la casa de chicuelos correteando por ahí y por aquí. Seremos unos buenos padres.
Era sábado por la noche.
Dillon acudía todos los sábados por la noche a la habitación de Cordelia.
Ella le esperaba acostada en la cama. Llevaba puesto el camisón. Él, por su parte, solía desnudarse.
-¡No hagas eso!-le pedía Cordelia.
-No pasa nada porque me veas desnudo-le decía Dillon.
-¡Es horrible!
-Estamos casados, Dell.
-¡Pero está mal!
-¿No quieres que te quite el camisón? Estarás más cómoda.
-¡No, Dillon! ¡No! Déjame puesto el camisón. No quiero que me veas desnuda. Me da mucha vergüenza.
Dillon se metió en la cama, junto a Cordelia. Empezó a acariciarla con las manos. La empezó a besar en los labios. La besó muchas veces en los labios tratando de ser apasionado. Pero los labios de Cordelia estaban muy fríos.
Cordelia permaneció fría cuando sintió las manos de Dillon acariciando su cuerpo debajo de su camisón. No sintió nada cuando la besó en el cuello. Cuando llenó de besos sus hombros. Cuando le mordisqueó el lóbulo de una oreja.
En ocasiones...
El subconsciente traicionaba a Dillon. Creía que estaba besando a Catherine. Que estaba acariciando a Catherine.
Ella nunca había mostrado pudor al desnudarse delante de un desnudo Dillon. Catherine siempre había sido una muchacha muy bella. Nunca tuvo vergüenza de estar con él. Ni siquiera cuando Dillon se atrevía a chuparle un pecho. Catherine se volvió desinhibida a medida que fueron pasando los días.
Cordelia, en cambio, era todo lo contrario. Ya no se trataba sólo de pudor. Había mucha frialdad en su modo de actuar cuando estaba en la cama con él.
Desayunaban juntos al día siguiente. Cordelia bebía de su vaso de zumo de naranja con tranquilidad. A Dillon le temblaba la mano al untar su tostada con mantequilla. Cordelia le hablaba de lo que iba a hacer a lo largo de aquel día.
-Podríamos ir juntos al teatro Empire-le decía ella-Se va a estrenar una versión de Romeo y Julieta. ¡Adoro esa obra! ¡Es tan romántica!
-¿Y cuándo vamos a dormir juntos?-le preguntaba Dillon.
-Está mal que durmamos juntos, querido.
-Mis padres dormían juntos todas las noches.
-Vienes de un lugar distinto. Pero eso no se hace aquí. Entiéndelo.
En esta ocasión, os traigo una escena eliminada de mi novela Me olvidé de olvidarte.
Consideré que la historia tenía demasiado relleno y que lo mejor para ella era quitarle algunas escenas que no aportaran nada a la trama.
En esta ocasión, quienes protagonizan esta escena son el matrimonio formado por Dillon O' Hara y por lady Cordelia.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Cordelia bebió un sorbo de su taza de té. Le gustaba tomar el té con limón. A Dillon, en lo personal, le daba asco tomar el té. Recordaba que a Catherine le gustaba tomar el té con unas gotitas de leche. Trató de apartar aquel pensamiento de su mente.
Se encontraba en el salón de su casa en compañía de Cordelia. Estaba con Cordelia.
Bebió un sorbo de su taza de té.
Cordelia empezó a hablar. Seguía dispuesta a convertir a Dillon en un perfecto caballero. Le aseguró que apenas había empezado con él. Estaba convencida de que su esposo se convertiría en una versión mucho más joven del duque de Cleveland.
-¿Pretendes que me convierta en una copia barata de tu padrastro?-le preguntó Dillon a su mujer.
-Lord Cleveland deseaba tener hijos varones cuando se casó con mi madre-respondió Cordelia-Por desgracia, mi madre nunca le dio un hijo. En el fondo, siempre ha deseado tener un heredero varón.
Cordelia ignoraba lo que ocurriría con el título del duque a su muerte. Ella había sido adoptada legalmente por él. Pero no podía heredar su título. Era la hija de otro hombre. Y, además, era mujer.
-Puede que un hijo nuestro herede su título-sugirió Cordelia.
-No llevamos casados ni seis meses-le recordó Dillon-Hay tiempo para todo.
Estaba empezando a preocuparse por su esposa. Cordelia estaba a punto de volverse loca.
Deseaba a toda costa ser madre. Se lo había dicho a Dillon en cuanto se casaron. Al principio, Dillon trató de no darle mucha importancia. Pero, cuando se metía en la cama con su mujer, era consciente de lo mucho que repelía a Cordelia. Para la joven, Dillon era su marido. Estaba muy enamorada de él.
Pero no lo deseaba como hombre.
Quería tener un hijo. Dillon y ella debían de tener relaciones íntimas para conseguir engendrar un hijo. A Cordelia no le asustaba soportar los rigores de un embarazo. Ni las penurias que se sufren cuando se da a luz. Había leído mucho sobre el tema. Y se sentía preparada para todo. Pero deseaba con todo su corazón ser madre.
Cogió la mano de Dillon y se la besó.
-Además, eres casi una niña-añadió Dillon.
-Dentro de pocos meses, cumpliré diecinueve años-le recordó Cordelia-Y ya soy una mujer casada.
-Disfrutemos de un tiempo de tranquilidad. Luego, llenaremos la casa de chicuelos correteando por ahí y por aquí. Seremos unos buenos padres.
Era sábado por la noche.
Dillon acudía todos los sábados por la noche a la habitación de Cordelia.
Ella le esperaba acostada en la cama. Llevaba puesto el camisón. Él, por su parte, solía desnudarse.
-¡No hagas eso!-le pedía Cordelia.
-No pasa nada porque me veas desnudo-le decía Dillon.
-¡Es horrible!
-Estamos casados, Dell.
-¡Pero está mal!
-¿No quieres que te quite el camisón? Estarás más cómoda.
-¡No, Dillon! ¡No! Déjame puesto el camisón. No quiero que me veas desnuda. Me da mucha vergüenza.
Dillon se metió en la cama, junto a Cordelia. Empezó a acariciarla con las manos. La empezó a besar en los labios. La besó muchas veces en los labios tratando de ser apasionado. Pero los labios de Cordelia estaban muy fríos.
Cordelia permaneció fría cuando sintió las manos de Dillon acariciando su cuerpo debajo de su camisón. No sintió nada cuando la besó en el cuello. Cuando llenó de besos sus hombros. Cuando le mordisqueó el lóbulo de una oreja.
En ocasiones...
El subconsciente traicionaba a Dillon. Creía que estaba besando a Catherine. Que estaba acariciando a Catherine.
Ella nunca había mostrado pudor al desnudarse delante de un desnudo Dillon. Catherine siempre había sido una muchacha muy bella. Nunca tuvo vergüenza de estar con él. Ni siquiera cuando Dillon se atrevía a chuparle un pecho. Catherine se volvió desinhibida a medida que fueron pasando los días.
Cordelia, en cambio, era todo lo contrario. Ya no se trataba sólo de pudor. Había mucha frialdad en su modo de actuar cuando estaba en la cama con él.
Desayunaban juntos al día siguiente. Cordelia bebía de su vaso de zumo de naranja con tranquilidad. A Dillon le temblaba la mano al untar su tostada con mantequilla. Cordelia le hablaba de lo que iba a hacer a lo largo de aquel día.
-Podríamos ir juntos al teatro Empire-le decía ella-Se va a estrenar una versión de Romeo y Julieta. ¡Adoro esa obra! ¡Es tan romántica!
-¿Y cuándo vamos a dormir juntos?-le preguntaba Dillon.
-Está mal que durmamos juntos, querido.
-Mis padres dormían juntos todas las noches.
-Vienes de un lugar distinto. Pero eso no se hace aquí. Entiéndelo.
viernes, 25 de julio de 2014
TINA HABLA
Hola a todos.
¿Os acordáis de la pareja formada por Tina y Sean?
Eran dos jóvenes que contaban su historia en una serie de relatos que estaban, de algún modo, conectados entre sí.
En esta ocasión, es Tina quien habla.
Espero que os guste.
¿Cómo voy a olvidar mi primer baile en Almacks?
Eleanor estaba radiante con su vestido de color negro.
Yo acudí a aquel baile, deseando pasar un rato entretenido. Sean nos acompañó a Eleanor y a mí. Yo sé que a Sean no le gustan nada esa clase de eventos. Pero no quería dejar sola a su hermana. Y no sabía entonces que tampoco quería dejarme sola a mí. Lo supe más tarde. Aquella misma noche...
Eleanor se sentía incómoda.
Había parejas bailando en la pista de baile.
-¿Qué estoy haciendo aquí?-me preguntó en voz alta.
Me llevó detrás de una columna para poder hablar más de forma relajada. Eleanor estaba nerviosa. Sentía que estaba fuera de lugar.
-No sé el porqué he venido-afirmó-Yo le llevo luto todavía a mi marido. Tendría que estar en casa.
-Nadie te está criticando-le aseguré-¿Por qué no tratas de relajarte? No es la primera vez que acudes a un baile.
-Es la primera vez que acudo a un baile desde que me quedé viuda. Y no es justo.
-Lo que no es justo es que te encierres en vida.
-Soy una mujer viuda. Ya no soy una niña.
-Pero puedes volver a casarte.
-¿Cómo puedes pensar en eso? Yo siempre amaré a mi marido. Aunque ya no esté.
-Tú misma lo has dicho. Ya no está.
Entonces, Sean se acercó a nosotras. Me invitó a bailar. Yo pensaba que se trataba de una cortesía. De modo que acepté su invitación a bailar.
La orquesta atacó con un galop. Se trata de una pieza musical muy rápida. No estoy acostumbrada a bailar esta clase de piezas.
Al bailar el galop, tuve la sensación de haberme convertido en un caballo. Los pasos de este baile me recuerdan a los caballos cuando van al galope.
-¿Te cansas?-me preguntó Sean.
-¡Es muy divertido!-respondí-Pero parezco un caballo. Aunque mi padre quiera venderme como una yegua.
Dimos pequeños saltitos. Finalmente, la pieza acabó. Yo estaba extenuada.
Miré mi libreta de baile. Estaba todavía vacía. Tan sólo tenía apuntado el nombre de Sean. Para sorpresa mía, Sean me invitó a bailar con él otra pieza.
-No deberías de hacer eso-le regañó suavemente Eleanor.
-Tina es amiga tuya-le recordó Sean-Prácticamente, la he visto crecer. No pasa nada.
Acepté bailar una nueva pieza con Sean. Él me cogió la mano y me la besó con reverencia. Me condujo a la pista de baile.
Empezamos a bailar. De pronto, me sentí mareada.
-¿Te encuentras bien?-me preguntó Sean.
Era el estar tan cerca de él lo que me mareaba. Me trastornaba. No sabía el porqué me sentía así. Sólo sabía que estaba bailando con él. Y que me gustaba la sensación de sentir que los dos flotábamos en el aire.
-Me he mareado un poco-respondí.
-¿Quieres que salgamos a tomar un poco el fresco?-me sugirió.
-No podemos dejar sola a Eleanor.
-Le diré que vamos un momento fuera. Regresaremos enseguida.
Vi a Eleanor fruncir el ceño cuando Sean fue a su encuentro y le comentó que me iba a sacar al jardín a tomar el fresco porque me había mareado. No sé lo que pensó Eleanor. Pero no le agradó mucho la idea. A pesar de todo, Sean y yo salimos fuera. Me sentí mejor al sentir el fresco de la noche dándome de lleno en la cara.
Pero no estaba sola. Sean me sujetaba con suavidad del brazo. Y yo podía sentir el calor que desprendía su cuerpo. Su olor...Todo...
Fue, en ese momento, cuando todo cambió. Sean me besó por primera vez. Y fue un beso muy dulce.
¿Os acordáis de la pareja formada por Tina y Sean?
Eran dos jóvenes que contaban su historia en una serie de relatos que estaban, de algún modo, conectados entre sí.
En esta ocasión, es Tina quien habla.
Espero que os guste.
¿Cómo voy a olvidar mi primer baile en Almacks?
Eleanor estaba radiante con su vestido de color negro.
Yo acudí a aquel baile, deseando pasar un rato entretenido. Sean nos acompañó a Eleanor y a mí. Yo sé que a Sean no le gustan nada esa clase de eventos. Pero no quería dejar sola a su hermana. Y no sabía entonces que tampoco quería dejarme sola a mí. Lo supe más tarde. Aquella misma noche...
Eleanor se sentía incómoda.
Había parejas bailando en la pista de baile.
-¿Qué estoy haciendo aquí?-me preguntó en voz alta.
Me llevó detrás de una columna para poder hablar más de forma relajada. Eleanor estaba nerviosa. Sentía que estaba fuera de lugar.
-No sé el porqué he venido-afirmó-Yo le llevo luto todavía a mi marido. Tendría que estar en casa.
-Nadie te está criticando-le aseguré-¿Por qué no tratas de relajarte? No es la primera vez que acudes a un baile.
-Es la primera vez que acudo a un baile desde que me quedé viuda. Y no es justo.
-Lo que no es justo es que te encierres en vida.
-Soy una mujer viuda. Ya no soy una niña.
-Pero puedes volver a casarte.
-¿Cómo puedes pensar en eso? Yo siempre amaré a mi marido. Aunque ya no esté.
-Tú misma lo has dicho. Ya no está.
Entonces, Sean se acercó a nosotras. Me invitó a bailar. Yo pensaba que se trataba de una cortesía. De modo que acepté su invitación a bailar.
La orquesta atacó con un galop. Se trata de una pieza musical muy rápida. No estoy acostumbrada a bailar esta clase de piezas.
Al bailar el galop, tuve la sensación de haberme convertido en un caballo. Los pasos de este baile me recuerdan a los caballos cuando van al galope.
-¿Te cansas?-me preguntó Sean.
