martes, 16 de diciembre de 2014

UNA CARTA DE AMOR

Hola a todos.
Aquí os traigo la segunda parte de la versión extendida y completa de mi relato Una carta de amor. 
¡Vamos a ver lo que ocurre hoy!

-No hay hombres interesantes en esta isla-se quejó Katie-Creo que no queda ningún hombre interesante en Escocia.
-Es normal que pienses así tras lo que has vivido-afirmó su amiga Jane-Pero no todos los hombres son malos.
            Katie Bennet y su amiga Jane habían salido a dar un paseo.
-Amaba a Kenneth con toda mi alma-se sinceró Katie-Creía que nuestro matrimonio iba a durar siempre.
-Tu marido ha muerto-le recordó Jane-Es normal que te sientas así. Has sufrido mucho. Pero no todos los hombres son malos. Sólo hay que esperar. Eres la clase de mujer que atrae a los hombres.
-No volveré a casarme. No quiero volver a atarme a un hombre.
            Jane se cogió de su brazo para caminar. El matrimonio de Katie había sido muy desgraciado.
-En el fondo, no lo dices en serio-observó Jane.
-Estoy hablando completamente en serio-insistió Katie.
-Vamos a ser una bonita pareja. Una viuda…Y una solterona…
            Los pasos de las dos jóvenes las llevaron hasta las dunas.
            Jane tenía diecinueve años. Katie tenía la misma edad que tenía ella. Un año antes, Katie se había casado por amor con un oficial del Ejército Británico. Se trataba de un hombre doce años mayor que ella. Era apuesto y gallardo, pero también tenía un carácter celoso y posesivo. El matrimonio duró menos de un año.  
Katie se tragó la humillación que le supuso enterarse de la verdad. Por lo menos, no tuvieron hijos. Lo cual era un consuelo para la joven.
-No pierdas la esperanza, Janey-le pidió a su amiga-Eres muy hermosa. Puedes casarte. Puedes enamorarte.
-Lo dudo mucho-se rió Jane con pesar-Mis padres dicen que no les importa que no me case nunca. Pero yo sé que están mintiendo. 
-Tus padres no son como los míos. Son buenos y te quieren.
            Jane torció el gesto. Katie había vivido un sueño de amor durante el tiempo que duró su matrimonio. Pero aquel sueño se rompió cuando su marido murió en aquel humillante duelo. Desde entonces, no quería saber nada de los hombres. Jane no podía culparla por vivir prácticamente encerrada desde entonces. Le daba pena ver que su amiga podía convertirse en una persona amargada. Katie siempre había sido una joven alegre y vital. Pero tuvo la desgracia de conocer a Kenneth. Y de enamorarse perdidamente de él. No quiero sufrir por amor, pensó Jane. Aunque…Podría valer la pena.
-Te estoy leyendo la mente-le advirtió Katie-Estás pensando en caballeros apuestos. ¿Verdad que sí?
-No quiero enamorarme-se sinceró Jane.
-No todos los hombres son malos. Tú misma me lo acabas de decir. Deberías de tomar en consideración tus propios consejos, Janey. Sólo quiero que seas feliz. No soy feliz. Pero me consuela verte contenta, amiga.
            Sin embargo, no siempre ocurre lo que queremos.
            Jane todavía no lo sabía. Pero no iba a tardar mucho tiempo en encontrar al que sería el gran amor de su vida. Ese amor que llega una vez. Que nos golpea con fuerza. Que deja una huella imperecedera en todos nosotros.
            Esa clase de amor…
            Más adelante, Kate tendría que admitir que no lo vio venir. El amor llegó a la vida de Jane casi sin darse cuenta las dos. El hombre que se enamoró de su mejor amiga, además de ser un pintor, era un romántico empedernido. Veneraba a Jane.
            Kate y Jane regresaron a la casa de ésta última. Pasaron un buen rato hablando en el salón. La madre de Jane no estaba allí. Y el padre la joven estaba encerrado en su despacho revisando unas cifras. La familia de Jane era muy rica. A su padre le iban bien los negocios. Le proporcionaría a su hija una elevada dote si se casaba algún día. Jane no parecía salirse nunca del camino que sus padres habían trazado para ella.
-Sólo esperan que me case algún día-comentó Jane.
-Mucho me temo que eso no va a pasar-auguró Kate-Ni contigo…Ni conmigo…
-Yo creo que tú podrías volver a casarte si te das a ti misma la oportunidad de buscar de nuevo el amor.
-El amor no sirve de nada. Sólo te causa dolor.
            En el fondo, Kate pensaba que Jane tenía razón. Una viuda y una solterona hacían buenas migas.
-Hablemos de otra cosa-propuso Jane-Algo que sea más alegre.

        

             Kate se alegró de poder cambiar de tema. En aquel momento, notó que Jane estaba rara. Quería preguntarle qué le pasaba. Pero no lo hizo.
                      

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