sábado, 28 de noviembre de 2015

ECOS DEL PASADO

Hola a todos.
En el día de hoy, una buena amiga, Raquel Campos, más conocida como Rae, cumple años.
Desde aquí, deseo que pase un feliz día rodeada por la gente que más la quiere. Ellos van a ser su mayor regalo.
Con vuestro permiso, me gustaría dedicarle este fragmento.
¡Espero de corazón que te guste!

                                Un pintor acudió a la casa de sir Héctor a petición de éste.
                                Charlotte sabía que, antes o después, le harían un retrato.
-¡Qué suerte tienes!-exclamó Melinda, mientras Charlotte se sentaba en una silla para posar ante aquel hombre.
-Milady, le ruego que guarde silencio-le pidió el pintor-Es muy importante el silencio para la pintura.
                             Charlotte supo que el pintor se llamaba William Blake. Sir Héctor no estaba nada contento con su presencia en la casa. Pero le habían hablado maravillas de él y quería para realizar el retrato de Charlotte al mejor pintor. Al menos, eso fue lo que le contó a Charlotte la tarde antes.
                            Se encontraban en el salón. La joven no supo qué decir cuando su padre le comunicó que iban a pintar su retrato. Melinda se puso más contenta que ella.
-¡Pero ese tal Blake está como una cabra!-se quejó sir Héctor-Es un perturbado que afirma que una mujer tiene que casarse por amor.
-Puede que esté en lo cierto, tío Héctor-intervino Melinda.
-El matrimonio es algo muy serio, mi querida sobrina. Después de tu fracaso con ese canalla, casi prefiero buscaros un marido a Charlotte y a ti.
-Dudo que el actual conde de Moreland sea un mal partido-opinó Charlotte-Lo bueno es que hay amor entre Mel y él.
-¡Tonterías!
                            Blake pensó que Charlotte podía ser la modelo ideal para cualquier pintor. No le cabía la menor duda de que la hija de sir Héctor era una verdadera belleza.
                             Poseía la piel blanca como la leche. Y parecía que aquella piel podía ser suave al tacto. Los ojos eran grandes, de color azul claro, como el cielo. Sus labios eran de trazado delicado. No poseía el ideal de belleza inglés, que sí, en cambio, poseía la prima, lady Melinda. Pero toda ella rezumaba paz y serenidad.
                             Sin embargo, aquella paz podía ser engañosa. Blake se fijó de que había sombras en la mirada de Charlotte. Sombras que hablaban de dudas. De miedos...De amores prohibidos...

2 comentarios:

  1. Hola corazón, muchas gracias por el detalle y me ha encantado el fragmento, escribes muy bien!!

    Besos!!

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    1. Hola Rae.
      ¡Me alegro muchísimo que te haya gustado! ¡Y me alegro muchísimo que pienses eso de mí! Me motiva a seguir escribiendo.
      Un fuerte abrazo, amiga.

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