-¡Es muy divertido!-respondí-Pero parezco un caballo. Aunque mi padre quiera venderme como una yegua.
Dimos pequeños saltitos. Finalmente, la pieza acabó. Yo estaba extenuada.
Miré mi libreta de baile. Estaba todavía vacía. Tan sólo tenía apuntado el nombre de Sean. Para sorpresa mía, Sean me invitó a bailar con él otra pieza.
-No deberías de hacer eso-le regañó suavemente Eleanor.
-Tina es amiga tuya-le recordó Sean-Prácticamente, la he visto crecer. No pasa nada.
Acepté bailar una nueva pieza con Sean. Él me cogió la mano y me la besó con reverencia. Me condujo a la pista de baile.
Empezamos a bailar. De pronto, me sentí mareada.
-¿Te encuentras bien?-me preguntó Sean.
Era el estar tan cerca de él lo que me mareaba. Me trastornaba. No sabía el porqué me sentía así. Sólo sabía que estaba bailando con él. Y que me gustaba la sensación de sentir que los dos flotábamos en el aire.
-Me he mareado un poco-respondí.
-¿Quieres que salgamos a tomar un poco el fresco?-me sugirió.
-No podemos dejar sola a Eleanor.
-Le diré que vamos un momento fuera. Regresaremos enseguida.
Vi a Eleanor fruncir el ceño cuando Sean fue a su encuentro y le comentó que me iba a sacar al jardín a tomar el fresco porque me había mareado. No sé lo que pensó Eleanor. Pero no le agradó mucho la idea. A pesar de todo, Sean y yo salimos fuera. Me sentí mejor al sentir el fresco de la noche dándome de lleno en la cara.
Pero no estaba sola. Sean me sujetaba con suavidad del brazo. Y yo podía sentir el calor que desprendía su cuerpo. Su olor...Todo...
Fue, en ese momento, cuando todo cambió. Sean me besó por primera vez. Y fue un beso muy dulce.
miércoles, 23 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
En esta ocasión, las protagonistas de esta escena son las primas lady Catherine Osborne y Theola Warrick.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Theola, Catherine y lady Adelaida fueron a visitar a Peggy. En opinión de lady Adelaida, tanto su sobrina como su hija estaban creciendo mucho. Necesitaban tener ropa nueva. En poco tiempo, Catherine empezaría a llevar vestidos cortos. Se quitaría el delantal. Y tendría que dejar de llevar trenzas.
Lady Adelaida llevó el peso de la conversación con Peggy. La modista le enseñó telas nuevas. Se las habían traído hacía poco de San Antonio.
Theola se aburría como una ostra. Catherine parecía estar pensando en otra cosa.
Dillon pasó por la calle montado a lomos de su caballo Trueno. Catherine le vio pasar.
Sólo tenía ojos para él. Theola se dio cuenta y le dio un codazo a su prima. Le molestaba darse cuenta de que Catherine no dejaba de mirar a Dillon.
-Tía Adelaida se acabará dando cuenta-le advirtió-Deja de mirar por la ventana.
-Mi madre está ocupada hablando con esa cotorra-le recordó Catherine-No se da cuenta de nada.
-Tía Adelaida está hablando con la mujer más chismosa del mundo. Y está empezando a mirarte.
Catherine trató de no soltar un bufido. Se apartó de la ventana. Pero Dillon se había dado cuenta de que le estaba mirando.
Es Catherine, pensó con alegría. ¡Es Catherine!
Dentro de la casa de Peggy, la modista le mostró a lady Adelaida telas de distintos colores. Telas de color blanco...
Hablaron de que tanto Theola como Catherine estaban creciendo mucho.
-Antes o después, acabarán abandonando el nido, milady-auguró Peggy-Se casarán.
Theola ahogó un grito al escuchar el comentario que hizo Peggy. Catherine, en cambio, disimuló una sonrisa. Las dos primas eran demasiado jóvenes como para pensar en el matrimonio de manera seria.
Theola trató de disimular un bostezo. No quería pensar en enamorarse. Se veía así misma como demasiado joven como para enamorarse.
Trató de buscar a Dillon de manera disimulada por la calle. Pero no le encontró.
Se había ido. Pero Catherine sí le había visto. Y Dillon había visto a Catherine. Aquel pensamiento le hizo mucho daño. No sabía el porqué le hacía daño saber que Catherine y Dillon se miraban.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
En esta ocasión, las protagonistas de esta escena son las primas lady Catherine Osborne y Theola Warrick.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Theola, Catherine y lady Adelaida fueron a visitar a Peggy. En opinión de lady Adelaida, tanto su sobrina como su hija estaban creciendo mucho. Necesitaban tener ropa nueva. En poco tiempo, Catherine empezaría a llevar vestidos cortos. Se quitaría el delantal. Y tendría que dejar de llevar trenzas.
Lady Adelaida llevó el peso de la conversación con Peggy. La modista le enseñó telas nuevas. Se las habían traído hacía poco de San Antonio.
Theola se aburría como una ostra. Catherine parecía estar pensando en otra cosa.
Dillon pasó por la calle montado a lomos de su caballo Trueno. Catherine le vio pasar.
Sólo tenía ojos para él. Theola se dio cuenta y le dio un codazo a su prima. Le molestaba darse cuenta de que Catherine no dejaba de mirar a Dillon.
-Tía Adelaida se acabará dando cuenta-le advirtió-Deja de mirar por la ventana.
-Mi madre está ocupada hablando con esa cotorra-le recordó Catherine-No se da cuenta de nada.
-Tía Adelaida está hablando con la mujer más chismosa del mundo. Y está empezando a mirarte.
Catherine trató de no soltar un bufido. Se apartó de la ventana. Pero Dillon se había dado cuenta de que le estaba mirando.
Es Catherine, pensó con alegría. ¡Es Catherine!
Dentro de la casa de Peggy, la modista le mostró a lady Adelaida telas de distintos colores. Telas de color blanco...
Hablaron de que tanto Theola como Catherine estaban creciendo mucho.
-Antes o después, acabarán abandonando el nido, milady-auguró Peggy-Se casarán.
Theola ahogó un grito al escuchar el comentario que hizo Peggy. Catherine, en cambio, disimuló una sonrisa. Las dos primas eran demasiado jóvenes como para pensar en el matrimonio de manera seria.
Theola trató de disimular un bostezo. No quería pensar en enamorarse. Se veía así misma como demasiado joven como para enamorarse.
Trató de buscar a Dillon de manera disimulada por la calle. Pero no le encontró.
Se había ido. Pero Catherine sí le había visto. Y Dillon había visto a Catherine. Aquel pensamiento le hizo mucho daño. No sabía el porqué le hacía daño saber que Catherine y Dillon se miraban.
martes, 22 de julio de 2014
SABÍAS QUÉ...
Hola a todos.
Hoy, toca en este blog un nuevo momento de la sección Sabías qué.
En esta ocasión, hablaremos de las jóvenes que debutaban en sociedad en el siglo XIX. Muchas de estas jóvenes no vivían en Londres. Y no me estoy refiriendo a las que vivían en el campo o venían de otras ciudades para tener su puesta de largo en Almacks.
Me estoy refiriendo a las jóvenes que vivían en las colonias que Inglaterra tenía tanto en Asia como en Oceanía. Eran jóvenes de buenas familias que vivían allí con sus padres.
Tenían que seguir con la tradición de viajar a Londres con la esperanza de encontrar un buen partido en su primera temporada en sociedad. Les esperaba un viaje muy largo. Venían de lugares tan dispares como Nueva Zelanda. La India...Ceilán...Y paro aquí porque no terminaríamos nunca.
Estas jóvenes rara vez regresaban a su país de origen. Por lo general, acababan contrayendo matrimonio con algún caballero inglés (vamos a obviar el físico y el carácter) y se establecían en Inglaterra. Pero la vida que les esperaba allí no era tan sencilla porque, en ocasiones, se las rechazaba por el mero hecho de haber vivido toda su vida en una colonia.
Debe de ser muy triste tener que abandonar tu país de origen para viajar a un país desconocido sólo para buscar marido. No regresar nunca a tu tierra. Y, encima, tener que aguantar que otras personas te rechacen. De un modo sutil, eso sí. Pero te rechazan. Y eso duele mucho.
Hoy, toca en este blog un nuevo momento de la sección Sabías qué.
En esta ocasión, hablaremos de las jóvenes que debutaban en sociedad en el siglo XIX. Muchas de estas jóvenes no vivían en Londres. Y no me estoy refiriendo a las que vivían en el campo o venían de otras ciudades para tener su puesta de largo en Almacks.
Me estoy refiriendo a las jóvenes que vivían en las colonias que Inglaterra tenía tanto en Asia como en Oceanía. Eran jóvenes de buenas familias que vivían allí con sus padres.
Tenían que seguir con la tradición de viajar a Londres con la esperanza de encontrar un buen partido en su primera temporada en sociedad. Les esperaba un viaje muy largo. Venían de lugares tan dispares como Nueva Zelanda. La India...Ceilán...Y paro aquí porque no terminaríamos nunca.
Estas jóvenes rara vez regresaban a su país de origen. Por lo general, acababan contrayendo matrimonio con algún caballero inglés (vamos a obviar el físico y el carácter) y se establecían en Inglaterra. Pero la vida que les esperaba allí no era tan sencilla porque, en ocasiones, se las rechazaba por el mero hecho de haber vivido toda su vida en una colonia.
Debe de ser muy triste tener que abandonar tu país de origen para viajar a un país desconocido sólo para buscar marido. No regresar nunca a tu tierra. Y, encima, tener que aguantar que otras personas te rechacen. De un modo sutil, eso sí. Pero te rechazan. Y eso duele mucho.
lunes, 21 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, vamos a ver otra escena eliminada de mi novela Un amor prohibido que tiene como protagonistas a dos personajes muy importantes de la historia: Theola Warrick y Brianna MacKinley.
Los años fueron pasando.
La gente se acordaba a menudo de la pobre April, como solían llamarla.
La joven decidió romper todo contacto con los vecinos del pueblo. Se sabía que era feliz viviendo lejos. Que estaba sacando ella sola adelante a su hermano menor, a Harry. Para ella, Harry era algo parecido a su hija Elsie.
Pero lo que más comentaban los vecinos era la huida que había protagonizado la hermana menor de April, Alice, con William. Peggy criticaba a Alice por haberse enamorado de un comanche y haberse escapado con él. Para entonces, el sheriff MacKinley fue destituido de su puesto de sheriff.
Su sustituto era un hombre con muy mala fama apellidado Layton. El hombre pasaba más tiempo metido dentro del saloon bebiendo que en la oficina.
El anterior sheriff se sintió dolido cuando se vio despojado de su estrella. Decidió volcarse de lleno en el cuidado de su familia. Había perdido a su primera esposa, con la que había adoptado a un niño llamado Gray. Y también fue testigo, años después, de la muerte de Gray a consecuencia de una neumonía. Clint MacKinley deseaba ser feliz. Por ese motivo, no vaciló cuando volvió a enamorarse. Jenna era viuda. No tenía hijos. Y había sufrido mucho en la vida.
Jenna y Clint se casaron. Por aquel entonces, Gray todavía vivía. Y aquel niño fue como un hijo para Jenna. Los años fueron pasando. Y Jenna permaneció al lado de su marido.
Pero aquella historia de amor no cautivó la mente de dos jovencitas del pueblo. Se trataba de Theola Warrick y de la hija adoptiva de Clint y de Jenna, Brianna Daphne MacKinley.
Desde que Theola llegó a San Ezequiel para vivir con sus tíos, Brianna y ella se habían convertido en inseparables. Pasaban muchas tardes jugando juntas a la orilla del riachuelo.
Intercambiaban confidencias.
-Yo deseo eso para mí-le confesó en una de aquellas tardes Theola a su amiga-Deseo escaparme con el hombre al que amo. ¡Y que nadie nos encuentre! ¡Sería maravilloso!
-Pues yo opino que sería una locura-afirmó Brianna.
-¿No estás deseando encontrar el amor?
Brianna y Theola tenían trece años por aquella época. Sus cuerpos todavía eran los de dos niñas.
Sin embargo, no tardarían en convertirse en mujeres. Jenna deseaba explicarle a sus hijas los cambios que estaba a punto de sufrir su cuerpo. Pero no encontraba el momento adecuado para hacerlo. Le daba mucha vergüenza. Lo intentó en varias ocasiones, pero no pudo. Buscaba a Brianna en su habitación. La abordaba cuando estaba haciendo los deberes. Empezaba a hablar. Pero acababa poniéndose roja de vergüenza.
-El amor es un incordio-contestó Brianna-Yo sólo quiero sacar buenas notas.
-Mi prima Cathy ya está empezando a hablar de chicos-le confesó Theola.
-Tu prima Cathy sólo habla de un chico. Y su nombre es Dillon O' Hara.
-Pues su hermano Tyler no te quita la vista de encima. ¡Me he dado cuenta! Creo que le gustas.
-¡Theola!
Brianna se ruborizó al escuchar el nombre de Tyler.
Siempre la estaba mirando. Y su mirada estaba cargada de adoración.
Brianna no podía mentirle a Theola. Le gustaba mucho Tyler.
Hoy, vamos a ver otra escena eliminada de mi novela Un amor prohibido que tiene como protagonistas a dos personajes muy importantes de la historia: Theola Warrick y Brianna MacKinley.
Los años fueron pasando.
La gente se acordaba a menudo de la pobre April, como solían llamarla.
La joven decidió romper todo contacto con los vecinos del pueblo. Se sabía que era feliz viviendo lejos. Que estaba sacando ella sola adelante a su hermano menor, a Harry. Para ella, Harry era algo parecido a su hija Elsie.
Pero lo que más comentaban los vecinos era la huida que había protagonizado la hermana menor de April, Alice, con William. Peggy criticaba a Alice por haberse enamorado de un comanche y haberse escapado con él. Para entonces, el sheriff MacKinley fue destituido de su puesto de sheriff.
Su sustituto era un hombre con muy mala fama apellidado Layton. El hombre pasaba más tiempo metido dentro del saloon bebiendo que en la oficina.
El anterior sheriff se sintió dolido cuando se vio despojado de su estrella. Decidió volcarse de lleno en el cuidado de su familia. Había perdido a su primera esposa, con la que había adoptado a un niño llamado Gray. Y también fue testigo, años después, de la muerte de Gray a consecuencia de una neumonía. Clint MacKinley deseaba ser feliz. Por ese motivo, no vaciló cuando volvió a enamorarse. Jenna era viuda. No tenía hijos. Y había sufrido mucho en la vida.
Jenna y Clint se casaron. Por aquel entonces, Gray todavía vivía. Y aquel niño fue como un hijo para Jenna. Los años fueron pasando. Y Jenna permaneció al lado de su marido.
Pero aquella historia de amor no cautivó la mente de dos jovencitas del pueblo. Se trataba de Theola Warrick y de la hija adoptiva de Clint y de Jenna, Brianna Daphne MacKinley.
Desde que Theola llegó a San Ezequiel para vivir con sus tíos, Brianna y ella se habían convertido en inseparables. Pasaban muchas tardes jugando juntas a la orilla del riachuelo.
Intercambiaban confidencias.
-Yo deseo eso para mí-le confesó en una de aquellas tardes Theola a su amiga-Deseo escaparme con el hombre al que amo. ¡Y que nadie nos encuentre! ¡Sería maravilloso!
-Pues yo opino que sería una locura-afirmó Brianna.
-¿No estás deseando encontrar el amor?
Brianna y Theola tenían trece años por aquella época. Sus cuerpos todavía eran los de dos niñas.
Sin embargo, no tardarían en convertirse en mujeres. Jenna deseaba explicarle a sus hijas los cambios que estaba a punto de sufrir su cuerpo. Pero no encontraba el momento adecuado para hacerlo. Le daba mucha vergüenza. Lo intentó en varias ocasiones, pero no pudo. Buscaba a Brianna en su habitación. La abordaba cuando estaba haciendo los deberes. Empezaba a hablar. Pero acababa poniéndose roja de vergüenza.
-El amor es un incordio-contestó Brianna-Yo sólo quiero sacar buenas notas.
-Mi prima Cathy ya está empezando a hablar de chicos-le confesó Theola.
-Tu prima Cathy sólo habla de un chico. Y su nombre es Dillon O' Hara.
-Pues su hermano Tyler no te quita la vista de encima. ¡Me he dado cuenta! Creo que le gustas.
-¡Theola!
Brianna se ruborizó al escuchar el nombre de Tyler.
Siempre la estaba mirando. Y su mirada estaba cargada de adoración.
Brianna no podía mentirle a Theola. Le gustaba mucho Tyler.
sábado, 19 de julio de 2014
PERDERSE EN MAJULI
Hola a todos.
Majuli es la isla donde transcurre Mía Stella.
Se encuentra en el Estado de Assam. Está considerada como la isla fluvial más larga del mundo.
No se ven muchos carruajes pasar por la isla en la época en la que transcurre la novela.
La aldea donde Starbrooke Hall se encuentra en sus afueras consta de algunos servicios. Son bastante importantes.
Tiene un herrero. Posee un dispensario. Y hay una pensión donde los forasteros se pueden alojar. Además, tiene una tahona. Y hay una modista francesa que se encarga de coser la ropa con la ayuda de dos ayudantes.
En el pueblo deben de vivir unas cien personas. Hay otros pueblos más grandes en la isla en los que viven unas 500 personas. O un poco más...
Por cierto, el servicio doméstico de los Dashwood está compuesto por unas cincuenta personas. Hay nativos y también hay ingleses.
Majuli es la isla donde transcurre Mía Stella.
Se encuentra en el Estado de Assam. Está considerada como la isla fluvial más larga del mundo.
No se ven muchos carruajes pasar por la isla en la época en la que transcurre la novela.
La aldea donde Starbrooke Hall se encuentra en sus afueras consta de algunos servicios. Son bastante importantes.
Tiene un herrero. Posee un dispensario. Y hay una pensión donde los forasteros se pueden alojar. Además, tiene una tahona. Y hay una modista francesa que se encarga de coser la ropa con la ayuda de dos ayudantes.
En el pueblo deben de vivir unas cien personas. Hay otros pueblos más grandes en la isla en los que viven unas 500 personas. O un poco más...
Por cierto, el servicio doméstico de los Dashwood está compuesto por unas cincuenta personas. Hay nativos y también hay ingleses.
viernes, 18 de julio de 2014
ACTIVIDADES EN "MÍA STELLA"
Hola a todos.
Hoy, vamos a ver las actividades que podrían realizar los protagonistas de mi novela Mía Stella.
Yo me imagino a lady Brighid y a sus dos hijas, Erin y Estelle, cortando flores en el jardín. Me imagino a Erin y a Estelle solas. Dando largos paseos por la aldea. Relacionándose Erin con los aldeanos. Estelle es algo más tímida que su hermana.
Erin podría practicar el tiro con arco. Se le da bastante bien. Nunca para quieta.
Víctor también podría jugar al criquet con el prometido de Erin, lord Oxford, y al joven del que Erin está enamorada, Elliot Duncan.
Al ser mayor Erin que Estelle, la primera podrá asistir a los "burra khanas" que celebran los ingleses (que son más bien pocos) que viven en Majuli. A Estelle le toca esperar. Sin embargo, ella no siente la menor ilusión por asistir a una "burra khana". Tan sólo siente algo de curiosidad. Nada más...
Hoy, vamos a ver las actividades que podrían realizar los protagonistas de mi novela Mía Stella.
Yo me imagino a lady Brighid y a sus dos hijas, Erin y Estelle, cortando flores en el jardín. Me imagino a Erin y a Estelle solas. Dando largos paseos por la aldea. Relacionándose Erin con los aldeanos. Estelle es algo más tímida que su hermana.
Erin podría practicar el tiro con arco. Se le da bastante bien. Nunca para quieta.
Víctor también podría jugar al criquet con el prometido de Erin, lord Oxford, y al joven del que Erin está enamorada, Elliot Duncan.
Al ser mayor Erin que Estelle, la primera podrá asistir a los "burra khanas" que celebran los ingleses (que son más bien pocos) que viven en Majuli. A Estelle le toca esperar. Sin embargo, ella no siente la menor ilusión por asistir a una "burra khana". Tan sólo siente algo de curiosidad. Nada más...
jueves, 17 de julio de 2014
LA MANSIÓN DONDE VIVEN LOS DASHWOOD
Hola a todos.
Aunque no es lo habitual, hoy me gustaría enseñaros la mansión donde he imaginado que viviría la familia Dashwood en la isla fluvial de Majuli.
Se trata de una mansión que he llamado Starbrooke Hall.
Se trata de un lugar que posee un magnífico jardín. Allí crece el Noni, también conocido como Árbol de la India.
La mansión se encuentra bastante cerca del río Brahmaputra.
Se pueden ver a aves acuáticas emigratorias como la curruca desde cualquier lugar de la mansión.
Se trata de una mansión de corte isabelino. Puede recordar a una de las numerosas casas solariegas que se pueden encontrar en Inglaterra.
Está decorada con los muebles mejor tallados. Con las mejores alfombras...Con lámparas en forma de araña que cuelgan de los techos. Y hay cuadros en los que aparecen los retratos de numerosos integrantes de la familia.
La mansión consta de diversas habitaciones.
La habitación de Erin está pegada a a la habitación de Estelle.
Hay un enorme salón. Un gran comedor...Una biblioteca...Una dispensa donde guardar la comida. Un cuarto donde se guardaban los trastos viejos (el desván). La habitación que ocupaban Erin y Estelle cuando eran pequeñas. Un establo donde se guardan los caballos. Una leñera...
Los sirvientes suelen dormir en el sótano.
Y así es como me imagino yo que sería Starbrooke Hall.
¿Qué os parece?
Aunque no es lo habitual, hoy me gustaría enseñaros la mansión donde he imaginado que viviría la familia Dashwood en la isla fluvial de Majuli.
Se trata de una mansión que he llamado Starbrooke Hall.
Se trata de un lugar que posee un magnífico jardín. Allí crece el Noni, también conocido como Árbol de la India.
La mansión se encuentra bastante cerca del río Brahmaputra.
Se pueden ver a aves acuáticas emigratorias como la curruca desde cualquier lugar de la mansión.
Se trata de una mansión de corte isabelino. Puede recordar a una de las numerosas casas solariegas que se pueden encontrar en Inglaterra.
Está decorada con los muebles mejor tallados. Con las mejores alfombras...Con lámparas en forma de araña que cuelgan de los techos. Y hay cuadros en los que aparecen los retratos de numerosos integrantes de la familia.
La mansión consta de diversas habitaciones.
La habitación de Erin está pegada a a la habitación de Estelle.
Hay un enorme salón. Un gran comedor...Una biblioteca...Una dispensa donde guardar la comida. Un cuarto donde se guardaban los trastos viejos (el desván). La habitación que ocupaban Erin y Estelle cuando eran pequeñas. Un establo donde se guardan los caballos. Una leñera...
Los sirvientes suelen dormir en el sótano.
Y así es como me imagino yo que sería Starbrooke Hall.
¿Qué os parece?
miércoles, 16 de julio de 2014
UNA IMAGEN DE ERIN ELINOR DASHWOOD
Hola a todos.
Aquí os traigo una foto de la actriz Emily Blunt.
Aparece dando vida a uno de los personajes más fascinantes que ha dado la historia: la Reina Victoria. Interpretó a la Reina en su juventud en el film La joven Victoria.
Emily Blunt es muy parecida en el físico a como yo me imagino a uno de los personajes de Mía Stella.
Se trata de Erin Elinor Dashwood, la hermana mayor de la protagonista, Estelle Dashwood.
En el físico, Erin es de cabello castaño. Lo tiene largo. Es una joven romántica. Sus ojos son de color azul cielo. Está considerada como una de las bellezas de Calcuta.
Juzgad vosotros mismos.
Aquí os traigo una foto de la actriz Emily Blunt.
Aparece dando vida a uno de los personajes más fascinantes que ha dado la historia: la Reina Victoria. Interpretó a la Reina en su juventud en el film La joven Victoria.
Emily Blunt es muy parecida en el físico a como yo me imagino a uno de los personajes de Mía Stella.
Se trata de Erin Elinor Dashwood, la hermana mayor de la protagonista, Estelle Dashwood.
En el físico, Erin es de cabello castaño. Lo tiene largo. Es una joven romántica. Sus ojos son de color azul cielo. Está considerada como una de las bellezas de Calcuta.
Juzgad vosotros mismos.
martes, 15 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Y seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Pasó cerca de un mes.
Nadie sabía nada. Alice se escabullía a la llanura con cualquier excusa.
Sus padres no sospechaban nada. Alice no se parecía en nada a April.
Para ellos, Alice era la hija perfecta. Nunca se metía en líos. Clifford la adoraba.
Alice era una muchacha de carácter dócil. Siempre le había obedecido.
No era tan alocada como lo seguía siendo April.
Alice estaba todo el día nerviosa. Estaba empezando a conocer mejor a William. Él le contaba cómo era su vida en el poblado comanche. Le hablaba de la niñez junto a su hermano mayor, Espírit Cazador.
Alice le contó anécdotas de su niñez. Le habló de cómo había sido su niñez. Había llevado una vida un tanto sobreprotegida. Nunca encontró motivo alguno para rebelarse. Había visto a su padre discutir a todas horas con April. Una situación que cambió cuando April se casó con Jay. Pero no se atrevió a contarle a William que el matrimonio de su hermana era un completo fracaso. April, por supuesto, no se lo quería contar. Pero Alice sí se había dado cuenta de ello.
Elsie le había contado algunas cosas cuando iba a verla. La niña no era feliz viviendo con sus padres. Jay estaba todo el día encerrado en el despacho con el sheriff MacKinley. O estaba haciendo la ronda por el pueblo.
Cuando estaba en casa, Jay discutía con April. Lo malo era que Elsie les oía discutir. La niña no entendía el porqué sus padres se llevaban tan mal.
Alice la compadecía. Su sobrino, que todavía no había nacido, también iba a sufrir mucho por culpa de sus padres. Clifford decía que April tenía mucho genio y que Jay no sabía cómo tratarla. Ellen, por su parte, pensaba que Jay no sabía cómo cuidar a April.
Alice pensaba que Jay vivía anclado en el pasado. Y no sabía valorar las cosas buenas que le había dado el presente.
-Tu hermana no es feliz con su hombre-le dijo una tarde William a Alice-Hasta el poblado, el viento arrastra los rumores. Él sólo quiere marchitarla. Y acabará solo.
-¿Por qué dices eso?-le preguntó la joven.
-La gente que actúa de ese modo acaba sola.
-Tú no estás casado.
-El matrimonio es respeto. Es honrar al otro. Es amar al otro.
Alice le dio un beso fuerte en la boca.
Y seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Pasó cerca de un mes.
Nadie sabía nada. Alice se escabullía a la llanura con cualquier excusa.
Sus padres no sospechaban nada. Alice no se parecía en nada a April.
Para ellos, Alice era la hija perfecta. Nunca se metía en líos. Clifford la adoraba.
Alice era una muchacha de carácter dócil. Siempre le había obedecido.
No era tan alocada como lo seguía siendo April.
Alice estaba todo el día nerviosa. Estaba empezando a conocer mejor a William. Él le contaba cómo era su vida en el poblado comanche. Le hablaba de la niñez junto a su hermano mayor, Espírit Cazador.
