Hola a todos.
Hemos soñado infinidad de ocasiones con vivir en un periodo de la Historia que despierta nuestras ensoñaciones más románticas: el siglo XIX.
Nos quedamos con la parte bonita del cuento. Los hermosos vestidos...Los fastuosos bailes...El ir y venir a todas partes en carruaje.
Pero el cuento, como los discos de vinilo, tiene una cara A, que es la bonita, y tiene también una cara B, que es la menos agradable.
Ser mujer era una pesadilla en aquella época. Te jugabas la vida al dar a luz o si sufrías un aborto. No eras dueña ni siquiera de tu cuerpo. De poder, te habrían prohibido pensar y soñar. Debías de estar sometidas a las órdenes del varón de la familia. Vivías prácticamente encerrada en tu casa tanto si te casabas como si eras una chica soltera. Sólo podías salir acompañada de una doncella. Si enseñabas un poco el tobillo al bailar, te condenaban al ostracismo.
Ni siquiera podías casarte por amor. Te casaban con quien tu padre te decía. Y debías de soportar en silencio todo lo que tu marido te hiciera malo, desde malos tratos hasta infidelidades.
Las mujeres no estaban solas. Muchas tenían un grupo de amigas con las que hablar de sus cosas. Pero siempre me he preguntado hasta qué punto podían hablar entre ellas de los problemas que les afectaban. Hasta qué punto podían desahogarse mientras estaban en el salón de casa hablando. Hasta qué punto podían llegar a sentir comprendidas por sus amigas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario