Hola a todos.
Hoy, subo el penúltimo fragmento de este relato tan atípico.
Es bastante corto, pero, aún así, deseo de corazón que os esté gustando.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Finalmente, ha ocurrido.
Fue sin apenas darme yo cuenta. Un patricio se acercó al puesto de Talía. Se fijó en mí y decidió comprarme.
-Quiero un espejo-dijo aquel hombre al que yo no había visto nunca.
-Bueno, ha venido al lugar adecuado-afirmó Talía con una sonrisa deslumbrante-Puede admirar los espejos que hay aquí.
-Son todos muy bonitos.
-¿Y qué clase de espejo desea?
-Deseo un espejo de mano. Para regalárselo a mi mujer.
-¿Qué le parece este espejo?
-Es muy bonito.
-Es un espejo muy especial. Se lo puedo asegurar.
Ese espejo tan especial era yo.
Ocurrió todo tan deprisa que ni siquiera tuve tiempo de asumir lo que estaba pasando.
Creo que no sabía lo que esperaba. ¿Lágrimas por parte de Talía?
No me dio tiempo a despedirme de nadie.
Aquel patricio pagó el precio que yo costaba.
¡Fui vendido como un vulgar objeto!
Cuando quise darme cuenta, ya iba cogido de su mano. Me llevaba boca abajo. Quise protestar.
Quise llamar a gritos a Talía. Pero estaba haciendo aquello para lo que fui creado. Ser un espejo. ¡Era un vulgar espejo!
Pero yo podía hablar. Podía hablarle a aquella mujer. No sabía cómo era. Pero sí sabía que se vería reflejada en mí. Sólo era un simple espejo con el don de hablar y de dar su opinión.
En cierto modo, no era tan vulgar como pensaba. Además, era ya consciente de una de las mayores perdiciones del ser humano. La lujuria...Si bien todavía no conocía a nadie que se hubiese perdido por culpa de la lujuria. ¿Talía y Set? No lo creo.
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