Alice le contó anécdotas de su niñez. Le habló de cómo había sido su niñez. Había llevado una vida un tanto sobreprotegida. Nunca encontró motivo alguno para rebelarse. Había visto a su padre discutir a todas horas con April. Una situación que cambió cuando April se casó con Jay. Pero no se atrevió a contarle a William que el matrimonio de su hermana era un completo fracaso. April, por supuesto, no se lo quería contar. Pero Alice sí se había dado cuenta de ello.
Elsie le había contado algunas cosas cuando iba a verla. La niña no era feliz viviendo con sus padres. Jay estaba todo el día encerrado en el despacho con el sheriff MacKinley. O estaba haciendo la ronda por el pueblo.
Cuando estaba en casa, Jay discutía con April. Lo malo era que Elsie les oía discutir. La niña no entendía el porqué sus padres se llevaban tan mal.
Alice la compadecía. Su sobrino, que todavía no había nacido, también iba a sufrir mucho por culpa de sus padres. Clifford decía que April tenía mucho genio y que Jay no sabía cómo tratarla. Ellen, por su parte, pensaba que Jay no sabía cómo cuidar a April.
Alice pensaba que Jay vivía anclado en el pasado. Y no sabía valorar las cosas buenas que le había dado el presente.
-Tu hermana no es feliz con su hombre-le dijo una tarde William a Alice-Hasta el poblado, el viento arrastra los rumores. Él sólo quiere marchitarla. Y acabará solo.
-¿Por qué dices eso?-le preguntó la joven.
-La gente que actúa de ese modo acaba sola.
-Tú no estás casado.
-El matrimonio es respeto. Es honrar al otro. Es amar al otro.
Alice le dio un beso fuerte en la boca.
lunes, 14 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir viendo más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Vamos a ver cómo se inicia el romance entre William y Alice.
Encontrarse con William en la llanura era una locura. Alice lo supo la siguiente vez que fue al cementerio.
William estaba fuera. Parecía que la estaba esperando. Todo lo que ocurrió a continuación le pareció a Alice una locura.
-¿Cómo estás?-le preguntó la muchacha-¿Te encuentras ya mejor?
-Quería verte-respondió William.
-¿Qué quieres de mí? Ni siquiera sé tu nombre.
-Mi nombre es Halcón Volador. Pero los blancos me llamaron William. Llámame como tú quieras. Tampoco sé tu nombre.
-Me llamo Alice.
William recorrió con la mirada el rostro y la figura de Alice. La chica se sintió un tanto incómoda. William no había podido olvidar a Alice desde que la vio por primera vez días antes, durante el entierro de Espíritu Cazador y de su mujer.
No se han ido, pensó William.
Alice comenzó a caminar. William empezó a caminar a su lado.
-No puedo entretenerme demasiado-dijo Alice.
Sus padres la estaban esperando. Querían ir a visitar a April y a Elsie. Lo malo era que Jay estaría también en casa. En ocasiones, Jay y April discutían delante de ellos. Clifford se reía porque pensaba que Jay estaba sufriendo al intentar meter en vereda a April.
-Deseo que nos veamos más a menudo-afirmó William-¿Y si vienes mañana? Sobre esta misma hora...
-No sé si podré-contestó Alice-Mi hermana está embarazada. Y...
-Por favor...Quiero conocerte mejor. Me gustaría saber más cosas de ti. Además de tu nombre...Quiero saber todo lo que piensas. Y que tú me conozcas mejor.
No había nadie en la llanura. Había unas pocas personas en el cementerio, pero estaban ocupadas rezando. O depositando flores en las tumbas de sus seres queridos.
-Nos vemos mañana-asintió Alice.
-Te estaré esperando-le prometió William.
-Sí...
Para sorpresa de Alice, William la tomó entre sus brazos y la besó. Fue un beso fuerte y, al mismo tiempo, ardiente. Aquel beso tan apasionado dejó a Alice atónita. Nunca pensó que aquello pudiera pasar. La chica sintió cómo se le iba el aire. No supo qué decir cuando se apartó de William. Lo único que hizo fue echar a correr.
Llegó al rancho.
Cerró nerviosa la puerta.
El corazón de Alice latía a gran velocidad. No podía creerse lo que acababa de pasar.
Hoy, vamos a seguir viendo más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Vamos a ver cómo se inicia el romance entre William y Alice.
Encontrarse con William en la llanura era una locura. Alice lo supo la siguiente vez que fue al cementerio.
William estaba fuera. Parecía que la estaba esperando. Todo lo que ocurrió a continuación le pareció a Alice una locura.
-¿Cómo estás?-le preguntó la muchacha-¿Te encuentras ya mejor?
-Quería verte-respondió William.
-¿Qué quieres de mí? Ni siquiera sé tu nombre.
-Mi nombre es Halcón Volador. Pero los blancos me llamaron William. Llámame como tú quieras. Tampoco sé tu nombre.
-Me llamo Alice.
William recorrió con la mirada el rostro y la figura de Alice. La chica se sintió un tanto incómoda. William no había podido olvidar a Alice desde que la vio por primera vez días antes, durante el entierro de Espíritu Cazador y de su mujer.
No se han ido, pensó William.
Alice comenzó a caminar. William empezó a caminar a su lado.
-No puedo entretenerme demasiado-dijo Alice.
Sus padres la estaban esperando. Querían ir a visitar a April y a Elsie. Lo malo era que Jay estaría también en casa. En ocasiones, Jay y April discutían delante de ellos. Clifford se reía porque pensaba que Jay estaba sufriendo al intentar meter en vereda a April.
-Deseo que nos veamos más a menudo-afirmó William-¿Y si vienes mañana? Sobre esta misma hora...
-No sé si podré-contestó Alice-Mi hermana está embarazada. Y...
-Por favor...Quiero conocerte mejor. Me gustaría saber más cosas de ti. Además de tu nombre...Quiero saber todo lo que piensas. Y que tú me conozcas mejor.
No había nadie en la llanura. Había unas pocas personas en el cementerio, pero estaban ocupadas rezando. O depositando flores en las tumbas de sus seres queridos.
-Nos vemos mañana-asintió Alice.
-Te estaré esperando-le prometió William.
-Sí...
Para sorpresa de Alice, William la tomó entre sus brazos y la besó. Fue un beso fuerte y, al mismo tiempo, ardiente. Aquel beso tan apasionado dejó a Alice atónita. Nunca pensó que aquello pudiera pasar. La chica sintió cómo se le iba el aire. No supo qué decir cuando se apartó de William. Lo único que hizo fue echar a correr.
Llegó al rancho.
Cerró nerviosa la puerta.
El corazón de Alice latía a gran velocidad. No podía creerse lo que acababa de pasar.
domingo, 13 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, seguimos viendo más escenas eliminadas de Un amor prohibido.
Alice y April salen a dar un paseo. Y April se queja sobre su matrimonio.
Era un sábado por la tarde.
April agradeció el poder salir a dar un paseo en compañía de Alice.
Jay tenía mucho trabajo en la oficina del sheriff, después de que el sheriff MacKinley hubiese arrestado a un cuatrero. El sheriff lo estaba interrogando. Y Jay debía de estar presente. Elsie se había ido al rancho de sus abuelos. Quería jugar con Harry.
April se colgó del brazo de su hermana menor mientras caminaban.
-No se te nota nada el embarazo-observó Alice.
April sonrió con orgullo y se tocó con la mano el vientre, todavía plano.
-Pero tardará en empezar a notárseme-afirmó con jactancia-Jay dice que va a ser un niño. Y será como él.
-Espero que herede su físico-le aseguró Alice-Pero me temo que el carácter es otra cosa. Puedes hablar conmigo, hermana. Yo no soy como nuestra madre. Te escucho.
Una sombra de tristeza cruzó el rostro de April.
-Jay me tiene prácticamente encerrada en casa-se sinceró la joven-No me deja casi nunca salir a la calle. ¡Ni siquiera me permite montar a caballo! Yo sé que me quiere. Pero...A veces, tengo la sensación de que no le importo. Que sólo me quiere para una cosa. Y no te lo voy a contar porque todavía estás soltera. Hasta donde yo sé, no tienes ni novio.
-No pasa nada-dijo Alice, ruborizándose.
-¡Soy una desgraciada, hermana! Yo creía que Jay me quería.
-¿Estás enamorada de él?
April se encogió de hombros.
-Ya no sé ni lo que siento por él-contestó con sinceridad-Es mi marido. Es el padre de Elsie. Y es el padre del niño que está creciendo dentro de mí. Pero...De no haberme casado con Jay, me habría quedado soltera. Eso habría sido peor.
sábado, 12 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, seguimos viendo más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
En esta ocasión, vamos a empezar a indagar en la relación entre Alice y William.
William es un joven comanche que se ha criado en una misión, donde ha sido bautizado.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Fue en aquella época cuando Alice conoció a William.
Era un joven comanche que vivía en una misión. Su madre había muerto allí. Su padre todavía vivía.
Le conoció un día que fue al cementerio a visitar la tumba de sus abuelos. Alice acudió sola a depositar un ramo de flores. Sus abuelos paternos se habían querido mucho. Estaban enterrados juntos. A sus abuelos maternos no les había llegado a conocer porque vivían en Inglaterra. Alice sabía que nunca viajaría a aquel país.
Escuchó lo que pareció que era un canto triste. Venía de fuera del cementerio. Alice se santiguó y depositó el ramo entre las dos tumbas. Deseaba tener para ella un amor tan fuerte como el que habían tenido sus abuelos. Fue, entonces, cuando vio por primera vez a William.
Para su sorpresa, William estaba de rodillas entonando un lamento que parecía ser una canción fúnebre.
Habían dos personas frente a él, un hombre y una mujer. La mujer era blanca. Llevaba puesto un traje de cuero raspado. Un traje comanche...Eso llamó la atención de Alice. El hombre que yacía a su lado tenía rasgos extraños. Había una curiosa mezcla de razas que se adivinaba en su cara. En el tono más claro de su piel...
Los dos estaban muertos.
El cabello dorado intenso de la mujer estaba recogido en dos trenzas que caían sobre sus hombros. Su piel estaba muy pálida.
De rodillas, en el otro lado, un hombre y una mujer de mediana edad lloraban. Su hijo mayor acababa de morir durante una reyerta con un grupo de hombres blancos que querían llevarse por la fuerza a su mujer. Además, habían perdido a su nuera. La segunda esposa de su hijo...Y, con ella, había muerto el niño que iban a tener.
-El chamán se equivocó-sollozó la mujer-Vio que Espíritu Cazador tendría una gran descendencia. ¡Me lo dijo cuando acudí a él hace tanto tiempo! Y yo me sentiría orgullosa de su descendencia. ¡Me mintió!
-No te mintió-replicó el hombre-No interpretó bien su sueño.
-¡Están muertos!
La mujer rompió a llorar amargamente. De pronto, se dio cuenta de que no estaban solos.
-¿Qué haces aquí, mujer blanca?-le preguntó William-No es lugar para que tú estés.
-Vengo de depositar flores en la tumba de mis abuelos-respondió Alice-Lamento mucho vuestra pérdida.
-Vete, mujer blanca. Si hombres blancos te ven hablando con nosotros, será malo para todos. No es una orden. La mujer de mi hermano corrió esa suerte por enamorarse de él.
-Mi cuñado es el sheriff del pueblo. No pasará nada. Yo sólo he venido a mostrar mi pesar por vuestra pérdida.
Alice estaba conmocionada.
Sus abuelos paternos habían muerto cuando era pequeña.
Tenía un vago recuerdo de cómo había sido su funeral.
En cambio, sí recordaba lo mucho que se habían querido. Ellos debieron de quererse del mismo modo cuando han muerto juntos, pensó Alice. Eso era lo que quería para ella. Un amor fuerte e incondicional...
Deseaba ser valiente para poder enfrentarse al mundo por amor. Era consciente de que el matrimonio de su hermana con Jay no estaba marchando por el mejor momento. Jay estaba muy contento con la noticia de que iba a ser de nuevo padre. Pero April se sentía asfixiada.
Sentía que odiaba a su marido. Alice había escuchado rumores de que Jay no trataba del todo bien a su hermana mayor. Cuando les veía paseando por el pueblo cogidos del brazo, Alice no quería pensar eso. Les veía besándose. Hacían una pareja muy hermosa. Pero no podía creerse nada de lo que le contaban.
-¿Qué les ocurrió?-quiso saber Alice.
-Los hombres blancos quisieron llevársela-contestó la madre del difunto-Espíritu Cazador se negó. Ella se negó.
-¿Era su mujer?
-Según nuestra ley, sí. Era su esposa.
-Los hombres blancos son salvajes-afirmó William-No todos los hombres blancos son así. Pero...Madre puede contártelo.
Una expresión de horror apareció dibujada en el rostro de la mujer. Alice adivinó muchas cosas. El difunto era mestizo. Y su concepción no había sido por amor. Había sido un acto de violencia. De miedo...De horror...
-Vete, muchacha-le pidió la mujer-No quiero que te vean aquí con nosotros. Los espíritus mi hijo y de su mujer tienen que irse. Vete.
-Lo siento mucho-se lamentó Alice.
-No eres mala, muchacha. Es sólo que queremos estar solos.
El hombre de mediana edad estaba muy callado. Miles de sensaciones pasaron por su rostro. Una de aquellas sensaciones era de alivio.
William recorrió con la mirada a Alice. Hacía mucho calor aquel día. Se dio cuenta de que era una joven bastante alta. Tenía el cabello negro, que llevaba recogido en un moño. Llevaba puesto un vestido de color verde.
-Comparto vuestro dolor-dijo Alice-Me llamo Alice. Sé lo que es perder a un ser querido. El dolor es el mismo siempre.
Cogió la mano de William y se la oprimió con suavidad. Se inclinó hacia él y le besó en la mejilla. Luego, se marchó.
William la observó mientras se alejaba. Aquella joven blanca parecía ser sincera en su manera de hablar. En la forma en la que se había comportado. De pronto, tuvo la sensación de que podía ver el espíritu de su hermano. De Espíritu Cazador...Y le miraba. Le estaba sonriendo.
Halcón Volador, pareció decirle, usando su nombre comanche.
Hermano, pensó William. Una mujer blanca ha presenciado tu entierro y el de tu mujer.
Una mujer blanca ha sido compasiva con nosotros. Una mujer blanca es buena. Igual que tu mujer...¿Qué puede significar eso?
Hoy, seguimos viendo más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
En esta ocasión, vamos a empezar a indagar en la relación entre Alice y William.
William es un joven comanche que se ha criado en una misión, donde ha sido bautizado.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Fue en aquella época cuando Alice conoció a William.
Era un joven comanche que vivía en una misión. Su madre había muerto allí. Su padre todavía vivía.
Le conoció un día que fue al cementerio a visitar la tumba de sus abuelos. Alice acudió sola a depositar un ramo de flores. Sus abuelos paternos se habían querido mucho. Estaban enterrados juntos. A sus abuelos maternos no les había llegado a conocer porque vivían en Inglaterra. Alice sabía que nunca viajaría a aquel país.
Escuchó lo que pareció que era un canto triste. Venía de fuera del cementerio. Alice se santiguó y depositó el ramo entre las dos tumbas. Deseaba tener para ella un amor tan fuerte como el que habían tenido sus abuelos. Fue, entonces, cuando vio por primera vez a William.
Para su sorpresa, William estaba de rodillas entonando un lamento que parecía ser una canción fúnebre.
Habían dos personas frente a él, un hombre y una mujer. La mujer era blanca. Llevaba puesto un traje de cuero raspado. Un traje comanche...Eso llamó la atención de Alice. El hombre que yacía a su lado tenía rasgos extraños. Había una curiosa mezcla de razas que se adivinaba en su cara. En el tono más claro de su piel...
Los dos estaban muertos.
El cabello dorado intenso de la mujer estaba recogido en dos trenzas que caían sobre sus hombros. Su piel estaba muy pálida.
De rodillas, en el otro lado, un hombre y una mujer de mediana edad lloraban. Su hijo mayor acababa de morir durante una reyerta con un grupo de hombres blancos que querían llevarse por la fuerza a su mujer. Además, habían perdido a su nuera. La segunda esposa de su hijo...Y, con ella, había muerto el niño que iban a tener.
-El chamán se equivocó-sollozó la mujer-Vio que Espíritu Cazador tendría una gran descendencia. ¡Me lo dijo cuando acudí a él hace tanto tiempo! Y yo me sentiría orgullosa de su descendencia. ¡Me mintió!
-No te mintió-replicó el hombre-No interpretó bien su sueño.
-¡Están muertos!
La mujer rompió a llorar amargamente. De pronto, se dio cuenta de que no estaban solos.
-¿Qué haces aquí, mujer blanca?-le preguntó William-No es lugar para que tú estés.
-Vengo de depositar flores en la tumba de mis abuelos-respondió Alice-Lamento mucho vuestra pérdida.
-Vete, mujer blanca. Si hombres blancos te ven hablando con nosotros, será malo para todos. No es una orden. La mujer de mi hermano corrió esa suerte por enamorarse de él.
-Mi cuñado es el sheriff del pueblo. No pasará nada. Yo sólo he venido a mostrar mi pesar por vuestra pérdida.
Alice estaba conmocionada.
Sus abuelos paternos habían muerto cuando era pequeña.
Tenía un vago recuerdo de cómo había sido su funeral.
En cambio, sí recordaba lo mucho que se habían querido. Ellos debieron de quererse del mismo modo cuando han muerto juntos, pensó Alice. Eso era lo que quería para ella. Un amor fuerte e incondicional...
Deseaba ser valiente para poder enfrentarse al mundo por amor. Era consciente de que el matrimonio de su hermana con Jay no estaba marchando por el mejor momento. Jay estaba muy contento con la noticia de que iba a ser de nuevo padre. Pero April se sentía asfixiada.
Sentía que odiaba a su marido. Alice había escuchado rumores de que Jay no trataba del todo bien a su hermana mayor. Cuando les veía paseando por el pueblo cogidos del brazo, Alice no quería pensar eso. Les veía besándose. Hacían una pareja muy hermosa. Pero no podía creerse nada de lo que le contaban.
-¿Qué les ocurrió?-quiso saber Alice.
-Los hombres blancos quisieron llevársela-contestó la madre del difunto-Espíritu Cazador se negó. Ella se negó.
-¿Era su mujer?
-Según nuestra ley, sí. Era su esposa.
-Los hombres blancos son salvajes-afirmó William-No todos los hombres blancos son así. Pero...Madre puede contártelo.
Una expresión de horror apareció dibujada en el rostro de la mujer. Alice adivinó muchas cosas. El difunto era mestizo. Y su concepción no había sido por amor. Había sido un acto de violencia. De miedo...De horror...
-Vete, muchacha-le pidió la mujer-No quiero que te vean aquí con nosotros. Los espíritus mi hijo y de su mujer tienen que irse. Vete.
-Lo siento mucho-se lamentó Alice.
-No eres mala, muchacha. Es sólo que queremos estar solos.
El hombre de mediana edad estaba muy callado. Miles de sensaciones pasaron por su rostro. Una de aquellas sensaciones era de alivio.
William recorrió con la mirada a Alice. Hacía mucho calor aquel día. Se dio cuenta de que era una joven bastante alta. Tenía el cabello negro, que llevaba recogido en un moño. Llevaba puesto un vestido de color verde.
-Comparto vuestro dolor-dijo Alice-Me llamo Alice. Sé lo que es perder a un ser querido. El dolor es el mismo siempre.
Cogió la mano de William y se la oprimió con suavidad. Se inclinó hacia él y le besó en la mejilla. Luego, se marchó.
William la observó mientras se alejaba. Aquella joven blanca parecía ser sincera en su manera de hablar. En la forma en la que se había comportado. De pronto, tuvo la sensación de que podía ver el espíritu de su hermano. De Espíritu Cazador...Y le miraba. Le estaba sonriendo.
Halcón Volador, pareció decirle, usando su nombre comanche.
Hermano, pensó William. Una mujer blanca ha presenciado tu entierro y el de tu mujer.
Una mujer blanca ha sido compasiva con nosotros. Una mujer blanca es buena. Igual que tu mujer...¿Qué puede significar eso?
jueves, 10 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Y, hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
¡A ver qué os parece ésta!
Transcurrieron seis años.
El escándalo estalló el mismo año que nació Olivia.
Para entonces, Jay y April llevaban casados seis años.
Habían sido padres de una preciosa niña.
Se llamaba Elsie. Se parecía mucho a April en el carácter y también en el físico. Para entonces, el sheriff MacKinley era un hombre casado en segundas nupcias con Jenna. Al hijo que adoptó en su primer matrimonio, Gray, se le unió una niña que adoptó poco antes de casarse con Jenna. La llamaron Brianna.
La vida de April transcurrió de manera tranquila. Se fue a vivir con su marido al pueblo. Pero seguía acudiendo al rancho de sus padres para ver a sus hermanos.
Salía menos a montar a caballo porque Jay se lo había prohibido. No participaba en cacerías porque Jay también se lo había prohibido. En ocasiones, April se preguntaba si lo que pretendía su marido era que se muriera de asco. Para entonces, sus padres estaban preocupados por su hermana menor.
Alice tenía ya diecisiete años.
Cumpliría dieciocho años en unas pocas semanas. Y Clifford estaba preocupado por ella. Por suerte, no había heredado el carácter impetuoso de su hermana mayor. Era más tranquila.
April se cepillaba ella misma el cabello todas las noches cuando se disponía a irse a la cama a descansar. Y se daba cuenta de que estaba perdiendo cada día que pasaba más pelo porque lo veía en los mechones oscuros que quedaban en el cepillo cuando ella terminaba de peinarse. Era una especie de tortura para ella.
Se sentía vieja.
Echaba de menos la época en la que cazaba búfalos. Ya no podía participar en ninguna cacería.
Echaba de menos la época en la que podía salir a dar largos paseos a caballo. De algún modo, se sentía prisionera en su propia casa. Se ocupaba de criar a su pequeña Elsie. Jay se pasaba gran parte del día en el despacho. No le cabía la menor duda de que sentía un gran cariño por su hija. Pero Jay, en su fuero interno, deseaba tener un hijo. April llevaba unos pocos días de retraso en su menstruación. Su figura todavía estaba plana, pero sospechaba que iba a tener un nuevo hijo en cuestión de unos ocho meses.
Pero también pensaba en Alice.
Su hermana era muy parecida a ella, ya que tenía el mismo cabello de color negro intenso como el azabache. Sus ojos eran de color negro y de mirada profunda. En el caso de Alice, había mucha dulzura en su mirada. Era cierto lo que se decía. Alice se había convertido en toda una belleza.
Sus labios eran sonrosados y estaban trazados de un modo muy delicado. Y su barbilla era ligeramente redonda y suave. Era de complexión delgada. Todavía llevaba su cabello recogido en dos trenzas.
Y, hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
¡A ver qué os parece ésta!
Transcurrieron seis años.
El escándalo estalló el mismo año que nació Olivia.
Para entonces, Jay y April llevaban casados seis años.
Habían sido padres de una preciosa niña.
Se llamaba Elsie. Se parecía mucho a April en el carácter y también en el físico. Para entonces, el sheriff MacKinley era un hombre casado en segundas nupcias con Jenna. Al hijo que adoptó en su primer matrimonio, Gray, se le unió una niña que adoptó poco antes de casarse con Jenna. La llamaron Brianna.
La vida de April transcurrió de manera tranquila. Se fue a vivir con su marido al pueblo. Pero seguía acudiendo al rancho de sus padres para ver a sus hermanos.
Salía menos a montar a caballo porque Jay se lo había prohibido. No participaba en cacerías porque Jay también se lo había prohibido. En ocasiones, April se preguntaba si lo que pretendía su marido era que se muriera de asco. Para entonces, sus padres estaban preocupados por su hermana menor.
Alice tenía ya diecisiete años.
Cumpliría dieciocho años en unas pocas semanas. Y Clifford estaba preocupado por ella. Por suerte, no había heredado el carácter impetuoso de su hermana mayor. Era más tranquila.
April se cepillaba ella misma el cabello todas las noches cuando se disponía a irse a la cama a descansar. Y se daba cuenta de que estaba perdiendo cada día que pasaba más pelo porque lo veía en los mechones oscuros que quedaban en el cepillo cuando ella terminaba de peinarse. Era una especie de tortura para ella.
Se sentía vieja.
Echaba de menos la época en la que cazaba búfalos. Ya no podía participar en ninguna cacería.
Echaba de menos la época en la que podía salir a dar largos paseos a caballo. De algún modo, se sentía prisionera en su propia casa. Se ocupaba de criar a su pequeña Elsie. Jay se pasaba gran parte del día en el despacho. No le cabía la menor duda de que sentía un gran cariño por su hija. Pero Jay, en su fuero interno, deseaba tener un hijo. April llevaba unos pocos días de retraso en su menstruación. Su figura todavía estaba plana, pero sospechaba que iba a tener un nuevo hijo en cuestión de unos ocho meses.
Pero también pensaba en Alice.
Su hermana era muy parecida a ella, ya que tenía el mismo cabello de color negro intenso como el azabache. Sus ojos eran de color negro y de mirada profunda. En el caso de Alice, había mucha dulzura en su mirada. Era cierto lo que se decía. Alice se había convertido en toda una belleza.
Sus labios eran sonrosados y estaban trazados de un modo muy delicado. Y su barbilla era ligeramente redonda y suave. Era de complexión delgada. Todavía llevaba su cabello recogido en dos trenzas.
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de Un amor prohibido.
Deseo de corazón que os estén gustando.
A los pocos días, April salió a dar un paseo a lomos de su caballo favorito, Relámpago.
Pensaba una y otra vez en los cambios que se iban a avecinar en su vida una vez casada.
Jay se lo había dicho aquella misma mañana, cuando fue a visitarle a la oficina del sheriff. April estaba realmente enfadada con su prometido. Jay le había dicho que no quería verla participando en una cacería de búfalos. Y que se había acabado para ella eso de montar a caballo. La esposa de un ayudante de sheriff no podía estar vagando por la llanura desierta como un forajido. Debía de quedarse en casa.
April pensaba que Jay quería tener una esclava. Pero pensó que se encargaría ella de hacerle ver lo equivocado que estaba. Había intentado hablar con él, pero no pudo. Debía de salir a hacer la segunda ronda. El sheriff MacKinley regresó cuando estaban todavía discutiendo. Percibió cierta tensión entre su ayudante y la joven con la que iba a casarse.
-¿Va todo bien?-preguntó.
Ninguno de los dos respondió.
Jay le dio a April un beso frío en los labios y se marchó.
Lo ocurrido aquella mañana en la oficina del sheriff la disgustaba. Odiaba discutir con Jay. Nunca había discutido con Hugh. Pero él la había abandonado a pesar de no haber discutido nunca.
Recordaba, al detener a Relámpago, cómo Jay la había besado con pasión la tarde en la que le pidió matrimonio. Cómo habría apretado su cuerpo contra el suyo. Cómo la había abrazado. April no quería perderle porque sería como una condena a la soltería. Le aterraba la idea de quedarse soltera porque pensaba que se quedaría sola.
Ellen le había insinuado que, si no quería, podía dar marcha atrás con el tema de la boda. Clifford se escandalizó. Afirmó que la familia no podría soportar un nuevo escándalo. April debía de casarse con Jay sí o sí. Y ella, por supuesto, no pensaba renunciar a él.
Hablaría con él. E intentaría hacerle entrar en razón.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de Un amor prohibido.
Deseo de corazón que os estén gustando.
A los pocos días, April salió a dar un paseo a lomos de su caballo favorito, Relámpago.
Pensaba una y otra vez en los cambios que se iban a avecinar en su vida una vez casada.
Jay se lo había dicho aquella misma mañana, cuando fue a visitarle a la oficina del sheriff. April estaba realmente enfadada con su prometido. Jay le había dicho que no quería verla participando en una cacería de búfalos. Y que se había acabado para ella eso de montar a caballo. La esposa de un ayudante de sheriff no podía estar vagando por la llanura desierta como un forajido. Debía de quedarse en casa.
April pensaba que Jay quería tener una esclava. Pero pensó que se encargaría ella de hacerle ver lo equivocado que estaba. Había intentado hablar con él, pero no pudo. Debía de salir a hacer la segunda ronda. El sheriff MacKinley regresó cuando estaban todavía discutiendo. Percibió cierta tensión entre su ayudante y la joven con la que iba a casarse.
-¿Va todo bien?-preguntó.
Ninguno de los dos respondió.
Jay le dio a April un beso frío en los labios y se marchó.
Lo ocurrido aquella mañana en la oficina del sheriff la disgustaba. Odiaba discutir con Jay. Nunca había discutido con Hugh. Pero él la había abandonado a pesar de no haber discutido nunca.
Recordaba, al detener a Relámpago, cómo Jay la había besado con pasión la tarde en la que le pidió matrimonio. Cómo habría apretado su cuerpo contra el suyo. Cómo la había abrazado. April no quería perderle porque sería como una condena a la soltería. Le aterraba la idea de quedarse soltera porque pensaba que se quedaría sola.
Ellen le había insinuado que, si no quería, podía dar marcha atrás con el tema de la boda. Clifford se escandalizó. Afirmó que la familia no podría soportar un nuevo escándalo. April debía de casarse con Jay sí o sí. Y ella, por supuesto, no pensaba renunciar a él.
Hablaría con él. E intentaría hacerle entrar en razón.
martes, 8 de julio de 2014
ESCENA ELIMINADA DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Conoceremos a una pareja de amigos de Dawn Beckham que no va a aparecer, pero que pudieron haber sido muy interesantes.
Dawn Beckham tan sólo había tenido una única amiga durante el tiempo que llevaba viviendo en San Ezequiel.
Selena Hogue era una joven mestiza. No era ningún secreto. Su padre había sido un comanche. Su madre había muerto al traerla al mundo. Sus abuelos fueron quienes la criaron y la cuidaron. El abuelo murió cuando Selena era apenas una niña. Su abuela murió cuando Selena llegó a la adolescencia. De algún modo, la joven vivía aislada de los vecinos, igual que Dawn. Empezaron a saludarse cuando Dawn se estableció cerca del pequeño rancho donde Selena vivía con su marido, Ethan. Él era viudo y padre de un niño de corta edad. La abuela de Ethan vivía con él. La familia trabó amistad con Dawn. Los vecinos del pueblo no asumían que Ethan se hubiera casado con una mestiza.
Selena empezó a acudir a visitar a Dawn con mucha frecuencia a su casita de madera.
Una tarde, merendaron juntas. Dieron cuenta cada una de una taza de café y se comieron cada una un trozo de tarta de manzana. La había preparado Dawn.
Aquella tarde, ambas hablaron largo y tendido. Dawn le contó a Selena que era inglesa. Que había abandonado su vida en su Liverpool natal para escaparse con su amante. Selena lo encontró muy romántico hasta que Dawn le confesó que su amante la había abandonado semanas atrás. No podía regresar a Liverpool.
Su única opción era quedarse en San Ezequiel y valerse por sí misma. Pero, a pesar de todo, no estaba asustada.
Quería demostrarse así misma que podía salir adelante ella sola.
-Pero ya no estás sola-le recordó Selena.
-¿A qué te refieres?-inquirió Dawn.
-Puedes contar conmigo para lo que necesites. Quiero pensar que somos amigas.
-Eres una buena mujer, Selena.
-Me alegro de que seas la única que lo vea así.
-¡No hagas caso de lo que diga la gente! Disfrutan haciendo daño a los demás. ¡Olvídales! No merece que pienses ni siquiera en ellos.
Selena esbozó una sonrisa.
-Es bueno poder contar con la ayuda de una amiga-afirmó.
-Y es bueno no sentirse sola-corroboró Dawn.
Selena nunca conoció a su padre.
Y nunca se acercó al poblado comanche que había en las afueras de San Ezequiel. De algún modo, renegaba de su sangre comanche.
Quería ser aceptada por sus vecinos blancos. Pero no era así. Sus vecinos escupían cuando se topaban con ella. Le hacían señas muy desagradables si iban acompañados por otra persona. Era su manera de hacerle ver que no la querían entre ellos.
Selena nunca imaginó que acabaría casada con un hombre blanco. Tenía la sensación de estar viviendo en un sueño. Era una mujer feliz.
Por la noche, Ethan se encargaba de llevarla al mismo Cielo sin salir de su habitación. La manera que tenía de amarla. De hacerla suya. De besarla. De acariciarla. A Selena le gustaba apretarse contra él en la cama, después del amor. Sentir el calor que desprendía su cuerpo. Acariciar el muslo de Ethan con la mano. Sentir que alguien la amaba más allá de todo. Eso era lo que Selena más deseaba.
Pero la felicidad no duró mucho. Selena y Ethan llegaron a tener un niño. Hablaban de ponerle un nombre al bebé.
Dawn se levantó una mañana con la intención de ir a visitar a Selena y de conocer al pequeño.
Se encaminó hacia el rancho.
De pronto, vio una nube de humo que salía del mismo. Dawn echó a correr en dirección al rancho. Los pocos peones que tenían los Hogue echaban cubos de agua sobre las llamas. Apoyada en un tronco de un árbol estaba la abuela de Ethan, quien estaba en estado catatónico. El hijo de Ethan estaba en el suelo inconsciente, más muerto que vivo. Dawn ahogó un grito cuando vio salir del rancho tres cadáveres que estaban parcialmente quemados. Pertenecían a un hombre, a una mujer y a un bebé.
Eran Ethan, Selena y el niño.
Dawn se desmayó.
El entierro de la pareja se celebró al día siguiente. Dawn supo lo que había pasado. Un grupo de hombres del pueblo entró en el rancho por la fuerza de madrugada. Apuñalaron de manera brutal a la familia Hogue. La abuela de Ethan escapó de milagro llevándose al hijo mayor de su nieto, habido de su primer matrimonio. Pero ambos también fueron apuñalados. Sin embargo, Ethan, Selena y el bebé no tuvieron tanta suerte.
Ningún vecino del pueblo acudió al entierro.
Sólo Dawn les lloró. Sólo Dawn se acordó de ellos.
Más tarde, cuando tuvo su primer hijo con Sean, decidió que, si era niña, la llamaría Selena. Y, si era niño, le llamaría Ethan. Fue niño y lo llamó Ethan.
Hoy, seguimos con más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Conoceremos a una pareja de amigos de Dawn Beckham que no va a aparecer, pero que pudieron haber sido muy interesantes.
Dawn Beckham tan sólo había tenido una única amiga durante el tiempo que llevaba viviendo en San Ezequiel.
Selena Hogue era una joven mestiza. No era ningún secreto. Su padre había sido un comanche. Su madre había muerto al traerla al mundo. Sus abuelos fueron quienes la criaron y la cuidaron. El abuelo murió cuando Selena era apenas una niña. Su abuela murió cuando Selena llegó a la adolescencia. De algún modo, la joven vivía aislada de los vecinos, igual que Dawn. Empezaron a saludarse cuando Dawn se estableció cerca del pequeño rancho donde Selena vivía con su marido, Ethan. Él era viudo y padre de un niño de corta edad. La abuela de Ethan vivía con él. La familia trabó amistad con Dawn. Los vecinos del pueblo no asumían que Ethan se hubiera casado con una mestiza.
Selena empezó a acudir a visitar a Dawn con mucha frecuencia a su casita de madera.
Una tarde, merendaron juntas. Dieron cuenta cada una de una taza de café y se comieron cada una un trozo de tarta de manzana. La había preparado Dawn.
Aquella tarde, ambas hablaron largo y tendido. Dawn le contó a Selena que era inglesa. Que había abandonado su vida en su Liverpool natal para escaparse con su amante. Selena lo encontró muy romántico hasta que Dawn le confesó que su amante la había abandonado semanas atrás. No podía regresar a Liverpool.
Su única opción era quedarse en San Ezequiel y valerse por sí misma. Pero, a pesar de todo, no estaba asustada.
Quería demostrarse así misma que podía salir adelante ella sola.
-Pero ya no estás sola-le recordó Selena.
-¿A qué te refieres?-inquirió Dawn.
-Puedes contar conmigo para lo que necesites. Quiero pensar que somos amigas.
-Eres una buena mujer, Selena.
-Me alegro de que seas la única que lo vea así.
-¡No hagas caso de lo que diga la gente! Disfrutan haciendo daño a los demás. ¡Olvídales! No merece que pienses ni siquiera en ellos.
Selena esbozó una sonrisa.
-Es bueno poder contar con la ayuda de una amiga-afirmó.
-Y es bueno no sentirse sola-corroboró Dawn.
Selena nunca conoció a su padre.
Y nunca se acercó al poblado comanche que había en las afueras de San Ezequiel. De algún modo, renegaba de su sangre comanche.
Quería ser aceptada por sus vecinos blancos. Pero no era así. Sus vecinos escupían cuando se topaban con ella. Le hacían señas muy desagradables si iban acompañados por otra persona. Era su manera de hacerle ver que no la querían entre ellos.
Selena nunca imaginó que acabaría casada con un hombre blanco. Tenía la sensación de estar viviendo en un sueño. Era una mujer feliz.
Por la noche, Ethan se encargaba de llevarla al mismo Cielo sin salir de su habitación. La manera que tenía de amarla. De hacerla suya. De besarla. De acariciarla. A Selena le gustaba apretarse contra él en la cama, después del amor. Sentir el calor que desprendía su cuerpo. Acariciar el muslo de Ethan con la mano. Sentir que alguien la amaba más allá de todo. Eso era lo que Selena más deseaba.
Pero la felicidad no duró mucho. Selena y Ethan llegaron a tener un niño. Hablaban de ponerle un nombre al bebé.
Dawn se levantó una mañana con la intención de ir a visitar a Selena y de conocer al pequeño.
Se encaminó hacia el rancho.
De pronto, vio una nube de humo que salía del mismo. Dawn echó a correr en dirección al rancho. Los pocos peones que tenían los Hogue echaban cubos de agua sobre las llamas. Apoyada en un tronco de un árbol estaba la abuela de Ethan, quien estaba en estado catatónico. El hijo de Ethan estaba en el suelo inconsciente, más muerto que vivo. Dawn ahogó un grito cuando vio salir del rancho tres cadáveres que estaban parcialmente quemados. Pertenecían a un hombre, a una mujer y a un bebé.
Eran Ethan, Selena y el niño.
Dawn se desmayó.
El entierro de la pareja se celebró al día siguiente. Dawn supo lo que había pasado. Un grupo de hombres del pueblo entró en el rancho por la fuerza de madrugada. Apuñalaron de manera brutal a la familia Hogue. La abuela de Ethan escapó de milagro llevándose al hijo mayor de su nieto, habido de su primer matrimonio. Pero ambos también fueron apuñalados. Sin embargo, Ethan, Selena y el bebé no tuvieron tanta suerte.
Ningún vecino del pueblo acudió al entierro.
Sólo Dawn les lloró. Sólo Dawn se acordó de ellos.
Más tarde, cuando tuvo su primer hijo con Sean, decidió que, si era niña, la llamaría Selena. Y, si era niño, le llamaría Ethan. Fue niño y lo llamó Ethan.
lunes, 7 de julio de 2014
ESCENAS ELIMINADAS DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Hoy, sigo subiendo a este blog más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Espero que os gusten.
April tuvo que reconocer que Jay se portaba con ella de un modo entre rudo y caballeroso a la vez. La besaba siempre de un modo muy casto. Le regalaba flores. Pero también le gritaba que estaba loca cuando la veía pasar montada a caballo a horcajadas. Decía que eso era cosa de hombres. O cuando April se comportaba de un modo temerario durante una cacería. También se lo echaba en cara. Parecía, en ocasiones, más su padre que el hombre que la pretendía.
También se ponía celoso cuando algún hombre se acercaba a April para depositar un beso en su mano cuando eran presentados.
La joven estaba convencida de que Jay quería tener relaciones íntimas con ella. Lo veía en sus ojos. Se dio cuenta de ello una noche, durante un baile que se celebró en el granero de los MacKinley.
April había bebido un par de vasos de ponche de más. Cuando Jay la sacó a bailar, la joven se apretó contra su cuerpo mientras bailaban. Él empezó a susurrarle toda clase de groserías al oído. Durante unos instantes, April deseó estar con Jay de un modo mucho más íntimo. Carnal...Podían ir a dar un paseo a orillas del riachuelo. O ir a la llanura.
-No puedo-le dijo, cuando reaccionó-Lo siento.
-¿El qué no puedes?-le preguntó Jay.
-Hacer eso que me pides que haga.
-Lo siento mucho.
-He bebido de más. Estoy borracha. Mi comportamiento ha sido deplorable.
Menos de una semana después del baile en el granero de los MacKinley, Jay invitó a April a un picnic que organizó a orillas del riachuelo en un caluroso día de verano. El cielo, en el momento en el que llegaron a su destino, estaba completamente despejado. April montó en el mismo caballo que montó Jay. Y experimentó una sensación agradable al ir en su regazo. Como si la estuviera raptando. Se rió de sí misma por tener aquella clase de pensamientos.
-Tienes una sonrisa deslumbrante-la piropeó Jay.
-Eres un hombre muy galante-afirmó April.
-No me fío mucho del tiempo.
-¿Por qué dices eso?
-Marty dice que podría haber tormenta cuando la tarde esté más avanzada. Ya sabes cómo son las tormentas de verano.
-Aparecen cuando uno menos se lo espera. Duran poco. Pero te calan hasta los huesos.
Se echaron a reír con ganas.
A la orilla del río, dieron cuenta de una merienda a base de emparedados de jamón y queso y galletas que había preparado la cocinera de los Sandel.
-Debería de contratar a tu cocinera-sugirió Jay.
-¿Dónde vives?-quiso saber April.
-Sigo hospedado en el hotel. No sé adónde ir. Por lo menos, como allí comida caliente.
-No es vida para ti. No puedes depender de la comida de un hotel eternamente. Acabarás gastándote el suelo en tener una habitación, ropa de cama de abrigo y comida caliente.
-Te recuerdo que soy un hombre soltero que no sé valerme por mí mismo para las cosas de la casa.
-Sin embargo, eres muy bueno a la hora de arrestar a los malos.
April miró con cierta picardía a Jay.
Estuvieron hablando de caballos. De cómo iban las cosas en el pueblo.
Poco a poco, las nubes oscuras fueron cubriendo el cielo. Ninguno de los dos se dio cuenta de nada. De pronto, empezó a llover con fuerza. Se pusieron de pie de un salto. No había muchos árboles a su alrededor donde guarecerse.
-¡Vamos a ese establo!-le indicó Jay-Nos refugiaremos allí hasta que pase la tormenta.
Se cogieron de las manos y echaron a correr. Llegaron completamente empapados al establo. Una vez allí, se sentaron en el suelo y se echaron a reír. April abrazó a Jay.
-Necesitas una mujer que te cuide-le sugirió-Que se preocupe por ti. Opino que deberíamos casarnos. Así, estarás más cuidado.
Fue entonces cuando Jay la besó. Fue un beso largo y apasionado. April correspondió con el mismo ardor a aquel beso. El cielo de San Ezequiel se iluminó con los relámpagos. Los truenos retumbaban en las paredes del establo. El caballo, que estaba libre, también entró dentro del establo. Era una tarde gloriosa para April.
La joven llenó de besos el rostro de Jay.
-Cásate conmigo, April-le pidió el hombre-Y conviérteme en un hombre decente.
Ella asintió sonriendo.
-Pero tienes que comportarte-le pidió.
-Me portaré contigo como un caballero-le aseguró Jay.
-Hemos de esperar hasta nuestra noche de bodas. Yo soy virgen. Lo que pasó con Hugh no tiene nada que ver con nosotros. Él me deseaba. Pero me respetó.
-No te respetó cuando te abandonó.
-Eso ya forma parte del pasado. No merece la pena seguir pensando en Hugh.
-Lo olvidaré. Pero me da rabia pensar que pudiste haber sido de otro hombre.
-Eres muy celoso.
-Lo siento.
April se echó a reír.
La tormenta duró menos de media hora. Jay respetó la virtud de April. Salieron del establo con la virtud de la joven intacta. Por el momento...
Regresaron al rancho de los Sandel. Iban calados hasta los huesos.
Pero estaban muy felices.
Acordaron que la boda se celebraría en el plazo de seis meses. Cuando April habló con su madre mientras se probaba el camisón que luciría en su noche de bodas, habían pasado tres días desde el picnic. Y era una novia feliz e ilusionada.
Hoy, sigo subiendo a este blog más escenas eliminadas de mi novela Un amor prohibido.
Espero que os gusten.
April tuvo que reconocer que Jay se portaba con ella de un modo entre rudo y caballeroso a la vez. La besaba siempre de un modo muy casto. Le regalaba flores. Pero también le gritaba que estaba loca cuando la veía pasar montada a caballo a horcajadas. Decía que eso era cosa de hombres. O cuando April se comportaba de un modo temerario durante una cacería. También se lo echaba en cara. Parecía, en ocasiones, más su padre que el hombre que la pretendía.
También se ponía celoso cuando algún hombre se acercaba a April para depositar un beso en su mano cuando eran presentados.
La joven estaba convencida de que Jay quería tener relaciones íntimas con ella. Lo veía en sus ojos. Se dio cuenta de ello una noche, durante un baile que se celebró en el granero de los MacKinley.
April había bebido un par de vasos de ponche de más. Cuando Jay la sacó a bailar, la joven se apretó contra su cuerpo mientras bailaban. Él empezó a susurrarle toda clase de groserías al oído. Durante unos instantes, April deseó estar con Jay de un modo mucho más íntimo. Carnal...Podían ir a dar un paseo a orillas del riachuelo. O ir a la llanura.
-No puedo-le dijo, cuando reaccionó-Lo siento.
-¿El qué no puedes?-le preguntó Jay.
-Hacer eso que me pides que haga.
-Lo siento mucho.
-He bebido de más. Estoy borracha. Mi comportamiento ha sido deplorable.
Menos de una semana después del baile en el granero de los MacKinley, Jay invitó a April a un picnic que organizó a orillas del riachuelo en un caluroso día de verano. El cielo, en el momento en el que llegaron a su destino, estaba completamente despejado. April montó en el mismo caballo que montó Jay. Y experimentó una sensación agradable al ir en su regazo. Como si la estuviera raptando. Se rió de sí misma por tener aquella clase de pensamientos.
-Tienes una sonrisa deslumbrante-la piropeó Jay.
-Eres un hombre muy galante-afirmó April.
-No me fío mucho del tiempo.
-¿Por qué dices eso?
-Marty dice que podría haber tormenta cuando la tarde esté más avanzada. Ya sabes cómo son las tormentas de verano.
-Aparecen cuando uno menos se lo espera. Duran poco. Pero te calan hasta los huesos.
Se echaron a reír con ganas.
A la orilla del río, dieron cuenta de una merienda a base de emparedados de jamón y queso y galletas que había preparado la cocinera de los Sandel.
-Debería de contratar a tu cocinera-sugirió Jay.
-¿Dónde vives?-quiso saber April.
-Sigo hospedado en el hotel. No sé adónde ir. Por lo menos, como allí comida caliente.
-No es vida para ti. No puedes depender de la comida de un hotel eternamente. Acabarás gastándote el suelo en tener una habitación, ropa de cama de abrigo y comida caliente.
-Te recuerdo que soy un hombre soltero que no sé valerme por mí mismo para las cosas de la casa.
-Sin embargo, eres muy bueno a la hora de arrestar a los malos.
April miró con cierta picardía a Jay.
Estuvieron hablando de caballos. De cómo iban las cosas en el pueblo.
Poco a poco, las nubes oscuras fueron cubriendo el cielo. Ninguno de los dos se dio cuenta de nada. De pronto, empezó a llover con fuerza. Se pusieron de pie de un salto. No había muchos árboles a su alrededor donde guarecerse.
-¡Vamos a ese establo!-le indicó Jay-Nos refugiaremos allí hasta que pase la tormenta.
Se cogieron de las manos y echaron a correr. Llegaron completamente empapados al establo. Una vez allí, se sentaron en el suelo y se echaron a reír. April abrazó a Jay.
-Necesitas una mujer que te cuide-le sugirió-Que se preocupe por ti. Opino que deberíamos casarnos. Así, estarás más cuidado.
Fue entonces cuando Jay la besó. Fue un beso largo y apasionado. April correspondió con el mismo ardor a aquel beso. El cielo de San Ezequiel se iluminó con los relámpagos. Los truenos retumbaban en las paredes del establo. El caballo, que estaba libre, también entró dentro del establo. Era una tarde gloriosa para April.
La joven llenó de besos el rostro de Jay.
-Cásate conmigo, April-le pidió el hombre-Y conviérteme en un hombre decente.
Ella asintió sonriendo.
-Pero tienes que comportarte-le pidió.
-Me portaré contigo como un caballero-le aseguró Jay.
-Hemos de esperar hasta nuestra noche de bodas. Yo soy virgen. Lo que pasó con Hugh no tiene nada que ver con nosotros. Él me deseaba. Pero me respetó.
-No te respetó cuando te abandonó.
-Eso ya forma parte del pasado. No merece la pena seguir pensando en Hugh.
-Lo olvidaré. Pero me da rabia pensar que pudiste haber sido de otro hombre.
-Eres muy celoso.
-Lo siento.
April se echó a reír.
La tormenta duró menos de media hora. Jay respetó la virtud de April. Salieron del establo con la virtud de la joven intacta. Por el momento...
Regresaron al rancho de los Sandel. Iban calados hasta los huesos.
Pero estaban muy felices.
Acordaron que la boda se celebraría en el plazo de seis meses. Cuando April habló con su madre mientras se probaba el camisón que luciría en su noche de bodas, habían pasado tres días desde el picnic. Y era una novia feliz e ilusionada.
domingo, 6 de julio de 2014
ESCENAS ELIMINADAS DE "UN AMOR PROHIBIDO"
Hola a todos.
Ya sé que este blog no es el blog de "Mía Stella", dedicado a esta saga.
Sin embargo, he querido compartir aquí con vosotros unos cuantos fragmentos eliminados de mi novela Un amor prohibido por considerar que son demasiado relleno.
Aparecen personajes que he considerado irrelevantes para la novela.
Sin embargo, fuera de ella, he creído que la historia podía ser interesante y no he querido eliminarla del todo.
Por eso, aparece en este blog.
Espero que os guste.
-Todavía no me puedo creer que falten seis meses para el día de mi boda-protestó April-¡Todavía quedan muchas cosas por hacer!
-Pero medio año se pasa volando, cariño-le aseguró Ellen, su madre-Jay es el mejor partido que puedas encontrar. Es el ayudante del sheriff. Eso significa que es un hombre honrado. Si el sheriff MacKinley le ha escogido será por algo.
-Pero esa zorra de Peggy le critica. Que si es mulato. Que si su madre era una puta de burdel. Que si estuvo en la cárcel por robo.
-¡No hagas caso a lo que diga Peggy! Es una solterona aburrida.
April se encontraba en su habitación, acompañada por su madre.
La habitación estaba a rebosar de telas nuevas.
La familia de April vivía bastante cerca de la casita de madera donde se habían instalado el matrimonio formado por Sean y Sarah O' Hara. Pero no se habían relacionado todavía.
April se estaba probando el camisón de color rosa que luciría en su noche de bodas con Jay. La tela se había deslizado con facilidad sobre el esbelto cuerpo de April. Hacía resaltar los pechos llenos de la joven. April era una joven bastante más alta que la mayoría de mujeres que vivían en San Ezequiel.
Ellen contempló con cierta preocupación las estrechas caderas de su hija mayor. En su opinión, una mujer de caderas estrechas tenía muchas dificultades al dar a luz. Ellen, además de April, tenía otros dos hijos. Una hija y un hijo...La hija era una niña de doce años llamada Alice. El niño tenía dos años y se llamaba Harry. April tenía diecinueve años.
-Me cuesta trabajo reconocerte-admitió Ellen, sentándose en la cama de su hija mayor.
El amor había llegado a la vida de April no hacía mucho. Sin embargo, le costaba trabajo reconocer en aquella futura novia ilusionada a su impulsiva hija mayor.
-Voy a ser una mujer casada-le recordó a su madre-Tengo que aprender a comportarme. Además, Jay quiere que temple mi genio.
Ellen no supo qué pensar.
Estaba casada con Clifford Sandel, uno de los pocos estadounidenses adinerados que vivían en México. Era feliz en su matrimonio. Ellen se ocupaba de la casa. Cuidaba de los niños. Clifford se volcaba en el rancho. Nunca discutían. Se llevaban relativamente bien.
Clifford había hecho una auténtica fortuna. Se había dedicado a la compra y venta de cabezas de ganado y a cruzar los mejores toros sementales con las mejores vacas para vender los terneros obtenidos de aquellas uniones. Vendía los terneros al mejor precio, por supuesto, tanto en México como en Estados Unidos.
El rancho tenía dos pisos. Tenían varios sirvientes, tanto mexicanos como estadounidenses. April soñaba con viajar a Inglaterra, el lugar de donde era oriunda su madre. Ellen le había hablado en varias ocasiones a sus dos hijas de su Bath natal.
A April le gustaba salir de caza. Alice había empezado a asistir a meriendas que organizaban sus amigas.
April acudía a rastras a las fiestas que se celebraban en los graneros. Era una de las jóvenes más solicitadas cuando se celebraba un baile. Y, a pesar de que intentaba disimularlo, se sentía halagada.
El camisón de color rosa parecía estar hecho para resaltar su largo cabello de color oscuro y sus ojos, del mismo color oscuro.
-Si no me caso con Jay, no me casaré con nadie-le confesó a su madre, girándose para mirar a Ellen.
April había estado a punto de casarse cuando tenía dieciséis años. Tanto Clifford como Ellen creyeron que era demasiado niña como para casarse. Su futuro marido se llamaba Hugh. April y Hugh se habían besado en muchas ocasiones. Él había llegado a acariciarla con las manos debajo de la ropa y de manera íntima. Pero no pasaron de ahí.
No llegaron a casarse. Hugh abandonó a April pocos días antes de contraer matrimonio.
Habían hablado de escaparse juntos, dado que Clifford y Ellen se oponían a la boda. Durante una noche entera, April estuvo esperando a Hugh en la ventana de su habitación. Había quedado en escaparse con él. Pero Hugh no se presentó a la cita. April estuvo llorando un fin de semana entero. A raíz de aquel plantón, el carácter de la joven se fue agriando.
Pero eso parecía haber cambiado. Volvía a estar enamorada.
-Ya tengo diecinueve años-añadió April-No puedo quedarme soltera, madre.
-Jay es un buen hombre, cariño-afirmó Ellen-Pero me preocupa que estés cometiendo un error.
-Madre, todavía falta medio año para mi boda. No creo que vaya a cometer un error. Ni que me esté precipitando. ¡Todo lo contrario! Jay ha sido quién ha fijado la fecha de nuestra boda. Se parece mucho a padre. Por eso, se llevan tan bien.
-Nunca pensé que acabaría viéndote casada.
-Me juré a mí misma que no volvería a enamorarme después de que Hugh me abandonara.
April había cumplido a rajatabla aquella promesa. Hasta dos años antes...Cuando conoció a Jay y April sintió cómo el amor volvía a su vida. Le costó dos años lograr el amor de Jay y, ahora, con diecinueve años, quería convertirse en su esposa.
Jay era un hombre que, cuando salía a hacer la ronda por el pueblo, sabía imponer respeto a los vecinos. Su sonrisa era cautivadora. Además, era un hombre muy musculoso. Poseía un carácter impulsivo y tozudo. Igual que ella...Además, desprendía una seguridad en sí mismo que hacía sentir a April capaz de apoyarse en él. Necesitaba sentirse segura. Protegida...
Amaba a Jay.
Cuando miraba a su futuro marido hacer la ronda por el pueblo, April pensaba que iban a ser muy felices.
Cuando conoció a Jay, a su llegada al pueblo, decidió que aquel hombre iba a ser solamente suyo. Asistía a carreras de caballos y se colocaba al lado de Jay. Si un circo o un teatro ambulante iba al pueblo y Jay asistía, April también asistía y procuraba colocarse al lado de él para contemplar el espectáculo. Se aseguraba de asistir a los mismos eventos sociales a los que Jay era invitado. Él la invitaba a bailar en las fiestas que se celebraban en los graneros. Parecía estar celoso cuando April bailaba con otros hombres. Poco a poco, empezó a ir a visitarla al rancho de la familia Sandel.
Los dos pasaban un rato sentados en una silla en el porche hablando de cómo iban las cosas en el pueblo. De los vecinos...Del trabajo de Jay...
Pasaba montado a caballo delante de la ventana de la habitación de April. Ella se asomaba sólo para verle. Alice se dio cuenta de lo que estaba pasando. Fue la primera en advertir que April y Jay se estaban enamorando. April quería pensar que Jay la amaba. Y también quería pensar que estaba enamorada de él.
Lo pensaba cuando la saludaba con el sombrero en la mano. La hacía sentirse importante. Amada...
Su corazón empezaba a dar brincos dentro de su pecho.
A medida que fueron pasando los días, April decidió que Jay sería sólo suyo. De algún modo, tenía que hacer algo para llamar la atención de Jay y retenerlo a su lado. No iba a perderlo, como perdió a Hugh.
Durante año y medio, April fue seduciendo poco a poco a Jay, tratando de disimular aquella seducción de una forma que parecía que sólo estaba siendo amable con él. Jay debió de darse cuenta, pero no dijo nada, ya que se sentía halagado por haber captado la atención de una de las mujeres más hermosas que jamás había visto.
April se enteró de que a Jay le gustaba verla con el pelo suelto, ya que decía que era como ver un hermoso manto de color oscuro desparramándose por sus hombros y cayendo sobre su espalda. Que le recordaba a una diosa. Cuando Jay la invitaba a dar un paseo por el pueblo, April solía llevar el pelo suelto. A él se le cortaba el aliento cuando la veía de aquel modo.
Si Jay asistía a una cacería, April también participaba en la misma. Sabía que poseía un hermoso perfil que parecía ser más hermoso si estaba apuntando a un búfalo con un rifle. Y que le gustaba verla con pantalones. April, para escándalo de sus padres, se ponía pantalones cuando asistía a una cacería o cuando se encontraba con Jay.
Lo invitaba a tomar café con ella. A Jay le gustaba el café bien cargado. Y April empezó a tomar café bien cargado.
Y fue en aquellas meriendas cuando Jay empezó a hablar de matrimonio. Se daba cuenta de que tenía cierta edad y que tenía que casarse. De modo que empezó a lanzarle indirectas a April.
-Ya no soy ningún jovencito-le comentaba.
-Yo pienso que te conservas muy bien-opinaba April.
-Lo que quiero decir es que tendré que buscar a una mujer antes o después.
-No debes buscar demasiado lejos a esa mujer.
April necesitaba hacer algo para retener a Jay a su lado. Le daba mucho miedo entregarse a él porque quedaría deshonrada.
Ya habían circulado algunos rumores cuando nació Harry de que, en realidad, era hijo suyo y de Hugh. Fue demasiado bochornoso para ella.
Y, encima, Conchita, la comadrona, acudió a comprobar su virginidad. Peggy la acompañó para cerciorarse de que era cierto. April accedió a someterse a tal humillación para acallar bocas.
Ya sé que este blog no es el blog de "Mía Stella", dedicado a esta saga.
Sin embargo, he querido compartir aquí con vosotros unos cuantos fragmentos eliminados de mi novela Un amor prohibido por considerar que son demasiado relleno.
Aparecen personajes que he considerado irrelevantes para la novela.
Sin embargo, fuera de ella, he creído que la historia podía ser interesante y no he querido eliminarla del todo.
Por eso, aparece en este blog.
Espero que os guste.
-Todavía no me puedo creer que falten seis meses para el día de mi boda-protestó April-¡Todavía quedan muchas cosas por hacer!
-Pero medio año se pasa volando, cariño-le aseguró Ellen, su madre-Jay es el mejor partido que puedas encontrar. Es el ayudante del sheriff. Eso significa que es un hombre honrado. Si el sheriff MacKinley le ha escogido será por algo.
-Pero esa zorra de Peggy le critica. Que si es mulato. Que si su madre era una puta de burdel. Que si estuvo en la cárcel por robo.
-¡No hagas caso a lo que diga Peggy! Es una solterona aburrida.
April se encontraba en su habitación, acompañada por su madre.
La habitación estaba a rebosar de telas nuevas.
La familia de April vivía bastante cerca de la casita de madera donde se habían instalado el matrimonio formado por Sean y Sarah O' Hara. Pero no se habían relacionado todavía.
April se estaba probando el camisón de color rosa que luciría en su noche de bodas con Jay. La tela se había deslizado con facilidad sobre el esbelto cuerpo de April. Hacía resaltar los pechos llenos de la joven. April era una joven bastante más alta que la mayoría de mujeres que vivían en San Ezequiel.
Ellen contempló con cierta preocupación las estrechas caderas de su hija mayor. En su opinión, una mujer de caderas estrechas tenía muchas dificultades al dar a luz. Ellen, además de April, tenía otros dos hijos. Una hija y un hijo...La hija era una niña de doce años llamada Alice. El niño tenía dos años y se llamaba Harry. April tenía diecinueve años.
-Me cuesta trabajo reconocerte-admitió Ellen, sentándose en la cama de su hija mayor.
El amor había llegado a la vida de April no hacía mucho. Sin embargo, le costaba trabajo reconocer en aquella futura novia ilusionada a su impulsiva hija mayor.
-Voy a ser una mujer casada-le recordó a su madre-Tengo que aprender a comportarme. Además, Jay quiere que temple mi genio.
Ellen no supo qué pensar.
Estaba casada con Clifford Sandel, uno de los pocos estadounidenses adinerados que vivían en México. Era feliz en su matrimonio. Ellen se ocupaba de la casa. Cuidaba de los niños. Clifford se volcaba en el rancho. Nunca discutían. Se llevaban relativamente bien.
Clifford había hecho una auténtica fortuna. Se había dedicado a la compra y venta de cabezas de ganado y a cruzar los mejores toros sementales con las mejores vacas para vender los terneros obtenidos de aquellas uniones. Vendía los terneros al mejor precio, por supuesto, tanto en México como en Estados Unidos.
El rancho tenía dos pisos. Tenían varios sirvientes, tanto mexicanos como estadounidenses. April soñaba con viajar a Inglaterra, el lugar de donde era oriunda su madre. Ellen le había hablado en varias ocasiones a sus dos hijas de su Bath natal.
A April le gustaba salir de caza. Alice había empezado a asistir a meriendas que organizaban sus amigas.
April acudía a rastras a las fiestas que se celebraban en los graneros. Era una de las jóvenes más solicitadas cuando se celebraba un baile. Y, a pesar de que intentaba disimularlo, se sentía halagada.
El camisón de color rosa parecía estar hecho para resaltar su largo cabello de color oscuro y sus ojos, del mismo color oscuro.
-Si no me caso con Jay, no me casaré con nadie-le confesó a su madre, girándose para mirar a Ellen.
April había estado a punto de casarse cuando tenía dieciséis años. Tanto Clifford como Ellen creyeron que era demasiado niña como para casarse. Su futuro marido se llamaba Hugh. April y Hugh se habían besado en muchas ocasiones. Él había llegado a acariciarla con las manos debajo de la ropa y de manera íntima. Pero no pasaron de ahí.
No llegaron a casarse. Hugh abandonó a April pocos días antes de contraer matrimonio.
Habían hablado de escaparse juntos, dado que Clifford y Ellen se oponían a la boda. Durante una noche entera, April estuvo esperando a Hugh en la ventana de su habitación. Había quedado en escaparse con él. Pero Hugh no se presentó a la cita. April estuvo llorando un fin de semana entero. A raíz de aquel plantón, el carácter de la joven se fue agriando.
Pero eso parecía haber cambiado. Volvía a estar enamorada.
-Ya tengo diecinueve años-añadió April-No puedo quedarme soltera, madre.
-Jay es un buen hombre, cariño-afirmó Ellen-Pero me preocupa que estés cometiendo un error.
-Madre, todavía falta medio año para mi boda. No creo que vaya a cometer un error. Ni que me esté precipitando. ¡Todo lo contrario! Jay ha sido quién ha fijado la fecha de nuestra boda. Se parece mucho a padre. Por eso, se llevan tan bien.
-Nunca pensé que acabaría viéndote casada.
-Me juré a mí misma que no volvería a enamorarme después de que Hugh me abandonara.
April había cumplido a rajatabla aquella promesa. Hasta dos años antes...Cuando conoció a Jay y April sintió cómo el amor volvía a su vida. Le costó dos años lograr el amor de Jay y, ahora, con diecinueve años, quería convertirse en su esposa.
Jay era un hombre que, cuando salía a hacer la ronda por el pueblo, sabía imponer respeto a los vecinos. Su sonrisa era cautivadora. Además, era un hombre muy musculoso. Poseía un carácter impulsivo y tozudo. Igual que ella...Además, desprendía una seguridad en sí mismo que hacía sentir a April capaz de apoyarse en él. Necesitaba sentirse segura. Protegida...
Amaba a Jay.
Cuando miraba a su futuro marido hacer la ronda por el pueblo, April pensaba que iban a ser muy felices.
Cuando conoció a Jay, a su llegada al pueblo, decidió que aquel hombre iba a ser solamente suyo. Asistía a carreras de caballos y se colocaba al lado de Jay. Si un circo o un teatro ambulante iba al pueblo y Jay asistía, April también asistía y procuraba colocarse al lado de él para contemplar el espectáculo. Se aseguraba de asistir a los mismos eventos sociales a los que Jay era invitado. Él la invitaba a bailar en las fiestas que se celebraban en los graneros. Parecía estar celoso cuando April bailaba con otros hombres. Poco a poco, empezó a ir a visitarla al rancho de la familia Sandel.
Los dos pasaban un rato sentados en una silla en el porche hablando de cómo iban las cosas en el pueblo. De los vecinos...Del trabajo de Jay...
Pasaba montado a caballo delante de la ventana de la habitación de April. Ella se asomaba sólo para verle. Alice se dio cuenta de lo que estaba pasando. Fue la primera en advertir que April y Jay se estaban enamorando. April quería pensar que Jay la amaba. Y también quería pensar que estaba enamorada de él.
Lo pensaba cuando la saludaba con el sombrero en la mano. La hacía sentirse importante. Amada...
Su corazón empezaba a dar brincos dentro de su pecho.
A medida que fueron pasando los días, April decidió que Jay sería sólo suyo. De algún modo, tenía que hacer algo para llamar la atención de Jay y retenerlo a su lado. No iba a perderlo, como perdió a Hugh.
Durante año y medio, April fue seduciendo poco a poco a Jay, tratando de disimular aquella seducción de una forma que parecía que sólo estaba siendo amable con él. Jay debió de darse cuenta, pero no dijo nada, ya que se sentía halagado por haber captado la atención de una de las mujeres más hermosas que jamás había visto.
April se enteró de que a Jay le gustaba verla con el pelo suelto, ya que decía que era como ver un hermoso manto de color oscuro desparramándose por sus hombros y cayendo sobre su espalda. Que le recordaba a una diosa. Cuando Jay la invitaba a dar un paseo por el pueblo, April solía llevar el pelo suelto. A él se le cortaba el aliento cuando la veía de aquel modo.
Si Jay asistía a una cacería, April también participaba en la misma. Sabía que poseía un hermoso perfil que parecía ser más hermoso si estaba apuntando a un búfalo con un rifle. Y que le gustaba verla con pantalones. April, para escándalo de sus padres, se ponía pantalones cuando asistía a una cacería o cuando se encontraba con Jay.
Lo invitaba a tomar café con ella. A Jay le gustaba el café bien cargado. Y April empezó a tomar café bien cargado.
Y fue en aquellas meriendas cuando Jay empezó a hablar de matrimonio. Se daba cuenta de que tenía cierta edad y que tenía que casarse. De modo que empezó a lanzarle indirectas a April.
-Ya no soy ningún jovencito-le comentaba.
-Yo pienso que te conservas muy bien-opinaba April.
-Lo que quiero decir es que tendré que buscar a una mujer antes o después.
-No debes buscar demasiado lejos a esa mujer.
April necesitaba hacer algo para retener a Jay a su lado. Le daba mucho miedo entregarse a él porque quedaría deshonrada.
Ya habían circulado algunos rumores cuando nació Harry de que, en realidad, era hijo suyo y de Hugh. Fue demasiado bochornoso para ella.
Y, encima, Conchita, la comadrona, acudió a comprobar su virginidad. Peggy la acompañó para cerciorarse de que era cierto. April accedió a someterse a tal humillación para acallar bocas.
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